Ojos de bruja

16 Novia de Satanás

Atada a un burro y con los ojos vendados, así llegó Lea a la mazmorra; la cual estaba extrañamente vacía o al menos silenciosa.

La joven dio gracias (sin saber si al cielo o al infierno) por no tener que estar presa junto a los verdaderos criminales.

—Pasa ahí, novia de Satanás.—ella se quedó parada, no le hablaría de esa forma ni a los animales. No estaba en posición de rebelarse pero si algo tenía claro en esta vida es que ella no era inferior a un animal y no iba a dejar que la tratasen como tal, si tenía que morir por ello lo haría orgullosa.

—Exijo un mínimo de respeto.— pero su requisito fue declinado con empujón que la hizo entrar en la celda.

—Ramera.— gruñó alguien al quitarle la venda y dejarla allí encerrada, en una oscuridad solo rota por un agujero en el mohoso techo que dejaba ver un trocito de cielo azul.

—Por favor, ayudadme.— aún atada de pies y manos se recostó contra la pared, dando la casualidad de que notó algo metálico, podría ser algo parecido un clavo suelto.

Se llenó de tierra y Dios sabe qué más al arrastrarse para conseguir que llegase a sus manos.

Lo usó para rasgar las cuerdas que la mantenían apresada hasta romperlas.

Sin embargo, solo fue una falsa esperanza ya que seguía estando encerrada en la mazmorra.

Estaba segura de no poder romper las paredes de piedra con un clavo, se limitó a ponerse lo más cómoda posible y esperar intentando mantener su mente ágil con viejas canciones.

—Una flecha de Cupido vi mi pecho atravesar, y ya nada me consuela como...— era incapaz de recordar el resto de la letra, en su lugar apareció Elaia para llenar sus pensamientos.