Jonathan se entusiasmó con la idea de conocer comunidades nativas de África y por supuesto que no le molestaba la filantropía, al contrario, él mismo patrocinaba algunas fundaciones en su país y no solo proporcionaba apoyo económico, sino que le gustaba participar activamente; pero esa era una faceta de su personalidad que nadie conocía, era su vida privada y la guardaba sólo para él, únicamente sus padres y sus hermanos sabían, que se vestía de mago para hacer felices a los niños con cáncer y cada año donaba un gran porcentaje de las utilidades de su empresa a instituciones altruistas.
Mónica subió a la camioneta de Ngamibi quién además de ser la doctora y directora de la fundación se había convertido en su mejor amiga desde su llegada a la comunidad, ese día debían llevar medicamentos para una tribu nativa que vivía en extrema pobreza, la fundación los apoyaba con alimentos tanto para los humanos como también para los animales que atendían en una reservación cerca de allí, además Ngamibi se encargaba de vacunar a los niños y realizaba curaciones y hasta partos cuando lo requerían.
- Vamos Mona ( así le decía Ngamibi de cariño a Mónica) veremos a Nicholas en el cruce del risco, esta vez invitó a un turista interesado en colaborar con nosotros-
- ¡Por favor ! No me digas que se trata de otro principito inglés o estadounidense que viene a estorbar - contestó Monica - La última vez fue un desastre, estoy cansada de que solamente intenten llevarme a la cama o de plano creen que les debemos rendir pleitesía y nos tratan como a sus sirvientes ¡hugg! –Gruñó-
- ¡Oh, no! Esta vez parece que es un actor canadiense y realmente está dispuesto a colaborar, incluso le ofreció a Nicholas un cuantioso donativo anual - Replicó Ngamibi riendo y recordando las malas experiencias de Mónica con los turistas que sólo intentaban conquistarla y entorpecían las actividades-
- ¿Un actor? ¡Uff!- Bufo Mónica malhumorada, - seguramente no querrá ni ensuciarse las manos y mucho menos exponer su belleza -
Nicholas y Jonathan ya esperaban en el cruce del risco, que era donde finalizaba la carretera e iniciaba la zona selvática, iban a bordo del camión cargado con víveres, era muy importante entregar a tiempo el cargamento, ya que era comida para un mes, además de semillas para siembra que podían perderse en caso de lluvia, era tarde y normalmente salían al amanecer para que les diera tiempo de hacer la entrega, pero la avioneta que llevaba el cargamento desde Johannesburgo se averío y provocó que el pedido se retrasara; ya era casi medio y día si no se daban prisa no lograrían llegar a tiempo.
- Ahí vienen ya las damiselas - dijo Nicholas al ver la camioneta acercándose rápidamente-
Mónica intentó no mirar a Jonathan, pero fue imposible no verlo, era casi tan alto como Nicholas, tenía un físico atlético, rubio y por supuesto muy guapo, su sonrisa mostraba una dentadura perfecta, y su piel bronceada deslumbraban a cualquiera, incluso a ella.
En cuanto llegaron y bajaron de la camioneta, Nicholas hizo una breve presentación
- Mira Jonathan ella es Ngamibi, es la directora y médico de la fundación además de ser mi querida esposa- presumió.
- ¡Qué gusto conocerte! Ngamibi, admiro mucho tu labor, créeme que me siento honrado de que me permitan participar –
- ¡Gracias Jonathan!, ojalá y hubiera más personas como tú también, que no solo vengan a pasear, sino que también estén dispuestas a ayudar – Contestó Ngamibi
- Y ella es Mónica – continuó Nicholas – Una gran amiga y colaboradora de la fundación-
- Mucho gusto Mónica – dio extendiendo su mano para saludarla –
Mónica le dio la mano sólo por educación y se digno a lanzarle una mirada y una sonrisa que más parecía una muñeca; ella no estaba dispuesta a prestarle demasiada atención, no quería elevar el ego del artista, porque definitivamente no se convertiría en su fan. Por unos segundos sus miradas se cruzaron y una corriente eléctrica les recorrió el cuerpo, se soltaron rápidamente como si aquélla corriente los hubiera lastimado, por cuestión de segundos el mundo a su alrededor desapareció por completo hasta que la voz de Nicholas los trajo de regreso.
