Jonathan cerró los ojos, su respiración era cada vez más lenta, trataba de alargar su vida tan sólo unos minutos más, pensaba en todas aquellas personas a las que amaba y que nunca más volvería a ver, pero sobre todo pensaba en la vida maravillosa que habría tenido junto a Mónica, si tan sólo la hubiera conocido antes, en otras circunstancias, seguramente habrían tenido una un romance en serio, Mónica había caído ya en un sueño profundo, su respiración era apenas perceptible, pronto el oxígeno dejaría de llegar a sus pulmones, les esperaba una muerte aterradora.
De pronto, cayó en la cuenta de ya no podía ver ni escuchar nada, la oscuridad dentro de aquella cabina era aterradora y el silencio afuera de lo que sería su tumba era espeluznante; fue precisamente el silencio lo que lo hizo recobrar la conciencia, ¡Había parado de llover!, el golpeteo de las piedras y lodo sobre el toldo de la camioneta habían cesado y si la capa de lodo sobre la ventanilla no era tan abundante, eso significaba que tal vez tendrían al menos una esperanza de ser rescatados con vida.
Como pudo se incorporó y abrió la ventanilla trasera para dejar entrar el lodo a la cabina, si tenían suerte la y capa no era tan espesa como para llenarla volvería a entrar el aire y podrían respirar.
Tal como lo pensó, varios litros de lodo entraron por la pequeña ventana en ocasiones tuvo que quitar con sus manos alguna piedra, pero apenas terminó de caer el lodo una pequeña ráfaga de aire fresco entró por la ventana, llenó sus pulmones una y otra vez hasta recobrar la fuerza suficiente.
- ¡Mónica! Despierta! - gritó una y otra vez sacudiendo el cuerpo de la chica.
Era inútil, ella ya no lo escuchaba, desesperado, tomo una bocanada de aire para darle a ella respiración de boca a boca, no podía dejarla ir, no quería perderle, no ahora que la había encontrado..
Trató de acomodar su cuerpo cerca de la ventanilla, presionó su pecho una y otra vez, de pronto un fuerte suspiro y un sollozo emanaron de la boca de Mónica ¡Estaba Viva!
-¡Respira hermosa! ¡Respira! - repetía Jonathan acercando el rostro de la chica a la ventanilla cubriéndola de besos- después de unos minutos ella al fin reaccionó.
-¿Estamos vivos? - preguntó con su voz aún debilitada por la falta de oxígeno -
-Sí hermosa, aún estamos vivos - le dijo él con voz de júbilo al ver que ella estaba reaccionando favorablemente-
Se dieron un abrazo lleno de felicidad, tal vez tendrían una nueva oportunidad, aún no podían salir, pero habían ganado tiempo.
Pasaron unos minutos para que Mónica recobrara el aliento y pudiera respirar con normalidad. Las ventanillas laterales de la camioneta estaban selladas, pero ella tenía fe, creía que si Dios había permitido que sobrevivieran, aún tenían esperanza de que los rescataran.
-¿Crees que vengan a buscarnos? - preguntó Jonathan-
- ¡Claro que sí! - Dijo ella - estoy segura que Nicholas y Ngamibi harán hasta lo imposible por encontrarnos; así que ahora necesito que me des uno de esos premios que tienes allí - le dijo ya más recuperada –
-Mmm por supuesto - le contestó y la besó en los labios jugueteando –
-Me refería a una de esas barras de proteína - dijo ella riendo - había recuperado un poco la energía, el aire fresco entraba por la ventanilla sin dificultad y podían respirar normalmente.
Comieron una barra energética cada quien y tomaron un sorbo de agua, estaban hambrientos, no habían comido nada desde el almuerzo y no sabían qué hora era, la oscuridad era total.
-Vamos a vestirnos - dijo Mónica - No quiero que me encuentren desnuda cuando me rescaten.
-Espera -dijo él- Aún tenemos tiempo…
Sus cuerpos reaccionaron a la menor provocación, Jonathan la acomodó a horcajadas sobre él, se fundieron en un beso suave y profundo, esta vez su entrega fue más suave, delicada, sublime, pero sin dejar de ser apasionada.
Se vistieron, aunque sus ropas y sus cuerpos estaban totalmente cubiertos de lodo, buscaron una posición más cómoda junto a la ventanilla y se quedaron en silencio, esperando.
Mónica nunca imaginó que podría conectarse con alguien tanto, que no fueran necesarias las palabras, no lo conocía, no sabía nada de él; pero no lo necesitaba, le bastaba con saber que a partir de hoy sería capaz de dar la vida a cambio de la suya.
Jonathan en cambio quería saber todo de ella, ser parte de su mundo, quería saber que pensaba, que sentía y que deseaba para cumplirle hasta el más mínimo de sus deseos, pero sabía que ese no era el momento apropiado; ya tendrían tiempo para conocerse porque a partir de hoy no permitiría que nada ni nadie la apartara de su lado.
No sabían cuánto tiempo había pasado, dormitaron un poco hasta que el ruido de un motor los despertó de sus sueños.
Fuera de la trampa dos hombres con una grúa trataban de sacar la camioneta del agujero.
¡Ya jala la cadena! - ordenó uno de ellos- ¡Parece que hay sobrevivientes!
Jackson y Rubens eran dos de los cazadores furtivos más buscados por las autoridades, eran delincuentes sin escrúpulos a los que les daba lo mismo matar a un hombre que matar a un insecto.
Fueron ellos los que habían cavado la trampa y habían colocado un sensor el cuál se activó con la caída de la camioneta, llegaron al lugar esperando encontrar un elefante dentro.
Se sorprendieron al ver que se trataba de un accidente de auto, era increíble que en kilómetros a la redonda no hubiese actividad humana y justo el único auto que pasaba por allí desde hacía ya varios días fuera a caer justamente allí.
- Es nuestro día de suerte! - dijo Jackson- tal vez tengan algo de valor, con algo tienen que pagar haber dejado inservible nuestra trampa .
Rubens asintió con la cabeza, él no podía hablar, unos delincuentes le habían cortado la lengua por haberlos traicionado Jackson lo salvó y le curó las heridas, desde ese día se había convertido en su esclavo fiel.
Una vez que sacaron la camioneta del agujero se sorprendieron al ver que un hombre y una mujer completamente bañados en lodo se encontraban dentro y aún estaban con vida