Lucía dejó la esfera sobre el escritorio. **El polvo de oro seguía cayendo, lento como arena en un reloj.** —*No iré* —dijo de pronto, pero incluso ella escuchó la duda en su voz por primera. Mark la miró por un momento analizando la situación, se acercó, deteniéndose justo detrás de su silla. Sus manos se posaron sobre sus hombros, calientes a través de la fina tela del blazer. —*Tienes que ir* —susurró, los labios rozando su oreja—. El polvo dorado se asentaba lentamente, como si el tiempo mismo se resistiera a lo que venía. —*Sabes que no puedes rechazar esta oportunidad* —dijo él, señalando la carta con un gesto profesional que no coincidía con la intensidad de su mirada—. *Es el contrato más importante del año para el bufete después de todo lo que ha ocurrido.* Ella cruzó los

