Renacer Otra vez

[Narrador] Lana Rangel, acababa de regresar de terminar sus estudios en la Universidad Princeton, Estados Unidos. Lana había demostrado ser sobresaliente en casi todo, aún así, su extremo talento no ayudó a merecer la aceptación de su padre como a su legítima heredera, Y aunque Lana desde muy pequeña mostrara más de una habilidad, a su padre le daba lo mismo. Todo por ser niña y no el varón deseado. Félix Rangel era un hombre de carácter férvido y tosco, fiel a su creencia de que el patriarcado era quien debía dominar. Félix nunca demostró confianza en su hija, aunque ella era su única hija, su única descendencia. Félix , anhelaba un hijo varón para dejar su legado en buenas manos, o manos competentes, se decía el. Al no llegar a tener a ese hijo, Don Félix pensó equivocadamente que casar a su hija con un hombre hábil y capaz, era la solución a su problema. Creía que a través de los nietos él podía recuperar algo de satisfacción. Ese pensamiento de casar a su hija con un joven prometedor, habilidoso se puso en marcha desde que viera convertirse a Lana en una hermosa flor de loto. Don Félix, en secreto empezó a buscar un buen prospecto para el matrimonio entre su hija, así sin mas, el hombre se centró en el hijo de su “supuesto” mejor amigo; Adolfo Gonzaga. Felix tenía esa idea errónea de que las hijas mujeres no podían hacerse cargo de los bienes y negocios, creía que esas cosas eran un mundo hecho para hombres. La esposa de Don Félix, Rosa Mondragón era una mujer con salud frágil. Antes de tener un embarazo y parto exitoso, había perdido media de decena de embarazos fallidos. Don Félix aún así se casó con Rosa a sabiendas que podía no darle hijos sanos, porque en verdad la amaba profundamente. Él le decía a su esposa Rosa que nunca se había arrepentido de haberla elegido como su amor y compañera de vida, aunque en el fondo sufría por el hijo que no pudo tener. Al nacer Lana, Rosa se volvió más alegre y hasta se enfermó menos, eso satisfacía mucho al hombre, pues si en verdad amaba a alguien, y era a Rosa su esposa. Pronto Lana se convirtió en una hermosa joven de 15 años y todos los ojos de los hombres se fijaron en ella, pero Lana tenía otros planes, seguir preparándose y explotar sus habilidades. Lana era tan, pero tan hermosa, que no pasaba desapercibida en donde llegara. Eso era bueno o malo, ella se daría cuenta demasiado pronto. El rostro de la joven era la de un huevo ovalado, con su perfecta simetría, su perfecta nariz alta y respingado, el color de sus ojos melosos como miel, la hacía ser dueña de las miradas más cautivadoras . Siendo alta y delgada, con una tez blanca y suave, Lana hacía agitar el corazón a más de un hombre, porque ella era bella entre las bellas. Rosa llamó por nombre Lana a su pequeña niña al nacer, porque era tan blanca como la lana, haciendo contraste con su cabellera negra, esta le llegaba abajo de su espalda baja. Las personas percibían a Lana como a una niña con rostro angelical y facciones finas, tan delicadas como el cristal adornado. A la entrada de su pubertad, Lana pareció estarse convirtiendo en una hermosa flor saliéndose de su capull0. Justo allí es cuando don Félix su padre le anunciaría que ella se casaría con el hijo de su mejor amigo. Lana le hizo saber a su madre que ella quería seguir estudiando, y si iba a haber algún compromiso, sería después, cuando ella estuviera lista. Por supuesto, la decisión de Lana molestó a su padre, pero el apoyo de Rosa su madre, ayudó a Lana a ir a Estados Unidos a terminar sus estudios.. Lana viajó a Estados Unidos bajo el cuidado de dos niñeras y dos guardaespaldas acompañándolas hacia un nuevo país. La sobreprotección que recibiera de sus padres, hizo que Lana resintiera de su tierra natal. Lana siempre fue restringida por su padre a salir a interactuar con los empleados o los animales en la hacienda, pero ella siempre supo cómo escabullirse de la vista de su padre. Así Lana se volvió experta a montar a caballo, a corretear las praderas y bosques en su potra Luna, así se llamaba su potra negra, un animal con un tono de piel tan oscura que brillaba a la luz de la luna. Lana era simple, amaba la vida del campo, perseguía a las mariposas de mil colores, rebuznaba imitando al burro, se bañaba en el salto de la cascada que quedaba en la propiedad de su familia. Ella era muy feliz a pesar de la actitud rancia de don Félix. La Chica amaba las vastas tierras que se extendían detrás de la Hacienda donde había vivido, ésta era la hacienda más importante y enorme de toda Arandas. El día que su vuelo partió, Lana sintió como si sus alas se habían despegado, sentía como si fuera ella la que echaba a volar a lo alto. [ Su regreso ] Con el regreso de Lana cuatro años después, todos en Ciudad Arandas se alborotaron. En especial las familias con hijos prodigiosos y en edad para casarse. Aunque el padre de Lana tenía extendidas fincas ganaderas a lo largo de las Ciudades de San Juan de los Lagos, Tepatitlan de Morelos, su hogar estaba ubicado en Ciudad de Arandas. El hombre se dedicaba a muchos otros negocios igual de lucrativos, además de la ganadería. ••• Era extremadamente rico. Y por supuesto, siendo un hombre con una riqueza enorme, había más de un aprovechado que quería poner las dos manos sobre la fortuna de los Rangel. Félix sabía esta verdad silenciosa y le preocupaba con qué clase de hombre su única hija llegaría a contraer matrimonio, y por ello el mismo quería hacer la elección. A don Félix que ya sabía muy bien que siendo él un hombre con una fortuna bastante extraordinaria, no faltaba a más de un aprovechado detrás de su fortuna a través de su única hija. Así mismo, también le preocupaba el manejo de sus negocios, él creía que su hija siendo mujer, no estaba apta para enfrentar el mundo de los negocios, y mucho menos llevar el control debido. Rosa su esposa, al contrario de su esposo, sabía que Lana era terca y nada la doblegaba. Ese carácter de no dejar pasar algo difícil de hacer, la determinación de terminar lo que empezaba, le hacía ser ganador, pues para Lana, era muy importante la disciplina y la dedicación.