Las alianzas peligrosas a veces llevan a resultados más satisfactorios… Nessa Carvajal.
Avon Williams
Respiro entrecortada pasando las manos por la cara interna de mis muslos, la respiración se me corta cuando toco la humedad de mi entrepierna a medida que subo la mano derecha tocando uno de mis pechos, me muerdo el labio buscando concentrarme en el placer que deseo tener justo ahora.
Muevo la mano más rápido metiendo dos dedos en mí jadeando ante el toque deseoso que ejerzo sobre mi clítoris con mi mano izquierda.
¡No es suficiente!
Estiro la mano buscando mi objeto favorito el cual empieza a vibrar tan pronto lo enciendo, reprimo un gemido cuando lo paso por toda mi intimidad sintiendo la jodida gloria cuando separo mis labios metiéndolo solo un poco, hundo los dedos de los pies en el colchón cuando ejerzo presión metiendo la mitad dentro de mí.
Sigo el mismo ritmo dentro, fuera, aprieto con fuerza mi labio cuando siento como todo el placer se me acumula en un mismo punto obligándome a mover el consolador más rápido.
Mi orgasmo llega justo cuando la trompeta de las cuatro de la mañana suena, me levanto feliz de la cama caminando a pasos que me salen lo bastante sensual como para quedarme posando en el espejo totalmente desnuda aumenta mi autoestima en una rápida terapia de espejo.
Me paso las manos por mis curvas aceptando que soy arte, mi belleza es natural y por ello no me da pena verme de semejante forma pues el arte se admira. Siempre les digo a mis amigas.
—Disfruta mucho esa versión de ti que eres contigo misma, esa perversa que puede tocarse a solas cuando siente que el deseo la va hacer explotar, estando sola deja salir tus demonios y deja que tus tentaciones por meter tus dedos en ti te hagan vibrar el cuerpo por el deseo que tu propio cuerpo te produce, nadie te admirar como tus ojos lo harán por ti.
Me meto a la ducha tratando de bajar el lívido que ha vuelto a subir, cambio la temperatura de tibia a helada para que me baje la excitación, me seco colocándome mis cremas corporales, desodorante y loción, saco del mini closet un vestido rosa palo que se apega perfectamente a mis curvas, me maquillo el rostro resaltando solo las pestañas, cejas y los labios.
Siempre soy puntual a la hora de la entrada a mi turno, hoy me toca doble guardia por las faltas que tengo, debido a eso se eligió una jea interina y por lo veo está haciendo un excelente trabajo. El hospital está regido por una serie de reglas que a mí me saben a pepino, las enfermeras deben llevar el cabello amarrado y hace dos meses se aprobó que los médicos igual, yo estoy aquí para trabajar no para un concurso de belleza, entro a mi oficina y lo primero que observo en un ramo de girasoles, son pocas las personas que saben que son mis favoritas porque soy alérgicas a las rosas.
Sonrió, el corazón se me acelera y siento sudor en las manos, es un hermoso detalle por parte de Uriel para disculparse, me siento en la silla y ordeno un café extra grande para el frio mientras destapo el sobre que traen los girasoles.
"Para la doctora más hermosa que mis ojos han podido admirar" HK
— ¿HK? — Esto si es muy raro, tocan a la puerta —Adelante — Veo a Juanita la señora más humilde que conozco, entra con mi café y se despide, la nota sigue en mis manos y por más que intento unir nombres no logro descifrar nada.
"Alina, ¿Puedes venir un momento a mí oficina?
"Claro que si Doctora"
Dos golpes en la puerta le dan el paso a mi asistente, bajita de piel blanca como la nieve y cabello rojo como el fuego, lo más hermoso de esta mujer son sus pecas.
—Alina ¿Quién trajo las flores?— ella niega sin saber la respuesta, le agradezco y se marcha dejándome con la duda más grande de mi vida.
Treinta minutos después me coloco mi bata y doy paso a la primera paciente, una mujer de 35 años de edad con síntomas evidentes de anemia, se queja de dolor en la zona pélvica.
