Yo le tomé su mano y así se la sostuve por varias horas, el señor Lund solamente salió para hacer una llamada y luego se quedó a mi lado. El señor comenzó a desestabilizarse y cuando quise llamar al doctor que lo había visto él no me dejo ir, sostuvo mi mano con más fuerza. — No me dejes solo por favor, ambos sabemos que el final está por llegar y no me gustaría morir como viví por tantos años, en completa soledad. Yo me quedé ahí y el señor Lund fue a llamar al doctor, estábamos solos y mire un gran brillo en sus ojos cuando le sonreí. — Eres un ángel — me dijo — aunque digas lo contrario, gracias por hacer mi muerte distinta de como pensaba. Después de decir esto el monitor señaló los signos vitales en cero y el brillo que tenía en sus ojos se fue, apretaba su mano la cual no hacía