- Amor debemos ir primero a la reserva, urge llevar la fórmula para el pequeño elefante que rescataron, no ha comido nada y no soportará un día más, en cuanto amanezca podemos ir a la tribu – Dijo Nicholas con verdadera preocupación por el pequeño paquidermo-
- Imposible - dijo Ngamibi - tengo que hacerle curación al jefe, si no le inyecto el antibiótico pronto podría tener consecuencias fatales lo mejor será dividirnos, ustedes lleven las provisiones de la reservación y yo iré a la tribu con Mónica -
- De ninguna manera respondió Nicholas ustedes nunca han manejado el camión, y sabes que el camino para bajar al valle es muy sinuoso, no puedo permitir que vayan solas.
- Yo iré a la reservación- dijo Mónica- ustedes vayan a la tribu, conozco perfectamente el camino y puedo hacerlo.
- ¿Estás segura?- Preguntó Nicholas-
- ¡Claro que sí! - exclamó Mónica, estoy segura, no podemos elegir entre una emergencia u otra, hay que resolver ambas.
- Por favor Jonathan, ¿No te molestaría ir con ella?, me sentiré más seguro si no va sola.- dijo Nicholas.
- ¡Claro! Será un placer – dijo él con su tono más encantador-
- ¡No es necesario! - Exclamó Monica- puedo hacerlo sola – dijo con voz temblorosa tratando de parecer determinante, no quería pasar demasiado tiempo a solas con él, no sabía cuánto tiempo iba a poder resistirse a sus encantos.
- ¡Por favor Mona! - suplico Ngamibi – me sentiré más tranquila si te acompaña -continuó.
- ¡Está bien! - dijo resignada, sabía que sus amigos no desistirían y accedió para no seguir perdiendo el tiempo.
Del risco a la reservación eran aproximadamente tres horas de camino, debían llegar antes de que comenzara a llover y definitivamente tendrían que dormir allí, puesto que era muy peligroso pasar la noche en la selva, a merced de la tormenta, de los cazadores furtivos y de los animales salvajes,
Mónica decidió viajar en silencio, no tenía ganas de fomentar el ego del actor, sin embargo, de vez en cuando le dirigía una mirada discreta por el retrovisor, en definitiva Jonathan era un hombre muy atractivo, el asombro al mirar tantas bellezas naturales se reflejaba en su rostro y le daba un aspecto un tanto infantil sus ojos azules reflejaban una gran vitalidad como los de un niño que ha recibido un regalo muy deseado; ella sentía que su corazón palpitaba más rápido que de costumbre cada vez que él la descubría mirándolo.
Jonathan por su parte fingía ver el paisaje del lado del conductor para mirar a Mónica fijamente, era muy hermosa, alta y esbelta, su cuerpo era totalmente natural, nada que ver con las mujeres operadas a las que él estaba acostumbrado, su cabello ondulado castaño oscuro contrastaba con sus ojos color ámbar que al reflejo del sol le daban un toque místico sin dejar de ser absolutamente sensuales, las manos le sudaban como a un adolescente que no se atreve a hablarle a la chica que le gusta, era como si todas aquéllas técnicas de seducción utilizadas anteriormente para sus conquistas, se hubieran borrado de su mente y no supiera cómo comportarse.
Viajaron durante horas sin dirigirse la palabra, como si ambos presintieran que romper el silencio significaba abrir una puerta sin retorno, la atracción física entre ellos podía sentirse en el ambiente pero ninguno de los dos se atrevió a romper el silencio...