SRTA SANTIS

ALEKSEI MILLER

¿Qué acaba de pasar? – me pregunto mientras veo los números en la pantalla del ascensor cambiar. El olor de su perfume aun lo siento en el aire, aunque sea imposible porque no está cerca y no estuvo dentro de esta caja de metal la que solo usamos mis padres y yo. Sacudo la cabeza tratando de ignorar lo que sucedió con él imbécil.

No sé qué es lo que me sucede con ese hombre, solo lo he visto en dos ocasiones en mi vida. La forma que mi cuerpo reacciona a su presencia me confunde ya que jamás, ni siquiera con Alexander. La forma tan intensa en la que esos hermosos y fríos ojos azules me observan, es extrañamente excitante. El sonido del ascensor al llegar al piso donde se encuentran las oficinas de mis padres me saca de mis pensamientos justo cuando las puertas se abren dejandome ver a Jacob, el asistente de mi madre

- Señorita Santis – habla el amablemente como siempre mientras yo salgo de la caja metálica acercándome – no la esperábamos.

- De eso de tratan las sorpresas – respondo sonriendo igual que él - ¿están ocupados?

- Para usted, nunca – responde caminando hacia la oficina de mi padre, pero a medio camino me detengo, pensando en el imbécil de ojos azules.

- ¿puedo preguntarte algo? – hablo haciendo que me observe curioso y con ternura – pero me guardas el secreto...

- Por supuesto señorita – sonríe afable y yo siento mis mejillas enrojecer - ¿Qué puedo hacer por usted?

- ¿con quién fue la última reunión que tuvieron mis padres? – pregunto tímida observando como busca algo en su iPad antes de extendérmela y al ver la imagen que en ella se muestra el aire abandona mis pulmones.

La imagen no le hace justicia a la belleza inhumana que posee ese hombre, sus ojos observan la cámara la cual no alcanza a capturar por completo su imponencia. Paso saliva sintiendo una punzada en mi sexo tratando de retomar el control de mi cuerpo.

- ¿Quién...- me aclaro la garganta notando lo ronca que tengo la voz – quién es?

- Aleksei Miller... - un escalofrió me recorre el cuerpo al escuchar el nombre – veintisiete años, hijo único de los empresarios Ares y Annika Miller, creador junto a sus primos Oleg y Franco Santoni del conglomerado Destiny – enarco una ceja observándolo – cuando los tres tenían veinte años sus padres les dieron el mando de las empresas Miller y Santoni, por lo que los primos fusionaron dichas empresas creando el monstruo corporativo que es el conglomerado Destiny.

- ¿Cómo son sus primos? – pregunto curiosa extendiéndole el iPad y él busca algo antes de enseñarme una foto de los hermanos Santoni y Aleksei.

¿esto debe ser una broma? Pienso observando la imagen de los tres hombres ella. los gemelos son muy atractivos, aun así, no logran igualar la inefable belleza de Aleksei.

- ¿Cómo? – pregunto refiriéndome a la información haciéndolo sonreír.

- Es mi trabajo saberlo, señorita – responde amable retomando el paso.

- Gracias – lo observo antes de llegar a la puerta de la oficina de mi padre – supongo – lo veo asentir con la cabeza mientras abre la puerta para mi dejándome a mi madre sentada en la silla tras el escritorio observando a mi padre de pie frente al enorme ventanal que deja a la vista la ciudad.

- ¡hola, hola!! – digo al entran haciendo que los dos se vuelvan a verme - ¡sorpresa! – corro hacia mi padre abrazándolo por la cintura y cuando me rodea los hombros con sus brazos sonrió sintiéndome en casa.

- ¿Qué haces aquí amor? – pregunta mi padre besando mi cabeza, me separo de él yendo hasta mi madre besando su mejilla.

- Vine a pasar navidad con ustedes – hablo sentándome en el escritorio observándolos – quería darnos una sorpresa...

- Adelantamos la cena de navidad de la empresa, por que íbamos a pasar navidad contigo – habla mi madre haciendo que la voz de Aleksei viene a mi mente.

"Esta noche será interesante..." – así que ha eso se refería, a la cena anual que dan mis padres para socios y colegas.

- ¿saben si Alexander ya se encuentra en la ciudad? – pregunto observándolos que niegan con la cabeza – hay algo que debo decirles – levanto la mano izquierda dejando que vean el anillo que Alexander me dio.

- ¿es un anillo de promesa? – pregunta mi padre divertido acercándose tomando mi mano observando el sencillo anillo.

- ¡PAPÁ! – lo riño divertida

- ¡Alessandro!! – dice mi madre de igual forma

- ¿Qué? – pregunta el fingiendo inocencia – eres Fiorella Santis, mi princesa – ruedo los ojos divertida igual que mi madre – este anillo no es lo que mereces y creí que Alexander te quería aún más que esto – levanta mi mano a lo que mi madre asiente con la cabeza.

- Me pidió matrimonio el día que me mude a Stanford – les cuento notando como se miran entre ellos.

- ¿Qué respondiste? – pregunta mi madre y sonrió ya que este tipo de conversaciones con ellos son unas de las cosas que más me gusta en el mundo.

Desde que tengo memoria ellos me han dado esa confianza de poder hablarles de cualquier cosa, como lo que estamos haciendo en este momento.

- Sentí pánico cuando me lo pregunto – me sincero ya que me confundió muchísimo lo que sentí - ¿es normal?

- Cariño – mi madre se levanta acercándose hasta quedar junto a mi tomando mi mano – aun estas muy joven para pensar en una decisión tan importante – besa mi mano – queremos muchísimo a Alexander y creemos que sería una buena elección de tu parte, pero es lo único que has conocido y eso puedo ser bueno o malo...

- ¿Cómo debo tomar eso? – pregunto observando a mi padre que sonríe.

- Debes descubrirlo tu misma – besa mi frente

- ¿Qué debo descubrir? – los observo confundida

- tu madre fue el amor de mi vida mucho antes de que si quiera yo lo supiera – responde mi padre con ese incandescente brillo que parece en sus ojos cuando habla de la pelinegra junto a mí – no importo el tiempo, la distancio o los acontecimientos que sucedieron antes de poder disfrutar la vida que tenemos ahora – observa a mi madre sonriendo – tu madre siempre ha sido mi mundo entero.

- Creo que tu padre te está confundiendo un poco más de lo que ya estas – habla mamá poniéndose junto a él – el amor que te venden las películas y libros no es para todo el mundo...

- ¿entonces?

- Es algo que no se puede explicar – habla ella de nuevo – solo lo sientes...