VENGANZAS Y ACUERDOS

1648 Words
El primo de Catherine no perdió tiempo en comenzar a disfrutar de su regalo. En cuanto la mujer se retiró de su habitación, el hombre corrió hacia la cama para comenzar a besar y acariciar a Rebecca. Recorría despacio el cuerpo de la chica mientras comenzaba a desabotonarle el vestido. El hombre se subió sobre Rebecca y comenzó a frotarse sobre ella. En ese momento ella recuperó un poco la conciencia. Abrió los ojos y pudo ver al hombre que se encontraba encima tocándola de manera indebida. Gritó del susto e intentó zafarse del amarre, pero el sujeto la abofeteó para luego apretarla con más fuerza. El hombre comenzó a tirar del vestido de Rebecca para quitárselo, pero ella luchó para evitarlo. Forcejeó con él mientras intentaba alcanzar algo que le permitiera defenderse. Logró agarrar la lámpara que se encontraba en la mesa de noche junto a ella. Golpeó al tipo en la cabeza con todas sus fuerzas. La lámpara se rompió y el hombre se comenzó a quejar por el dolor, se apretaba la herida con las manos. Esta estaba sangrando. Rebecca aprovechó el momento para salir corriendo de allí. La droga que estaba dentro de su sistema la mantenía mareada por lo que no lograba andar muy bien. Se movía en zigzag tropezando con todo. Las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos. Dio gracias a Dios en cuanto vio el número de la habitación de Luciano. Tocó tan fuerte como pudo. Él apareció en el umbral. Su rostro se tornó en asombro en cuanto vio a Rebecca frente a él. La mirada de ella suplicaba por auxilio mientras comenzaba a llorar. El chico la abrazó para luego ayudarla a ingresar en la habitación. Luciano le trajo un poco de agua para que se calmara. Esta se sintió más segura con él por lo que pronto dejó de llorar, pero aún no se recuperaba, seguía estando mareada y con una sensación rara se estaba comenzando a apoderar de su cuerpo. La segunda droga había comenzado a hacer efecto. Rebecca explicó cómo pudo lo que le había ocurrido, Luciano se puso furioso. De inmediato llamó al jefe de seguridad para que buscara al hombre y se lo trajera. Después llamó a Velan y le ordenó investigar. - ¿Cómo te sientes? –preguntó Luciano acercándose a Rebecca. Se sentó sobre la cama junto a ella. En cuanto lo hizo esta comenzó a besarlo y tocarlo. Las manos de Rebecca recorrían el cuerpo de Luciano apasionadamente, mientras su boca jugaba con la del chico. Él intentó separarse por un momento, pero ella no lo dejaba. Él sabía que esa no era Rebecca, pues ella jamás actuaría de esa manera tan descontrolada y de inmediato supo qué le habían dado algo. Luciano se moría por seguirle el juego, quería besarla y hacer con ella todo lo que alguna vez se había imaginado, pero una parte de él se iba a sentir muy culpable de aprovecharse de la joven en ese estado. Él la conocía, sabía que Rebecca se arrepentiría al día siguiente cuando el efecto de la droga hubiese pasado. Así que aunque le costara, se aguantó. Se separó de ella y se puso de pie para ir a buscar un poco de agua fría, pensaba que con eso haría que reaccionara. Arrojó el agua sobre Rebecca y esta saltó debido a la temperatura del líquido, pero no la ayudó mucho con el efecto de la droga. Rebecca se sentía incómoda. Apretaba las piernas fuertemente debido a la sensación de picor que había surgido entre sus partes íntimas. Sentía que su interior le quemaba y quería calmarlo de alguna manera. Estaba deseosa por abalanzarse sobre Luciano y que la ayudara a aliviar su malestar. El chico al ver la manera en como Rebecca apretaba sus piernas, comprendió que tipo de droga le habían puesto. Se trataba de un afrodisíaco. Maldijo para si mismo. Odiaba tener que aguantarse en esa situación. De paso y para peor suerte, el agua que le había arrojado encima había causado que su vestido se pegara al cuerpo de ella por estar todo empapado. Los pezones de Rebecca podían notarse a través de la tela. Estos sobresalían puntiagudos como queriendo romper la pieza de ropa. Sus senos lucían redondos y exuberantes. Luciano cerró los ojos maldiciendo una vez más. Se estaba poniendo duro y no encontraba como controlarse. Rebecca comenzó de nuevo a abalanzarse sobre Luciano mientras él intentaba hacer su mayor esfuerzo por mantenerse tranquilo. Llamó al médico que se encontraba en el barco para que fuera asistirlo, necesitaba descubrir exactamente qué droga era y como revertir el efecto. El médico examinó a la chica y dijo que se encontraba bien de salud, pero la droga había causado una enorme excitación en su cuerpo. Él podía asegurar que se trataba de una nueva sustancia que había surgido. Era una afrodisíaco extremadamente potente, su efecto era tal que descontrolaba por completo