COLOR ROSA

876 Words
FIORELLA SANTIS.... Camino al interior del edificio donde se encuentra el reino en que mis padres gobiernan y del cual yo soy una princesa, sonrió ante ese tonto pensamiento mientras los empleados que pasan junto a mí me saludan con un asentimiento de cabeza a lo que yo respondo con una sonrisa mientras me dirijo al ascensor que solo usamos mis padres y yo. Al entrar sonrió al verme enfundada en mi uniforme de la preparatoria ya que es d donde vengo y me dio pereza cambiarme. Mientras me observo pienso que en un par de meses me iré a la universidad y en unos años el reflejo que me devolverá el mismo en el que me observo en este momento será completamente diferente. El sonido de mi celular me saca de mis pensamientos y al tomarlo mi sonrisa se ensancha al ver que se trata de mi novio. Alexander Novikov, quien ya se encuentra en su segundo año de finanzas y negocios internacionales en Oxford. - Hola nena – me saluda en cuanto contesto la video llamada y sus ojos verdes me observan. - ¿Cómo estás? - Acabo de salir de clases y vengo a comer con mis padres – respondo comenzando una corta conversación mientras sonrió viéndolo ya que es una de las cosas que más me gusta hacer. El color de sus ojos lo heredo de su hermosa madre, mi tía Sarah. Una hermosa pelirroja que a pesar de los años continúa manteniendo esa belleza exótica convirtiéndola en la segunda mujer más hermosa que conozco. La primera, a mis ojos nadie la supera. En ese momento se abren las puertas del ascensor se abren dejándome ver a la mujer de la que hablo. Zafiro Santis West, una inefable pelinegra de ojos azules únicos en el mundo. - Te llamo en un rato – digo a Alex lanzándole un beso antes de colgar la llamada viendo que he llegado al piso desde el que mis padres controlan su reino. Al salir noto que mis padres se encuentran despidiendo a dos hombres, uno más joven que el otro. El hombre mayor es impresionante, de cabello castaño un poco claro y con unos hermosos ojos grises que me observan un instante antes de volver la mirada a mis padres. Quedo un poco desconcertada al ver la espalda del hombre más joven, él ni se molesta en volverse, simplemente camina dentro del ascensor ignorando al resto del mundo. - Hija – habla mi padre volviéndose a verme cuando ellos ya se han ido, camino hasta el abrazándolo por la cintura mientras besa mi cabeza. - ¿Qué quieres comer? - Cualquier cosa esta bien – respondo caminando a la oficina de mi padre. - Quiero que me ayudes con la nueva colección de Branwen – habla mi madre a lo que yo asiento con la cabeza ya que la marca de maquillaje de mi madre es mi favorita y ayudar en las nuevas colecciones es algo maravilloso. - ¿con que? – pregunto sentándome en el asiento de mi padre tras su escritorio. - Quiero que seas la imagen de esta colección – habla mi madre dejándome perpleja. - ¿es broma? – pregunto a lo que ellos sonríen - ¿no lo es? - Ya tienes la edad suficiente – habla mi padre sonriendo – y en un par de años, si quieres esta será tu oficina. - Si es así – me pongo de pie yendo hasta ellos abrazándolos – gracias, gracias. Luego de que pedimos la comida a Jacobo el asistente de mi madre empezamos hablar sobre lo que ella quiere para la nueva colección, doy mi opinión a lo que ellos me observan con orgullo. - Hija ¿ya elegiste a que universidad iras? – pregunta mi padre a lo que yo asiento con la cabeza sonriendo. - Oxford – respondo sin pensarlo dos veces a lo que ellos se observan entre si. - Hija, sé que aceptamos tu relación con Alexander – empieza hablar mi padre – aunque para mí, ningún hombre es digno de ti, Alexander es el mejor candidato a pasar el resto de su vida tu lado, pero mientras eso sucede porque no toman sus espacios, al menos en la universidad. - No pienses que nos estamos oponiendo – interviene mi madre al ver mi ceño fruncido – vamos a apoyarte en todo lo que decidas, pero queremos que lo pienses. Un rato después salgo de la oficina de mis padres pensando en lo que me dijeron mientras me adentro al ascensor. En parte mis padres tiene razón, yo estoy enamorada de Alexander y sé que en unos años nos casaremos, cuatro años no son nada. Al salir del ascensor tomo el celular mientras camino a la salida dirigiéndome al auto que se encuentra aparcado en la acera. Tomo las llaves de mi Ferrari azul que mis padres me regalaron para navidad. Siempre he sido consciente de lo afortunada que soy al ser hija de Alessandro y Zafiro Santis West dos de los mejores empresarios del mundo, por lo que he sido millonaria incluso desde antes de nacer y al ver el magnífico auto frente a mí que se desbloquea con el mando en mis manos lo reafirmo.
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