parte 13

1376 Words
En cuanto bajaron de la nave, Loren se detuvo. Aron y Henry a su espalda también se detuvieron. Loren se giró hacia Brian y le ordenó algo absurdo. —Pídele a Myli una lista de pretendientes. Brian necesitó unos segundos antes de hablar. —¿Que cosa? Loren volvió a caminar. —¿No sabes lo que es una lista de pretendientes? Brian negó apresuradamente. —¿Tomarás otro consorte? Al escuchar aquello, Aron sintió una ira emergente. Sin saber el porqué de ese enojo, lo dirigió hacia Ixel, de seguro su hermano se pondrá triste. —No, en realidad busco un matrimonio. Loren lo soltó sin mucho que decir, sin embargo, Aron, Brian, Henry y Connor se quedaron atrás quietos, fríos y sin saber cómo reaccionar. Simplemente, no podían procesar lo escuchado. “¿Qué acaba de decir esté jodido, promiscuo, de mierda?” Loren se detuvo y los miró a los cuatro con una ceja alzada. Connor tosió para recomponer la cordura. Se masajeó una oreja. Talvez escucho mal. —¿Tienes pensado casarte? —preguntó Connor. Loren sonrió en media luna. Sus hoyuelos se hicieron visibles. Era un hombre con facciones realmente hermosas. Hacía que todos se sintieran feos a su lado. —¿Qué dices Connor? Eso es imposible. En ese momento, los cuatro suspiraron aliviados, continuaron sus pasos con más calma. —Entonces. —indagó Brian. —Ya dije, busco un pretendiente. Todos se miraron entre ellos, con confusión. ¿Un pretendiente, para quién? Connor miró a Aron y a Henry, ambos casados, él mismo estaba casado, los únicos solteros eran, Loren y… —¿No piensas buscarme pretendientes, o si hermanito? —dijo Brian temerosa. Con una sonrisa maliciosa, Loren la miró, Brian trago saliva. —No, —dijo con una calma audaz, — aunque no sería una mala idea. Ya estás en la edad ¿No? Brian se tensó, Si se casaba, al menos quería que fuera con alguien de su agrado. La duda quedó en el aire, pero nadie quiso seguir indagando. Las siguientes horas fueron, como siempre, trabajo y guardia sin descanso. Loren y Connor se concentraron en su trabajo sin decir más nada. Media hora después, los cuatro estaban en una mesa durante el almuerzo. Brian se había marchado hace más de una hora huyendo de Loren y su repentino deseo de buscar un pretendiente, para cepa Dios quién. Aron comió su comida, fue por un segundo plato y luego por un tercero. Connor en la mesa miró su plato de comida con desasosiego. —Le tengo un gran respeto a tu estómago, Aron. Aron se metió otro bocado a la boca. Henry con su humilde primer plato hablo entre risas. —No sé cómo es que no está redondo. Connor se burló. —Los dioses tienes sus favoritos. Henry asintió. Aron los ignoró a los dos. Siempre hacían comentarios como esos en la mesa. Él no tenía la culpa de tener un apetito voraz. El plato de Loren estaba casi rebosante. Loren, a comparación de Aron, tenía un estómago chico y pocas ansias de comer comida que no fuera preparada por sus chefs. A pesar de su poco apetito, la costumbre de llenar su plato hasta rebosar era algo que lo hizo fruncir el ceño, las costumbres son difíciles de dejar. Normalmente, se servía el doble de su comida, por qué sabía que de esa manera, Aron no tenía que volver a levantarse de la mesa para buscar más comida. Era un acto que siempre dejaba a todos asombrados, una consideración que solo tenía con Aron y más nadie. Pensó en olvidar su orgullo, y como siempre dejar la mitad de su plato en el de Aron, pero de pronto su orgullo tiró de su conciencia. Loren comió en silencio. De reojo podía sentir la mirada de Aron en él. Esperaba que, como siempre, Loren sirviera comida en su plato, pero, en cambio, Loren comió lo que pudo y una vez se sació, se puso de pie, tomó el plato en mano. Aron esperó con calma la comida. La comida que le servían a Loren siempre era de mejor calidad que la suya. Aron casi escupe su comida cuando Loren sin ningún sentimiento