a la persona y para su desgracia, solo podía calmarse con sexo, ya que por los momentos, no existía otra manera de aliviar las sensaciones que producía. Eso no era una buena noticia para Luciano quien intentaba respetar a la chica. - Por favor, ayúdame. Necesito… necesito tenerte dentro de mí –le dijo Rebecca con voz temblorosa. Se estaba volviendo loca. Luciano quiso abalanzarse de inmediato sobre ella, pero dudó. - No quiero que te arrepientas mañana. No quiero ser el imbécil que se aprovechó de ti –le explicó. Él la quería realmente y deseaba hacer las cosas bien con ella. - No lo haré. No me arrepentiré. Lo prometo –Luciano soltó una pequeña risa, algo le decía que si aceptaba, las cosas terminarían mal– Te dejaré una garantía –se apresuró a decir ella al ver que él no atendía a sus súplicas. - Está bien –respondió aceptando a la propuesta. Luciano buscó papel y bolígrafo y se los extendió a Rebecca quien continuaba soportando la sensación de picor entre sus piernas, comenzó a escribir su garantía. Colocando su nombre completo y datos de identidad, procedió a explicar en el documento improvisado como ella le solicitaba al joven que mantuvieran relaciones sexuales para ayudarla a acabar con el deseo desenfrenado que estaba sintiendo. Finalizó el texto firmando el papel y haciendo oficial aquel documento. Luciano tomó la hoja que Rebecca le extendió y tras leerlo rápidamente, corrió a guardarlo en una gaveta. Aseguró la puerta con el pasador y regresó a donde estaba la chica mientras en el camino se deshacía de su franela y pantalón. Comenzó a besar a Rebecca sin control. Ya no pondría límites a su deseo. Rebecca le correspondió de inmediato. Él la tomó brazos y la elevó mientras le separaba las piernas y las colocaba alrededor de su cintura. Con ella en esa posición y sin dejar de besarla, se apresuró hasta la cama donde se abalanzó. Luciano se apresuró por deshacerse del vestido de Rebeca y en cuanto sus pechos quedaron al descubierto, puso sus labios sobre ellos y comenzó a mordisquearlos con desespero. La chica se retorció de placer. Amaba la sensación que le recorría el cuerpo. Luciano acariciaba con sus manos cada zona escondida de su amante. Se sentía en el cielo. Nunca antes había estado tan duro como en ese momento, por lo que no quiso esperar demasiado. Se quitó con desespero el bóxer para luego retirar las pantys de ella. Se ubicó entre sus piernas y sin dudarlo, se introdujo de un golpe hacia dentro. Rebecca gritó por el dolor. En ese momento Luciano descubrió que ella era virgen y se arrepintió de haber sido tan brusco. La besó despacio y la acarició con ternura intentando calmarla. Buscaba compensar su ineptitud. Rebecca abrió los ojos y lo miró en cuanto sintió que el dolor de su intromisión había pasado. Luciano le regaló un tierno beso en los labios para después comenzar a moverse dentro y fuera de ella de manera suave. Ella le agradeció la delicadeza, pues en un principio se sentía un poco incómoda con la acción, pero de a poco, su cuerpo se fue adaptando al de su chico y pronto, el dolor se convirtió en placer. Rebecca comenzó a gemir suavemente ante cada embestida. Gemidos que Luciano luego acompañó. El ritmo se fue acelerando poco a poco hasta llegar al clímax haciendo que ambos gritaran de placer ante el cosquilleo que les recorrió el cuerpo. Sin embargo, aquello no se quedó ahí. Aunque ambos tenían el corazón y la respiración acelerada, solo necesitaron de unos minutos para recuperar el aliento y volver a comenzar. La droga que recorría las venas de Rebecca era muy fuerte y aunque el efecto había disminuido con lo que acababan de hacer, no sería suficiente para eliminar por completo la sustancia de su organismo. Durante toda la noche y el día siguiente, la pareja se mantuvo amando una y otra vez. Entregándose en cada ocasión todo el amor que se tenían. Rebecca siempre había soñado con ese momento y aunque en un principio lo había iniciado el efecto de la droga, no podía decir que todas las veces había sido así, ya que siempre se mantuvo consciente de lo que hacía y pudo disfrutar gratamente de cada momento. Luciano se sentía en el cielo. No se trataba solo de que finalmente había podido hacer suya a Rebecca y había resultado ser aún mejor que lo que había imaginado, sino que desde el primer momento en que comprobó que ella había sido virgen para él, estuvo seguro que aquel matrimonio del que ella le había hablado, era falso. No podía ser verdad que estando casada y sobre todo tan enamorada de su esposo como ella decía, pusiese seguir siendo virgen. Él había sido el primero y único en su vida y eso era algo que nada ni nadie lo podría cambiar.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD