Capítulo 7

1007 Words
Jonathan y Mónica se quedaron dentro de la camioneta, inmediatamente se dieron cuenta que sus salvadores eran cazadores, Mónica sabía de antemano que el peligro no había pasado, por el contrario, la posibilidad de morir esa noche aún estaba latente, únicamente había cambiado de forma. -Son cazadores- Dijo Mónica con voz temblorosa - son delincuentes y pueden ser muy peligrosos, podrían matarnos o algo peor– - Lo sé – contestó Jonathan – pero esta gente se vende por dinero y nosotros podemos dárselos, les daré lo que me pidan con tal de que no te toquen un pelo- dijo tratando de convencerse a si mismo que los podría convencer de hacer un trato. - Tengo miedo – dijo ella – ellos no son personas, se comportan peor que las bestias, disfrutan mutilando a los elefantes por un pedazo de marfil, utilizan métodos espeluznantes para destazarlos aun estando con vida y son muy capaces de hacer lo mismo con nosotros. -No te preocupes- Dijo Jonathan- no dejaré que te lastimen, primero tendrán que matarme, te juro que daría mi vida a cambio de la tuya. - ¡Pero qué tenemos aquí Rubens!– dijo Jackson con su vos aguardentosa - Rubens le dirigió una  risa macabra y con sus asquerosas manos dibujo en el aire la silueta de una mujer para indicar que allí adentro de la camioneta había una hembra. - ¡Vamos Rubens! Ayúdales a salir de allí y tráelos aquí a que me agradezcan haberles salvado el pellejo – ordenó. Rubens les abrió la puerta de la camioneta y con unos toscos ademanes y sonidos guturales les ordenó que bajaran, Jonathan fue el primero en salir, Mónica bajó detrás de él tomada fuertemente de su mano.. -Gracias por salvarnos - Dijo Jonathan- en verdad estamos muy agradecidos con usted y me gustaría darles una cuantiosa recompensa, si nos hacen el favor de llevarnos al Gran Hotel podré compensarlos como ustedes se merecen- pensó que al ofrecerles dinero podía comprar su ayuda para salir de allí a Salvo. -Ya veremos - contestó el cazador - Ya veremos. - ¡Vamos! Rubens esta trampa ya no funcionará por hoy, hay que regresar al campamento, ¡Rescata el sensor y revisa esa carcacha para ver que encuentras! – ordenó. Rubens subió a la camioneta y  revisó exhaustivamente la cabina,  arrancó los asientos y sacó todo el lodo que pudo para buscar en la guantera, por medio de señas informó a su amo que no había nada que valiera la pena.  -Ya encontraremos algo -, dijo Jackson- mirando a Mónica con lujuria – hacía más de tres meses que se había internado en la selva para cazar, y era el mismo número de meses que no veía una mujer, y Mónica, aun como estaba toda cubierta de lodo era muy atractiva y capaz de desatar los bajos instintos de cualquier hombre. Rubens soltó su horrible carcajada gutural al comprender lo que Jackson quiso decir, ya en otras ocasiones, su amo lo había dejado satisfacerse con las mujeres que él desechaba y sabía que esta ocasión él también iba a poder deleitarse con esta hermosa hembra. Jonathan comprendió inmediatamente las intenciones de los delincuentes, se le revolvía el estómago y ardía de furia solo de pensar que pudieran lograr sus objetivos, aun no sabía cómo, pero él no podía permitir que Mónica pasara por ese sufrimiento, la tomó de la mano tratando de tranquilizarla, .él mismo moriría antes de permitir que le hicieran daño. Rubens enganchó la camioneta al remolque, les amarró las manos de los americanos, y a empujones los obligó a subir también, aún era de noche la oscuridad de la selva hacía imposible reconocer el camino, sin embargo Mónica trató de ubicarse en el sentido de las manecillas del reloj, era necesario hacerlo porque en caso de poder escapar tendrían que ubicar la vereda del camino para que los encontraran pronto, ella había hecho varias caminatas con Nicholas y algo había aprendido de las técnicas de supervivencia que éste le enseñaba.  Avanzaron unos quinientos metros selva adentro, Jonathan también trataba de ver el camino para orientarse si lograban escapar, pero la oscuridad en la selva no lo dejaba ver más allá de su nariz, él era un chico de ciudad y no tenía ni la más remota idea de cómo ubicarse si no podía ver nada. Llegaron a un campamento improvisado entre unas rocas que les servían de protección. Jackson bajó a Jonathan del remolque con las manos atadas y apenas le dio la espalda, lo golpeó fuertemente en la cabeza con una escopeta, e inmediatamente cayó al suelo inconsciente. Mónica corrió a tratar de auxiliarlo, pero Jackson la detuvo, la tomó por los cabellos y la arrojó al suelo arrancando la camisa a cuadros empapada en lodo que llevaba puesta, ella se sintió perdida, no podía defenderse pues tenía las manos atadas a la espalda. -Ahora sí vas a saber lo que es un hombre de verdad perra!, te voy a hacer sentir lo que seguramente ese "rubio" no ha podido. Ella sabía lo que le esperaba, viejos recuerdos llegaron a su mente,  pero su mayor preocupación era Jonathan, estaba allí  tirado, inconsciente, tal vez muerto. Aterrorizada vio como Rubens se acercó a Jackson con una botella de aguardiente para darle ánimo, éste se empino la botella tomando varios tragos, devolvió la botella a su compinche y comenzó a desabrocharse el pantalón, rápidamente se abalanzó sobre ella e intentó besarla con su boca pestilente a tabaco y alcohol, ella aprovechó y lo mordió fuertemente en un labio haciendo que la sangre del cazador comenzara a salir, a cambio recibió un fuerte golpe en la cara que casi hizo que perdiera el sentido. -Maldita perra – maldijo Jackson,- ¡Vas a pagar con creces cada gota de sangre! De pronto una alarma comenzó a sonar, era apenas un tintineo. -Rubens, átalos a ése árbol, primero el trabajo y después el placer. No te pongas impaciente, perra - dijo - ya vuelvo para terminar lo que empezamos, primero voy por mi marfil. Cuando Jonathan recobró el conocimiento ambos estaban atados a un árbol, esta noche parecía no tener fin, fue sin duda la mejor y la peor noche de su vida.
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