vertió el plato completo en el basurero. —¡Bastardo mezquino! —gritó ofendido. Hubo un silencio y entonces, Henry y Connor soltaron una carcajada alta. Eran tan orgullosos que causaba tanta gracia el verlos. Aron, que era taciturno para todo, realmente se veía muy molesto. Se puso de pie y siguió a Loren hacia dentro del codicilio creado para que el canciller descansara. Loren fue al baño, se lavó los dientes y cuando salió del baño, Aron estaba de pie en la entrada mirándolo con un rostro apático. —Sabes cuántos niños mueren de hambre para que botes los alimentos. Loren soltó una sonrisa baja. Mentiría si no sabía que Aron lo perseguiría hasta dentro solo para reclamarle. —¿Y por qué debería importarme a mí esos niños? Es más, creo que debería dejar de hacer obras benéficas. Yo no tengo la culpa de las personas sean tan irresponsables y decidan tener hijos para luego dejarlos votados. En Halow abandonar a un hijo era un delito grave. Aun así, había personas que seguían haciendo ese tipo de atrocidades. Al ser una nación compuesta por betas y pocas hembras, el privilegio de tener hijos era más una bendición. Loren no podía entender como era que existía personas que se sometían al tratamiento para quedar embarazados y luego botarlos. Era irracional. Aron lo miró detenidamente, miró esos ojos miel que bajo la sombra parecían volverse oscuros. No estaba mintiendo al decir aquello. —Si estás enojado conmigo, está bien, pero no tienes que comportarte como un animal. Aron había tocado fondo. Lo soporto por qué era mejor menguar las aguas, pensó que en algún momento Loren aceptaría a Rubí, pero al parecer eso no pasaría pronto. Aron fue optimista, sin embargo, también tomó en cuenta el hecho de trabajar las 24 horas al lado de Loren, no se creía tan paciente como para soportar algo tan incómodo. Prefería renunciar o buscar otra solución. —Habla ahora, que se supone que quieres para menguar todo esto. Que propones. Aron cruzó los brazos esperando escuchar una propuesta absurda. —Cásate. Aron se quedó atónito. —Loren, ya estoy casado. —intento hablar con voz suave. Loren caminó a pasos lentos hacia él. Aron sintió el peso de esa mirada intensa que le advertía que algo malo pasaría. —No con ella, te buscaré una persona adecuada. Alguien que valga la pena casarse con un Halo. Aron lo pensó. En otro momento no habría dudado en aceptar. Sin embargo, ya había convivido con Rubí, sería demasiado despiadado simplemente botarla. —No digas cosas absurdas. Con un movimiento de su hombre, Loren le respondió con indiferencia. —Es mi condición. Loren llegó hasta Aron, su figura alta se imponía sobre la figura de Aron. Aron, incómodo, intentó empujarlo hacia atrás, pero Loren le tomó la mano con tanta fuerza que Aron hizo una mueca de dolor. —No quiero verte con esa mujer. Me niego. Aron al escuchar aquello se quedó en silencio y luego entre sarcasmo dijo: —¿Está celoso canciller? Loren con esa sonrisa de lado acercó su rostro al de Aron. —¿Quién sabe?, tal vez lo esté. El rostro de Aron se contrajo con enojo. Un enojo que guardaba rencor como ninguna. —Deja de ser tan desagradable. —Eso dolió. ¿Te parezco desagradable? —Solo cuando actúas de esta manera. —Tú también me pareces desagradable, más cuando quieres insistir en algo que ya dije que no aceptaré. Con un duelo de miradas, Aron sepultó a Loren. —Aprenda a resignarse canciller. —sé safó del agarre y retrocedió dos pasos hacia atrás. —Cuando tengas una buena propuesta, no dude en decírmelo. La puerta de atrás de Aron sonó fuerte al cerrarse. Aron afuera se quedó bajo el fuerte sol. Sentía su cuerpo arder de la ira. Hace tiempo que Loren no lo hacía agarrar tanta rabia como ahora. Pensó que esa etapa en la que Loren sabía cómo provocarlo había quedado sepultados en el pasado. CONTINUARÁ.
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