—Buenos días, soy la Doctora Avon Williams — ella sonríe a medias, mi mayor preocupación es la palidez que empieza a tomarse todo su rostro.
—Doctora me duele mucho, y siento como si algo me golpeara desde dentro — anoto sus datos y la hago pasar para una rápida revisión, se acuesta en la camilla mientras yo le coloco el tensiómetro, la tensión la tiene demasiado elevada y empieza a sudar.
Vuelvo al escritorio y marco código azul en mi consultorio, vuelvo con la paciente que ahora está vomitando con rayitos de sangre, tomo el estetoscopio y le escucho los latidos del corazón, entran dos enfermeras, que me ayudan a estabilizarlas mientras ordeno los exámenes de rutina que me darán un diagnostico confirmado, la cedamos para que pueda descansar y le aplicamos medicamentos para el dolor.
Termino con los tres pacientes siguientes y vuelvo a revisar los signos de Teresa la paciente que empieza a despertar del sedante.
—Doctora— intenta sentarse pero la detengo — ¿Qué sucedió?
Le voy a explicar cuando entra la enfermera con el historial clínico de Teresa y los resultados de los exámenes. Los chequeo a fondo y como lo presentía.
—Teresa, estas en un estado donde debe cuidarte demasiado— ella me mira sin entender nada —Estas embarazada, por eso tus síntomas y la anemia es por la baja de hierro, a tu edad se considera un embarazo de alto riesgo— ella niega y llora, pero al mismo tiempo sonríe como si fuera producto de un milagro.
—No puede ser.
—Cuando hablamos de un embarazo de alto riesgo, nos estamos refiriendo a que, debido al embarazo mismo, tú o tú bebe pueden tener algún tipo de complicación de salud. Ojo debemos remarcar que se trata de un problema muy puntual, ya que afecta únicamente al 10% de las mujeres en estado de gestación, sin embargo, es importante conocer su existencia y diagnóstico. — Ella asiente escuchando atentamente —Durante un embarazo de alto riesgo, suelen tener lugar algunas situaciones ginecológicas, médicas y obstétricas que pueden hacer peligrar la salud de los implicados. Esto no significa que, por tener este embarazo, vaya a suceder algo malo sino que, simplemente, se tienen que extremar las medidas de precaución. — ella sonríe mientras se limpia las lágrimas.
—Esto es un milagro doctora, mi matrimonio estaba a nada de romperse por no poder concebir, mi esposo me pidió el divorcio porque para él es muy importante tener descendencia, ahora con eso podremos al fin tener nuestra vida perfecta. Gracias doctora— me abre los brazos y me es imposible no aceptar el abrazo de una madre que estaría dispuesta a todo por sus hijos.
Eso me saca varias lágrimas al recordar a mi nana, de mi madre son pocos los recuerdos que tengo de ella en niñez pues siempre estaba de viaje por su trabajo, siempre era mi nana la que estaba en todo momento, mi madre solo llegaba daba a luz y cuando podía caminar se iba.
Salgo de mi horario laboral de consultas con una enorme sonrisa en mi rostro, nadie podrá opacar esta sonrisa hoy, de hecho nadie puede en ningún día.
Me subo en mi 4runner, y me dirijo al tránsito ladrilloso de cada día, en Seattle es una verdadera tortura, con el tiempo de sobra que estoy perdiendo decido llamar a mi agente de inmuebles para poder adquirir uno nuevo, el otro lo pasare a nombre de Uriel en cualquier momento.
Cierro trato por uno cerca del comando, con una increíble vista y una elegancia exquisita, me indican el número de cuenta donde debo cancelar el dinero de la compra. El sonido de los autos que tengo detrás me traen a la realidad, ya la cola del tránsito se deshizo y soy yo quien lo tiene trancado, acelero dirigiéndome al departamento que comparto con Uriel.
Saludo a Carlos el portero del edificio y subo, encuentro a Carmen la señora que viene dos veces por semana a limpiar, el ambiente huele a lavanda y es refrescante. La veo limpiar la biblioteca de la sala mientras tararea una melodía.
—Señora Carmen cuando pueda entre a la habitación principal— la escucho asentir mientras yo me quito los zapatos y observo la foto que reposa en la mesita de noche.
Estamos Uriel y yo en nuestra primera cita, su sonrisa es hermosa y la mia ni se diga, sentía mariposas en mi estómago, nos encontrábamos en el concierto de mi banda favorita, Imagine dragons. Nos acompañaban todos sus amigos y los míos y la noche en sí estaba realmente preciosa con un toque mágico.
—Aquí estoy señorita Avon— volteo viendo a Carmen con su moño tan característico de ella en forma de cebolla, algunas gotas de sudor ruedan por su rostro, detengo la mirada en sus ojos y verlo me llenan de paz.
—Necesito que por favor empaque todas mis cosas, las meta en mi maleta y me las deja lista dentro de una hora— ella asiente sin preguntar nada y eso es lo que tanto me gusta de sus servicios que ella no pregunta, no escucha y mucho menos comenta nada.
Miro el reloj sobre la cama y aun me quedan dos horas para mi entrada al comando, recorro todo el apartamento donde inicio mi historia de amor y donde está acabando porque ese ramo de girasoles si los hubiera enviado Uriel, las cosas seguirían igual, no soy mujer de verme en el comando con una pareja de la mano el cual tachan de traidor a su propia ley.
Se lo pregunte y no lo afirmo pero tampoco lo negó, me siento en la cama con un vacío en mi pecho, a Uriel Smith no lo amo y nunca podre amarlo porque ese es un sentimiento demasiado fuerte que no se tiene por cualquiera, sé muy bien lo que quiero y lo que valgo y no sería capaz de confundir agradecimiento con amor.
Si lo quiero con toda mi vida, pero querer y amar son cosas muy diferentes, me ha regalado clímax que son únicos pero el placer y el amor tampoco son iguales.
Me quito la ropa y los ojos de Carmen recaen en mi desnudez, sonrió entrando al baño, la verdad tengo mucha confianza en mí y en mi cuerpo, me canse de ser humillada hace mucho tiempo, y desde que cree esta fase de mí, la vida me ha sonreído en muchas formas.
Termino de aplicarme la crema para el cuerpo y roció perfume en mis pechos, me coloco la ropa íntima y me dirijo al closet donde aún mi uniforme no está empacado, saco uno y me lo coloco, al fondo del closet veo una foto y más que una foto es un recuerdo que me llena de orgullo.
Son mis amigas y yo el día que logramos capturar nuestro primer criminal, para el segundo operativo cada una fue envía a centrales diferentes, dependiendo su país por misiones secretas que debían terminar en poco menos de dos meses.
Ahora todo tiene sentido, el coronel mentiras no envió a Laura porque si lo hacía perdería su polvo de todas las jodidas noches.
Me aliso el cabello y retoco mis pestañas con rímel, miro mi imagen delante del espejo y estoy conforme, mi uniforme es básicamente un pantalón pegado y algo n***o, una camisa de manga corta negra con el logo del comando y una chaqueta de cuero negra obviamente, para cada ocasión tenemos un uniforme y este que llevo hoy es para investigaciones oficiales que salen del comando, el overol es para investigaciones dentro del comando y los demás dependiendo la ocasión del combate.
Llamo a uno de los choferes del comando para que venga por mis cosas cuando estén listas y las lleve a mi nueva dirección, antes de salir le indico a Carmen cual es mi nueva dirección para que pueda ir a limpiar cuando termine aquí, del comando salgo en cuatro días así que cuando salga quiero encontrar un lugar digno de mí, me dirijo a mi camioneta mientras marco a la decoradora de interiores más fastidiosa que conozco.
—Amor mio— ruedo los ojos saludando a Leslie la hermana de Laura.
—Es sencillo— se hace un silencio en la línea algo incómodo y de pronto un jadeo suena —No puedes dejar de coger ni cuando hablas por teléfono— le reclamo mientras rio como loca, ya se parece a su hermana con tal y no sea con alguien del comando.
— ¿Qué demonios quieres, haces que me desconcentre animal? — mi risa suena más alto, pero logro controlarla.
—Es sencillo como dije, compre un departamento nuevo en Windermere y necesito que lo amuebles y decores, elegante y casi lo olvidabas tienes cuatro días— la escucho quejarse —Te enviare la dirección nueva y por favor acaba o ese pobre hombre te va a dejar por pésimo polvo.
—Perra— le tranco el teléfono y estaciono en mi lugar de siempre.
Subo a mi oficina compartida que por el momento está más sola que mi nueva casa, confió en que me ascienda para estar con mis amigas.
Suena mi teléfono y un número desconocido y de paso protegido se ve en mi pantalla.
"Agente Williams"
"Agente que gusto escucharla" reconozco la voz casi al instante, es el preso que deje escapar.
"Me podrías decir tu nombre para saber cómo llamarte"
"Usted puede decirme Max" su voz suena algo lastimada.
"Muy bien Max ¿estás bien?"
"Que dulce es usted preocupándose por mí, pero si estoy bien" se hace un silencio en la línea como si pensara. "Le seguí el rastro a Bianco pero lo perdí en Italia"
"Su territorio" el afirma
"La llamaba para saber si uniendo nuestras fuerzas se podría"
"Acepto” no dejo que termine la frase pues necesito llegar a Adriano antes que él llegue a mí.
"Esta consiente que esta es una sociedad peligrosa"
"A veces lo peligroso siempre es más tentador"
Cuelgo el teléfono con el sin sabor que algo más hay detrás de esta llamada, las iniciales HK vuelven a mí y no sé porque se me hacen tan familiares y al mismo tiempo tan desconocidas.
Vuelvo a mis obligaciones tomando la carpeta con la información del caso activo, paso dos horas pegada de la computadora buscando más información, logro hacer un par de llamadas que me dan una ubicación exacta por lo que llamo a mi capitán al mando.
—Coronel Marcus, aquí Williams con reporte del caso 0-0-1-8, el cual está en proceso y activado desde hace 11 horas— escucho como afirma al otro lado de la línea
—Proceda y no me haga perder el tiempo Williams— medio me aparto el teléfono del oído por el grito que pega.
—Los Carric están operativos aun y según información de una de mis fuentes están cerca de las bodegas abandonadas por el kilómetro 320 saliendo de la ciudad.
—Bien, siga investigando y más tarde convoque una reunión que se les presentara al nuevo coronel— estoy por responder cuando cuelga.
—Estúpido infeliz no soy su secretaria— ruedo los ojos activando el sistema de TEMF buscando información sobre los grupo criminales más pequeños que están en retención.
Son esos grupos que están detenidos en su totalidad, algo me dice que los Carric son descendencia de uno de estos grupos, matan igual y de paso llevan la misma marca.
“Los Kharryola, fueron detenidos hace más de 3 años acabando con su centro de actividades, en el lugar de los hechos fueron recuperados más de 500 toneladas de cocaína, armamentos de corto y largo alcanza e incluso armamento jamás antes vistos”
Sigo bajando buscando la descripción de los asesinatos pero tengo el acceso restringido al tener un cargo tan inferior
Saco el teléfono llamando a Ariel Blue.
—Ratita sucia— respondo cuando dicen hola en la otra línea.
—Si quieres coger ve con tu novio Williams— ruedo los ojos ante su sarcasmo.
—Vamos agua de alcantarilla necesito un favor enorme tuyo
—Voy en camino tonta.
Cuelgo más que feliz porque con su código obtendré más información, solo espero que el nuevo coronel sea digo de su puesto y no un imbécil más.