POV Charles
Mi nombre es Charles Guerra, no tengo una vida de superestrella, trabajo a diario como cualquier persona del común, pero mi trabajo va más allá de trabajar para conseguir dinero, lo hago por mi familia por el legado que ellos me dejaron.
Mientras daba la mano para despedirme de los señores con quien acabada de cenar no podía evitar pensar lo desastroso que podía ser no conseguir este trato para la compañía familiar, estábamos en ascenso y mi tío esperaba mucho de mí, no por él, por la memoria de su hermano. Yo era el heredero del 70% de todo el conglomerado por ser el único hijo de mis padres ya fallecidos. Hacían 20 años mis padres habían muerto en un accidente en unas de las vacaciones en otro país, eso dejó devastado a mi tío y a mi huérfano a los 13 años, debido a que mi padre el único hermano que tenía. Mi tío se convirtió en mi mentor y me dio el amor más puro que pude conocer, me educó y vio por mí hasta que pude hacerme cargo de lo que por ley me pertenecía.
Mi tío Sergio, tenía un matrimonio de 45 años con una esposa tradicional y bella, Gabriela, tenían dos hijos, mi prima la mayor era la jefe de mercadotecnia de la compañía estaba casada con 2 hijos, la adoraba. Mi primo era abogado, fue siempre independiente, nunca quiso tener nada que no fuera conseguido por él, sin embargo, mi familia se las arreglaba por darle la mano. Siempre fue mi mejor amigo, a pesar que era 10 años mayor. Se casó con alguien que mis tíos no veían con buenos ojos, aunque nunca lo dijeron, se podía percibir. Estaba recientemente en trámites de divorcio.
Estábamos trabajando arduamente con un plan de negocio en la compañía para expandirnos, y crecer internacionalmente, la reunión tuvo lugar en la sede de Guerra y asociados, con algunos posibles inversionistas, a los cuales se les estaba presentando las propuestas y luego de ella, extendí la invitación para cenar en el restaurante del hotel Mayorca. Una vez culminada, me despedí formalmente y me dirigí al bar.
Una vez sentado en la barra pedí un whisky, y le escribí un mensaje a mi prometida, para preguntarle cómo le iba en su sesión de fotos en New York. Ella era hermosa, por algo era modelo, me sentía bien con ella y me daba algo de estatus, sin embargo, mi amor no era tan grande debido a que cada que podía le era infiel, me comprometí con ella porque debía tener herederos y dar una imagen de estabilidad. Pero no por eso, había dejado de ser el hombre mujeriego que solía ser, nunca me había enamorado, lo más cercano a una relación normal era la que actualmente tenía, no obstante, me era difícil ser solo para ella.
Eran las ocho y media, y el bar estaba solo prácticamente, era miércoles y solo en la barra estaba esa mujer.
Esa mujer vestida de n***o, cabello recogido se veía mayor pero era se veía hermosa e impecable, no pude evitar pensar que en sus años de adolescencia pudo ser una joven extravagantemente bella. Su mirada no estaba aquí en el bar, estaba perdida en sus pensamientos y se veía como si estuviera agobiada. Yo estaba acostumbrado a que las mujeres se me ofrecieran, y ser el centro de atracción de cada lugar que visitaba pero tanto tiempo aquí y esa mujer ni se había enterado que yo estaba a pocos metros de ella.
Mis intenciones no era acostarme con ella, pues evidentemente era mayor y yo estaba acostumbraba a hacerlo con mujeres bellas y jóvenes, pero tenía cierta curiosidad de que hacia ahí, podía ser una huésped y estaba en la ciudad por negocios o simplemente una alcohólica que venía entre medio de semana a calmar su sed, no sé porque me sentía atraído a saber porque estaba ahí y que pasaba por su cabeza.
Me acerque y la saque de sus pensamientos y atribulaciones, al principio estaba reacia a responder mis preguntas y corresponder mi acercamiento, yo solo pretendía hablar un poco antes de ir a dormir o follar con alguna de las putas que tenía en mis contactos, sin embargo, me sorprendió lo divertida que fue y el poco interés que presentaba en mí, me di cuenta que solo necesitaba compañía.
Muy poco hablo de su vida personal, solo me dijo su nombre, Antonia, y a lo que se dedicaba y con tal pasión que me tenía entretenido. Un trago, dos tragos y no sé cuánto más tomamos hablando de cosas triviales, me sorprendió que no me pregunto a que me dedicaba ni nada que me pusiera en evidencia quien era o mi vida personal, se limitó a escuchar las experiencias que había tenido a lo largo de mi vida en mis viajes y fiestas con mis amigos.
En mis pensamientos agradecí que su cita no haya llegado, no hubiera pasado un rato agradable con una mujer que no se interesaba en lo que era, tal vez, eso podía deberse a que era mayor y no estaba pendiente a farándulas ni revistas. Miró su reloj, dándose cuenta que eran las doce, se exaltó y dijo “que tarde!!” me miro de una vez diciéndome “lo siento me tengo que ir”.
La mire y exclame
- “espera, no te vayas todavía” – un poco desesperado, aun no entendía porque estaba así, no quería que se fuera.
- Lo siento Charles, tengo compromisos mañana y debo descansar” indicó recogiendo sus cosas.
- Antonia por favor, déjame acompañarte a tu casa - le dije casi rogando, con la esperanza de al menos saber más de ella.
