Yes, Daddy I

1261 Words
Lo miraba con desprecio, ese hombre me debía demasiado, su alma seria mía al menos que lo que me ofreciera fuera tan bueno como para dejar vivir a alguien insignificante. No podía seguir viéndolo a los ojos, eso solo me causaba rencor y frustración por no tener mi dinero, me debe tanto el maldito. Su mirada solo detallaba nerviosismo algo que siempre me a gustado, siempre me gusta ver esa mirada antes de matar a la persona. Pero en este caso depende. — Ya calla, tu voz es insolente. — traga con fuerza. Inútil humano, es egoísta tal y como pensaba. — Siempre dicen que se puede dar algo a cambio... Rió haciendo que su nerviosismo crezca, escuchar sus latidos solo me estresa aún más. Estoy incómodo en este momento, cuando llegó algo me incomodo y tenerlo enfrente mío tratando de hacerse el fuerte me da risa. — Depende, pero que me ofrecería alguien como tu a cambio de su vida. Sonrió con esa malicia que tanto intimida a todos en mi alrededor. Soy intimidante lo admito, soy el más horroroso Alpha en este universo. — Mi esposa, no la amo y solo estorba. — niego, recargo mi rostro en mi mano cansado de su horrible olor a alcohol. — Puedes verla, ella vino conmigo junto con nuestra hija. Chasqueo mis dedos para que mis guardias vengan por él. — No, no, no... — lo observo y detengo a mis guardias. — Preferiría algo de importancia en tu vida, pero como veo nada te importa más que apostar y golpear a tu esposa e hija. — traga duramente. — Yo solo golpeo a mi hija cuando anda en bares. — alzo mis cejas negando. — Eso no está bien. Hasta creo que tu esposa y hija estarían mejor sin ti. — sonrió haciendo que baje su rostro, aprieta sus manos y sonrió por lo débil que es. — Yo amo a mi hija, y no quiero que vaya a esos lugares... — Tienes miedo que se convierta en una basura como tú. — asiente. — Vaya, es bueno que admitas que eres una basura, pero el golpearla aún cuando la amas no está bien. Miro sus puños, y luego su rostro serio. Esto me esta gustando. — Te doy a mi hija, es lo que más aprecio. — lo miro con seriedad. — Si la apreciaras tendrías un trabajo para verla crecer y pagarle sus estudios tal y como se debe, en cambio la vendiste para tener dinero. La violaron en tu cuidado y lo siguen haciendo, y tu lo dejas. Tú eres egoísta y no amas a nadie, no mereces estar vivo, solo has hecho que tu hija sufra y tenga traumas que la dañan en cada momento. Me mira asustado negando al ver que se más de lo que él tenía contemplado. — Ahora tu dime, ¿mereces vivir o morir? — ¡Tú no me puedes quitar la vida!, ¡tú eres el insensato y egoísta!, ¡yo no lo soy!, ¡tú me dejaste en la bancarrota! Niego, me incorporó y caminó hacia él mientras mis guardias lo agarran con fuerza mientras forcejear. — Solo recuerda algo basura, yo no te lleve a la quiebra tu solo lo hiciste, soy egoísta e insensato, pero al menos se tratar a una mujer como se debe y no dejó que nadie le toque un pelo, sería mejor padre que tú y cuidaría a mi hija prefiriendo dar mi vida que la de ella y nunca la hubiera vendido en mi vida. Pero lástima, no hay tiempo para procesar tanto. — su rostro cambia completamente. Niega frenéticamente, lo agarró del cuello y sonrió para que mi rostro sea la puerta de su infierno. Paso mi mano por su pecho y lo traspasó agarrando su inútil corazón, suelta quejidos y agarro su rostro para que mire como su corazón deja de latir hasta que sus ojos dejan de tener ese bello de vida. Guardo el inútil corazón en uno de sus bolsillos y me limpio con un trapo su sangre, observo como mis guardias se lo llevan y sonrió feliz por haber matado a alguien hoy. Salgo de mi estudio y escucho unos chillidos, frunzo mi ceño confundido por escucharlos cuando se supone que nadie debe de hacer ruido. Camino siguiendo el sonido de esos suaves chillidos que no me causan dolor por una extraña razón. — Señor el fallecido dejó a su hija esperando junto con su esposa, pero ella se fue dejando sólo a la joven. — asiento. Miro desde lejos a la niña que agarra con fuerza el oso de felpa en sus manos mientras llora. Olfateo su aroma sintiéndome raro por ese extraño aroma que ella desprende, sintiéndome ¿relajado?, chasqueo mis dedos haciendo que todos en la sala desaparezcan dejándome solo con la niña. Camino hacia ella con una gran tranquilidad que nunca había tenido desde nunca, aspiró su rico aroma que me relaja aún extrañado por eso. — ¿Papi? — dice al verme, su mirada cambia a una de miedo al solo verme algo que no me gusta. — Eres de esos amigos de Papi que les gusta hacerme daño. Niego, sonríe aún llorando y asiente. — Y Papi ¿donde está? — Se fue. Comienza a llorar, cubre su rostro y observó su pequeña estatura y desnutrición, ese maldito no la quería, nunca se preocupo. Bares, sí ajá. Creé que soy estúpido. — ¿Por qué Mami y Papi se fueron? — gruño al ver sus lágrimas, no me gusta verla así. — Eran malos padres. — le aseguró tratando de que deje de llorar por una basura. — Tu mamá, ¿por qué se fue? Comienza a llorar con más fuerza, la abrazó sintiendo como brinca por mi agarre, pero no se aleja, se recarga en mi hombro siguiendo con sus sollozos. Acarició su cabellera castaña quedándome atrapado con esos rizos que tiene. — Mami se fue, dijo que le queda poco tiempo. — asiento, sonrió al saber que la tengo para mi. Es mía, mi Luna. Yo la cuidare. La tratare como siempre debió ser tratada, y haré lo posible para que esos traumas que le provocó su padre desaparezcan. — Tu padre te dejó conmigo. Se aleja de mí y gruño levemente para no hacerla sentir miedo, trata de limpiar sus lágrimas pero estas no dejan de salir, agarro su rostro entre mis manos sintiéndola temblar por eso y limpio sus lágrima con delicadeza. — Tu no me harás daño como... Gruño provocando que sienta miedo. — No quiero que repitas eso, ya te dije que no soy de esos amigos. Yo no soy amigo de tu padre solo soy alguien que no debió conocer. — Pero lo negaste, no dijiste nada. — murmura, noto como agarra con más fuerza su peluche por saber que dijo algo que puede ser malo y suspiro negando. — Es lo mismo. Niega, me paro de la silla y acomodo mi camisa. Trato de estar algo cercano, en un punto en el que ella se sienta cómoda pero solo se pone detrás mío con miedo. — ¿Tu tienes comida? Asiento. — ¿Tienes hambre? Giro un poco mi rostro, miro como sus rizos se mueven con rapidez mientras asiente y sonrió. Mi Luna es completamente hermosa, observó cómo sonríe avergonzada por estarla viendo por demasiado tiempo dejándome ver sus dientes desalineados. Mi Luna tiene que tener una hermosa dentadura, aunque sus dientes en este momento la hagan ver tierna. — Oh, mi Luna.... 
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD