Esa jodida manera que tiene la vida de joderme... Nessa Carvajal.
Avon Williams
Estiro el brazo buscando a mi excelente novio, pero no encuentro a nadie a mi lado, la intensa trompeta que suena a las 4:00am de la mañana se activa irritándome el humor, me levanto en medio de tropezones por la oscuridad que reina en la habitación entrando al baño tomando varias bocanadas de aire para volver en sí.
Enciendo la luz observando mi cabello despeinado y las ojeras bajo mis ojos, me lavo los dietes quitándome un poco de pesadez de encima, me meto debajo del agua fría la cual eriza mí piel, me lavo el cabello intentado quitar los nudos con los dedos, salgo tomando la crema de peinar que rara vez uso porque me pone los cabellos grasoso pero que en ocasiones me salva la vida quitándome los nudos producto de no peinarme tan seguido.
La segunda repetición de la trompeta me avisa que ya pasaron treinta minutos y ya casi debo salir a encontrarme con mi teniente al mando, me aplico el desodorante en las axilas y la colonia en los puntos que considero importantes, deslizo por mis piernas las bragas de algodón que me gusta usar con el uniforme de entrenamiento, una vez arriba me aplico crema en las piernas colocándome el pantalón verde militar que exige el reglamento debe ser el uniforme. Ajusto las trenzas de las botas, pasando por mis brazos la camisa verde militar a juego con el pantalón, alzo las manos tomando el cabello en un moño bajo al cual le doy forma de cebolla para que no me estorbe mientras entreno.
Cierro la puerta saliendo justo a tiempo a la par con Laura quien trae cara de pocos amigos.
—Me parece que alguien no paso buena noche— sonrió observando cómo me saca la lengua dándome un beso en la mejilla mientras seguimos caminando — ¿Qué diablos te paso?
—Digamos que mi amante de media noche no llego a media noche— sonrió intentado ocultar la carcajada que quiere salir de mí.
—Bueno no te prometo nada, pero tratare de no burlarme de ti— dobla sus ojos mientras yo no soporto las ganas de reírme.
Seguimos caminando hasta encontrar a John a medio camino antes de bajar las escaleras, lo abrazo por la cintura al recordar que ya casi se acerca su ascenso.
—Buenos días sapito— se voltea devolviéndome el abrazo.
—Buenos días ranita preciosa— me besa la frente, me pasa un brazo por los hombros bajando las escaleras conmigo pegada a sus costillas, saluda a Laura quien responde con una leve seña.
Desde que entre a este comando Kimberly, Nassia, Laura, John y Ariel se convirtieron en mis hermanos y hace poco se unieron Lourel, Andrea y Venus a nuestra hermosa familia.
Ellos saben lo duro que es tener una vida normal fuera del comando porque a cada nada necesitan de nuestros servicios y es estresante no tener tiempo para las relaciones amorosas o la familia. Uriel no tiene ni cinco semanas que me pidió matrimonio y a cada nada me recuerda que debemos montarnos en los preparativos, yo acepte para no darle una mala respuesta ante tantos soldados que vieron la proposición, pero sinceramente no sé si este preparada para ello pues estoy en pleno inicio de mi carrera militar como para pararla ahora para ir a planear una boda que de seguro no disfrutare.
Ni siquiera he tenido el valor de decirle te amo y mucho menos creo podre decirle eso porque aun ese sentimiento no nace en mí.
—Todos formen filas, YA— habla el teniente Marcus Miller, obligándonos a correr en nanosegundos.
—Hablamos más tarde sapito— le digo en medio de un susurro a John quien busca la fila de su capitán al mando.
Me posiciono detrás de Marcus quien se posa firme ante la presencia del coronel Adriano Bianco, camina como si todo esto le molestara llegando al centro del lugar donde nos observa como si fuéramos cucarachas.
—Tenemos una misión en puerta y dependiendo de su rendimiento hoy los agentes novatos especiales serán ascendidos pues se necesita de la mayor colaboración posible, quien tenga más estrellas al finalizar la semana será nombrado teniente —Camina de un lado a otro observando hasta el minúsculo detalle — ¿Están seguros que podrán con los retos que deben superar?
—Señor, si señor— respondemos todos unidos sonando aquel coro como lo que es, un coro militar que desea obtener el puesto deseado.
—Una última cosa, de hecho es la más importante— se le acerca su secretaria quien viste elegantemente —No todos tendrán ese puesto solo los mejores cinco— nos observa por última vez y se retira del lugar dando paso a los gritos de todos los tenientes que nos ponen mano dura por las siguiente cinco horas.
El sudor corre por todo mi cuerpo a medida que subo y bajo los obstáculos del circuito que me toca en esta estación, son tres estaciones por días, por lo que me muevo con destreza y agilidad llegando a mi siguiente circuito el cual completa los tres circuitos de hoy.
Me meto por las enredaderas deslizándome por debajo de los cauchos que me llena la ropa de lodo, subo enceguecida por el tan esperado premio, trepo los escalones que me llevan a las cuerdas por las que me muevo aguantando el dolor, para esto entrene todas mis vacaciones para tener esto y más, entrene para conseguir más reconocimiento del que merezco.
El sonido de la trompeta que avisa que ya es hora de terminar me toma llegando a la meta final donde me permito tomar aire a profundidad observando a mis compañeros los cuales llegan detrás de mí.
John me alza los pulgares desde su lugar de teniente dándome ánimos mientras Laura bebe de su soda como si fuera algo fácil de hacer.
— ¡Es todo por hoy! — grita Marcus haciendo que todos corran a los baños mixtos a quitarse el lodo de encima.
Jamás me ha gustado compartir baño con nadie y más desde que Uriel logro que me dieran una habitación de tenientes, ese no es mi rango, pero lo agradezco en el alma entrando a mi ducha dejando que todo el lodo se pierda por el ducto del desagüe junto al agua que empapa mi cuerpo.
Me lavo el cabello quitándome la crema de peinar dejando un agradable olor a vainilla, me seco rápidamente y salgo encontrándome con Uriel en la habitación.
—Buenos días amor— Me enseña una rosa roja la cual acepto pegándome a su torso —Felicidades, hoy estuviste grandiosa amor.
—Gracias cariño— lo veo salir mientras yo busco mi uniforme de agente novata especial, el cual consta de un traje cuerpo completo verde que me hace lucir sin nada de gracia. Pero ni una sola curva me saca.
Salgo directo a la oficina que comparto con 8 de mis compañeros agentes, le hago señas a Oscar mi asistente quien llega de inmediato con los pendientes de esta tarde.
—Buenas tardes, agente Williams, su padre la ha llamado avisando que no podrán verse este fin— asiento nada sorprendida que una vez más me cancele la cita. —En su perfil del comando podrá ver la nueva misión de recolectar información de esta semana— Asiento una vez más sin muchas ganas de seguir como bibliotecaria buscando información para que otros se lleven el reconocimiento que es mio.
Media tarde perdida buscando información de los mafiosos, información innecesaria porque de ellos solo se sabe lo que los altos jefes deciden, maldigo el día que llego el nuevo coronel, es más idiota que cualquier idiota que conozco. Hace dos días tenía una buena pista de los italianos, pero el señor missidiotes lo tacho como mala información, ahora que lo pienso lleva meses rechazando la información que se le da de los carteles.
Algo esta pasando por mi mente y no son cosas buenas precisamente, pero tampoco son la clase de cosas malas que me gustaría hacer con Uriel mismo que las tacha como impropias. Saco mí teléfono y marco el número de Uriel, suena tres veces y me manda al buzón, intento dos veces más y es exactamente lo mismo.
—Piensa Avon piensa— Llamo rápidamente a Laura, y al segundo pitido me responde con una voz agitada.
"Qué demonios quieres inoportuna" rio porque de seguro le dañe un polvo, pero eso me da igual
"Te necesito en mi oficina ya" cuelgo y sigo riendo por ver la cara de mi amiga, llevamos mucho tiempo de conocernos es médico igual que yo, con la diferencia que ella es teniente y yo soy un rango menor, entro a la oficina de tenientes y paso al computador de Uriel, introduzco la clave y accedo al sistema de la base de datos del personal.
—Con que Adriano Bianco— ese nombre me suena y no sé dónde lo escuche antes —italiano, residente de Sicilia, y Coronel desde hace 3 años— después de eso no existe datos disponible, algo se me debe ocurrir. Paso tres horas buscando información, revisando expedientes, sacando informes.
—Aquí estoy— doblo los ojos
—Joder Lau no pensé qué fueras tan lenta como para tardarte tres jodidas horas con un bendito polvo— se sienta delante de mi secándose el sudor.
—Usted lo ha dicho mi agente al cual puedo mandar, un bendito polvo creado por los Dioses del inframundo— rio por sus estupideces. — ¿Para qué me necesitabas?
—Adriano Bianco— Su silencio me perturba porque rara vez se queda sin nada que decir a su vez la veo pasar saliva — ¿Lau?
Se para y da media vuelta, está nerviosa, la veo caminar de un lado a otro y no me dice nada, lo que por inercia me da que su bendito polvo creado por los Dioses del inframundo es nada más y nada menos que
— ¿Te acuesta con el verdad? — se queda quieta, pero no me da la cara, la conozco está inventando una excusa pero está más que descubierta.
—Maldición— golpea la silla y se sienta —Desde hace 2 meses nos estamos acostando— respira y saca su teléfono con los mensajes que prueban su respuesta.
—Si sabes ¿Qué no es un coronel? ¿Laura Bianchi SABES O NO SABES QUE TE ACUESTAS CON UN ESTAFADOR DE MIERDA? — se pone aún más pálida y la veo a punto de desmayarse
— ¡Tú no sabes eso!— llora —Tu no dices la verdad, tu no.
Respiro y me toco el puente de la nariz pensando en frio, me cerco y me arrodillo entre sus piernas, toco sus brazos y la observo, sus ojos dicen que tienen culpa y esa culpa es a causa de que está guardando información — ¿Lo sabias verdad? — Asiente mientras se limpia las lágrimas y llora más fuerte, intenta abrazarme pero me aparto presa de la furia, camino y cierro la puerta caminando rápido a la habitación que a veces comparto con Uriel, entro y golpeo la pared, la furia se apodera de mi cuerpo.
El teléfono me vibra en el bolsillo, avisando el mensaje entrante de Uriel "Amor ¿estás bien?", tecleo una respuesta rápida y sigo procesando todo.
—Bien, pensemos con mente fría Avon— busco en los cajones un lápiz y un papel —Con esto me ganare el ascenso a un cargo oficial como el de teniente, los circuitos me darán más puntos, peor esto es un ascenso directo dado que sería mi misión número 8 que es la requerida para ascender — me quito el uniforme, siento que la ropa me aprieta y no me deja respirar bien por la rabia que tengo.
—Punto número uno: Se conocen— paso más de dos horas sacando los puntos que conecta a Laura con Adriano y solo me da que cogen desde hace cuatros meses pero no me queda claro como ella se enteró de todo, es decir a veces uno tiene una pareja de solo sexo y el coronel no se ve ese tipo de persona que anda diciéndole las cosas a sus amantes.
El sonido de la puerta me distrae, de seguro es Uriel que olvido sus llaves, ¡Pero si la puerta está abierta!
—Pasen— Nadie habla, solo está el silencio y mis pensamientos, me giro para ver a Uriel, pero mayor es mi sorpresa al ver otro rostro.
— ¡Qué demonios! — Un hombre, alto, de pie blanca y con unos ojos hermosos, labios casi perfectos me mira de pies a cabeza notando mi perfecta desnudez que solo es cubierta por escasas telas de encaje, mi seguridad es mucha así que no corro a taparme, comienzo a vestirme lentamente mientras espero que el desconocido se presente.
—Y bien ¿te quedaras todo el día mudo o me dirás quién eres?— Él sonríe de medio lado y sale de la habitación, dejándome cachonda, esa mirada tan intensa con la que me veía no podría jamás pasarla desapercibida, me peino el desastre de cabello y salgo de la habitación de Uriel, y me dirijo a la cafetería, con tantas rabietas olvide comer algo.
—Buenos noches señorita Williams, ¿Qué desea comer? — observo lo que hay disponible.
—Buenas noches Rosa, dame tres mini hamburguesa y dos coca cola, por favor que me lo lleven a la oficina del teniente Smith— Agradezco por el servicio y me marcho a buscar a mi novio.
Observo a todos lados y no veo rastro de la secretaria de mi novio, abro la puerta y lo veo sentado en su escritorio —Hola Amor— me acerco a besarlo y me recibe gustoso, estamos solos así que aprovecho a besarlo por todos los besos que no me dio en el día, baja a mi cuello e intenta quitar los primeros botones del uniforme pero la puerta suena avisando la llegada de nuestra comida, me levanto a recibirla y le agradezco al chico que la subió.
Son momentos como estos los que amo y me hicieron quedar encantada de Uriel, momentos donde solamente compartimos la cena y el me habla de su día y me pide detalles del mío escuchándome atento a lo que le diga, sin duda alguna es más de lo que pedí en la vida.
— ¿Por qué no fuiste al hospital? — tomo de mi bebida pasando la comida.
—Tu querido coronel me necesitaba para sacar información de los expedientes de la mafia, pues resulta que cuando se la lleve me la tacho de innecesaria— doblo los ojos cuando lo veo reír —Toda la mañana en eso para que no aceptara lo que conseguí —Estoy a nada de expulsar mi descubrimiento, pero necesito pruebas más sólidas para demostrarlo.
—Vamos a descansar mañana nos toca un día largo— Asiento recordando que mañana es el operativo para desmantelar una banda criminal que tiene menor poder pero que igual jode, los kilili, son unas ratas fastidiosas que no se cansan de ser exterminado, se reproducen como sabandijas.
Entramos a la habitación en medio de besos húmedos que me elevan la temperatura, y por estos momentos aun sostengo esta relación, estamos estables, somos increíbles juntos, hay poder cuando estamos en la cama a mi modo, porque al modo de Uriel es gatitos rosas.
Sigue tocando mi cuerpo a medida que lo venera y lo contempla con tanta pasión, no será un Dios porno pero sabe cómo subir la autoestima en cuestión de nada. Me toca como si fuera una obra de arte tan delicada y tan exquisita como un plato gourmet.
Acabamos rendidos y abrazados, hablando de lo que haremos en nuestro aniversario mientras poco a poco sus caricias en mi cabello me van dejando dormida.
La trompeta de las 4 de la mañana suena a lo lejos, alguien me mueve, pero estoy demasiado cómoda.
—Avon, cariño ya levántate estamos en código 3-2-15— maldigo internamente y salgo volada al baño, me baño a la velocidad de la luz y salgo a medio vestir, termino de abrocha mi pantalón y me coloco la chaqueta de agente novata especial, la cual es negra como toda mi vestimenta.
Alcanzo a llegar a la bodega de los armamentos y me cargo con mi Barrett M82, cuchillos por mis piernas y dos pequeñas armas Glock 19 en mi cintura, salgo y acomodo mi cabello, es la primera vez que estaré en un operativo como este, un 3-2-15 significa que un grupo de delincuentes rebeldes se tomaron la cárcel, y están haciendo motín.
Me reúno con mis compañeros entre esos Laura quien me mira y baja la vista.
—La misión es sencilla, se debe tomar control de la cárcel municipal, den de baja a todo el que no quiera ceder el poder y controlen la situación— el coronel saca un mapa y nos explica por dónde entraremos — ¿Entendido?
—SI MI CORONEL— Gritamos todos juntos y empezamos a subir a las camionetas, 10 minutos después estamos pisando el suelo de la cárcel municipal, dos de mis compañeros usan tubos de hierro y derriban la puerta de la cocina.
Todo está oscuro, usamos lentes especiales para mirar en la oscuridad, un olor a humo entra de la habitación siguiente, Uriel me coloca detrás de él pero yo no vine aquí para que me protegieran, salgo por la puerta de la izquierda con Laura a mi espalda y tres más, nos tomamos la dirección de mando y obtenemos las imágenes de las cámaras de vigilancia.
—Hay un solo hombre dando órdenes— hablo por el auricular que me comunica con todos al mismo tiempo —Los policías están amarrados en una de las celdas y están a punto de quemarlos vivos.
—Agente Williams mate al que da las órdenes— ordena el coronel, activo el auricular para responder pero
—Momento— Laura me toma— Algo sabe él que el coronel quiere que lo mates.
—Como usted ordene mi coronel— Silencio el dispositivo y le hago señas a Laura para que prosiga.
—Estaba dormida con Adriano en su cuarto y le entro una llamada, y tú sabes lo bien que soy actuando, me hice la dormida y escuche que él ordenaba que mataran a alguien, dos horas más tardes lo volvieron a llamar que se presentó un motín y fue cuando activo las alarmas.
Calculo, planeo, trazo y concluyo mi siguiente paso.
—Bien, ven conmigo— nos dirigimos al segundo piso que me dará la vista perfecta con la frente del delincuente. —Desde aquí tienes la vista lista para disparar— Le digo a Laura y le posiciono el arma.
—No, pero sabes que no me gusta usar este tipo de armas por mi accidente, no aun— le hago señas para que se calle, dos de los criminales llevan a Juan un agente especial inconsciente, llevo a Laura detrás de mí para cubrirla y me pongo de rodillas tapándome con las sombras, cuando los tengo delante saco mi Glock 19 le coloco el silenciador y disparo a matar.
Me acerco y aún tiene pulso el agente.
—Agente caído, repito, agente caído— reporto el estado del agente y lo dejo para seguir con Laura, terminó de posicionar el arma. —Lo único que quiero que hagas es, activar el rayo láser justo cuando diga "es tu fin" — ella asiente —Comunícate con Damon y dile que a mi señal saque de la línea de comunicación al coronel, será cuando diga “cobarde” — vuelve asentir y yo me doy la vuelta escapando por las escaleras.
Con la Glock en la mano, la guardo en la parte de atrás de mi uniforme, llego a una de las entradas y hago mi acto de aparición con aplausos, a medida que camino aplaudo y justo como quería todas las miradas se posan en mí.
—Caballeros buenas madrugadas— sonrió con descaro —Ustedes como que siguen el dicho de él que madruga Dios lo ayuda— sigo caminando y me le planto enfrente al que da las ordenes, un gran silencio reina en toda la habitación central de la cárcel y mi oído está a nada de explotar con las ordenes de mis compañeros.
Escucho la voz de Laura pasando la voz de mi plan y varios de mis compañeros acatan la orden de una novata.
—Sabes que acabas de entrar a tu muerte segura— sonrió, nada mejor qué sonreírle a los enemigos eso los pone a sentir la bilis en la garganta — ¡Mátenla! — da la orden y se da la espalda, actuó rápido y le indico a Laura que le dé la orden a Damon.
—Mátame tu cobarde— Se queda quieto y nadie es capaz de tocarme, para un criminal la palabra cobarde es la mayor falta de respeto posible. —Eres una nena que necesita de otras manos para matarme— en dos incluso tres pasos lo tengo cara a cara, alza la mano e intenta darme un golpe.
Me paro firme porque ni a él ni a nadie debo demostrarle miedo, y más aún cuando un hombre me alza la mano.
—Es tu fin criminal de mierda— más de 10 luces infrarroja se posicionan en la cabeza de criminal, le regalo una sonrisa triunfante y mientras él hace señas para que se calmen todos yo me acerco más a él.
—No quiero matarte pero colabora conmigo y te dejare tu motín en paz— Gruñe, desactivo mi auricular y me acerco a su odio —Adriano Bianco ha dado la orden de matarte— vuelvo activar el auricular separándome de él.
Me empuja, y niega varias veces, sus hombres se me vienen encima así que activo la glock mientras gritó que no lo maten, con mi arma derribo a más de cinco y los que siguen los acabo a fuerza de rabia, saco toda la furia que me hizo agarra Laura con sus malditas mentira y que el coronel nos quiera ver la cara, mis compañeros bajan y apuntan a todos mientras los que tienen las Barrett M82 siguen apuntando.
—Alto maldito imbécil— lo sigo por detrás de las escaleras y cuando intenta doblar a unas de las celdas me le tiro encima —Te dejare libre y seguirás siendo el que da las ordenes con tan solos decirme lo que deseo saber— se empuja y me da un cabezazo que me parte el labio de abajo.
Me levanto y me cuadro tirándole un golpe que lo desestabiliza, en el suelo queda tendido así que le propino varios golpes en las costillas.
— ¿conoces Adriano? — Se niega a responder así que utilizo la fuerza, dándole una patada en la entrepierna, chilla del dolor y afirma pero yo necesito más que una sola afirmación, saco mi auricular y le indico a Damon que mantenga al coronel fuera de las líneas y grabe la conversación que tendré.
— ¿Quién es? — escupe sangre de la boca y sonríe.
—Dio la orden de que me matara porque no matarlo yo primero— afirmo — ¿Me ayudara a matarlo? — Si algo he aprendido de la vida, el comando y la experiencia, es que jugar con la mente del enemigo siempre va de parte de aceptar lo que te pidan así sea que les mientas siempre y cuando sea para un bien.
—Te daré lo que pides.
—Adriano Bianco, Coronel de la T.E.M.F o mejor conocido como el maldito mafioso que controla el lado izquierdo del pentágono, bajo las normas y reglas del rey, no es coronel señorita esa rata que ordeno mi muerte es el líder de la mafia italiana.
Quedo en shock, doy dos pasos atrás y niego varias veces, mientras el sigue hablando.
—El señor Adriano es la mano líder de la mafia que manda sobre mi grupo criminal y el que diera la orden de mi muerte solo asegura una cosa, se desase de los grupos pequeños para llegar a la punta del poder.
—Agente— escucho la voz de Damon —Agente debe salir de ahí el coronel ordeno explosivos.
Reacciono en nano segundos y agarro al criminal de los brazos, lo ayudo a levantar y a paso apresurado lo saco por la puerta de servicios.
Rodeo el área casi corriendo, se me cae tres veces pero logro ponerlo de pie.
—Vamos que debo sacarte de aquí— no dice nada porque sé que también quiere salvar su vida, encuentro la salida de emergencia y salgo justo cuando los explosivos estallan arrojándonos a varios metros.
Los oídos me chillan y todo me da vuelta, me levanto aun aturdida y ayudo a mi nuevo ayudante a levantarse y a subirse a un auto.
—Escúchame, utiliza esta nueva vida que te estoy dando para vengarte bien y no regresar a esto— Me saco una tarjeta del bolsillo y se la entrego— cuando estés recuperado llámame para pagarte el favor— Asiente mientras yo corto y uno los cables que encienden el motor, me alejo y lo veo arrancar lentamente mientras volvemos en sí, segundos después toma velocidad y se pierde.
"Bien dicen que el enemigo de mi enemigo es mi amigo"
La adrenalina que estaba en mi cuerpo empieza a desvanecerse por lo que los músculos se me relajan y el dolor aparece dándome con todo, me muevo como puedo llegando a la pared donde me dejo caer lentamente, con los dedo intento llegar al fragmento de vidrio que tengo en la pierna que no había notado pero el simple hecho de tocarlo me hace gritar por el dolor, la sangre empieza a salir más rápido mientras mis recuerdos se hacen presentes.
—Para ya Eiji— me pongo las manos en la cabeza para que sus golpes no me marquen la cara.
—Cállate la maldita boca que solo yo puedo decidir cuándo parar.
Sus puños, patadas y jalones me dejan más débil que antes, por lo que mis lágrimas empiezan a salir.
Veo sangre en el suelo y buscó su origen encentrándolo en mi pierna, una pequeña herida que no para de botar sangren.
—Púdrete desgraciado— susurro solo para mi, pues el miedo me tiene poseída.
Empiezo a perder nitidez en la vista, mi oído pierde volumen pero logro escuchar pequeñas voces a lo lejos, intento mantenerme despierta pero el cansancio físico es más por lo que cierro los ojos un instante.
Las manos heladas de alguien me golpean las mejillas, abro lentamente los ojos observando a Laura con un semblante preocupado ante mí. Observo todo a mí alrededor y seguimos en el mismo callejón.
—Laura— hablo despacio.
—Calma, acabas de salir de una explosión— Me toma de los brazos para que me levante —Debo llevarte a que te revisen la herida de la pierna, has votado mucha sangre y mis manos no están limpias para curártela yo misma.
— ¿Todos están bien?
— ¿Qué si todos están bien? Joder que clase de pregunta es esa, ¿Williams acaso no ves el estado en el que estas?
Medio sonrió, afincándome en ella, avanzamos unos cuantos pasos cuando aparece Ariel en nuestro campo de visión, mi cuerpo se desvanece una vez más pero Laura es rápida a la hora de tomarme para que no termine en el piso y es Ariel quien me alza en brazos sacándome del lugar.
—Estas a salvo pollita preciosa— medio sonrió al escuchar el apodo que me puse cuando me vio mojada por la lluvia, desde ese día no para de decirme pollita.
—Debemos llevar a la primera ambulancia disponible, la herida de la pierna me preocupa— escucho la voz de Laura hablar con Ariel mientras yo no sé ni dónde demonios estoy.