- no es necesario, tranquilo. Con tu compañía tan placentera me fue suficiente” respondió con un bello gesto y mirándome con ternura
Sin embargo, su negativa y su intención de alejarse de mi me hacía hervir la sangre, la tome por el brazo, la mire como quizás no la había mirado en toda la noche, lleno de un deseo inesperado y la bese. No sé por qué había hecho eso, esperaba que ella me correspondiera, sin embargo, no lo hizo, me abofeteo, lo que hizo que saliera mi fiera, la bese de nuevo en contra de su voluntad y su lucha, hasta que cedió y se dejó llevar, estremeciendo su cuerpo en mi abrazo.
- “déjame complacerte por una noche” le susurre con una voz cargada de deseo
- Ella respondió “Si” – mi polla palpitó
La recepcionista me dio la habitación 509, y puntualizó que disfrutáramos nuestra estadía. Yo iba a hacer más que eso, estaba tan excitado por aquella mujer, que esperaba por mí al lado del ascensor, ese vestido pegado a su silueta la hacían ver tan atractiva.
A la acción.
A la mañana siguiente desperté, y ahí estaba ella durmiendo cansada de la faena de hacia unas horas, pues estuvimos unas tres veces, estaba tan hambriento de placer y ella podía dármelo sin ninguna condición. Me aproveche de su sed. Sin embargo, de vuelta a la realidad, ella había sido la diversión de esa noche y debía volver a mi vida, le escribí una nota
“Antonia, hermosa Antonia, gracias por lo de anoche. Eres simplemente ardiente”
Salí del hotel con una sensación de culpa, debido a que ella era diferente a las otras mujeres con las que tenía sexo, principalmente porque la seduje sabiendo que ella no buscaba eso y menos yo, pero nada podía hacer yo tenía una vida y ella también aunque no supiera nada de ella.
Fui al apartamento, me arregle para un día extenuante de trabajo, tenía una reunión con mi tío, mi prima y los jefes de los departamentos del conglomerado para ajustar algunos aspectos del plan de negocios de la expansión de la empresa.
Una vez en la sala de juntas, mi prima explicó que había un pequeño inconveniente con una de las empresas de la compañía, no era una gran empresa, era mediana, estaba teniendo problemas de publicidad, estaban estancados en ventas, era un empresa de fabricación y distribución de muebles de casa, y que ella veía necesario hacer una campaña publicitaria para impulsar las ventas, y que se debía buscar una estrategia para involucrar a las pequeñas empresas del sector publicitario de la comunidad como parte de nuestra política social.
Mi prima Susana siempre tuvo tacto para todo lo de mercadeo y publicidad y confiaba profundamente en ella, acepté su propuesta y seguimos discutiendo los otros temas ligados a la junta de socios que tenían que ver con la internacionalización del conglomerado.
- “que tienes hoy?” me preguntó mi tío – no podía negar que estaba un poco aturdido en el día de hoy, no tan activo como solía estar siempre.
- “no dormí bien” le respondí
- “¿solo eso?” preguntó mirándome a los ojos – mi tío es la persona que mejor me conoce y sabía leer cada expresión de mi cara.
- “no te preocupes Tío Sergio, no es nada que no pueda olvidar o solucionar” le dije para tranquilizarlo.
El asintió, sin embargo, no podía dejar de pensar en aquella mujer en el hotel, me sentía un poco avergonzado por haberla dejado ahí como suelo hacer, después de tener sexo con cualquiera de las putas de esta ciudad. Pero me sentía más extraño por pensar o preocuparme por ella, si ni siquiera es mi prometida.
Recordé a mi prometida, viendo sus mensajes en la pantalla del celular. Natalia Ventimiglia, una mujer hermosa, modelo de pasarela, ojos azules, 1.8 metros de estatura, casi éramos parejos, con un cuerpo espectacular, de buena familia, teníamos un poco más de un año de relación, me establecí con ella, pues cumplía con los estándares que necesitaba para una esposa.
Estaba pasando una temporada en Nueva York, por la semana de la moda, pues era muy apetecida por los diseñadores. Para mí era un alivio, su personalidad era algo difícil y por lo general chocaba con la mía, pero siempre no las arreglábamos para follar sin vergüenza y con ganas.
A veces pensaba, o creía que ella sabía de todas mis infidelidades, y tal vez me amaba mucho porque de ella nunca había recibido algún reproche o reclamo. Lo que yo hacía estaba mal, pero no sé qué me pasaba que no podía estar solo con ella, no quería aceptarlo pero Natalia no me llenaba lo suficiente. Pero la necesitaba a mi lado.
Las palabras de mi tío me sacaron de los pensamientos - “debemos agendar todo lo concerniente a los acuerdos con los proveedores, es primordial dejar esto listo antes de que acabe el mes” sentenció.
Comprendí que debía dejar de pensar en cosas triviales y prestar especial atención a los negocios, a sacar adelante el legado que había dejado mi padre. Que tenía en mis hombros la carga, la responsabilidad por la que desde niño me había preparado mi padre, y posteriormente el señor sentado a mi lado y porque por asuntos de faldas no me podía desconcentrar y cometer errores que podrían afectar nuestro patrimonio.
Entonces decidí no pensar en ella, en Antonia. Solo fue una cogida, una cogida diferente, pero solo fue eso, ni siquiera sabía quién era, ni tampoco le deje algún indicio para que me buscara. Aunque no entendía porque me atrajo, será porque vi a pesar de sus años una inocencia inusual, combinada con experiencia.
Igual no era tan mayor, pero en serio no estaba dentro de mi tipo de mujer.
Así que Adiós!!