CAPITULO XLVI. Un último mensaje

1595 Words
Durante la mañana, Natasha continuó pensando que sólo había sido un sueño, fue hasta casi el mediodía que la idea le pareció perpleja, durante sus clases logró mantenerse controlada, pero en cuanto despidió al último niño, su cabeza parecía estallar de tanto pensar, ¿de verdad había sido un sueño? Al llegar a casa, su nerviosismo aumentó al ver un obsequio, un enorme oso de felpa que su admirador había dejado afuera, Matilde lo estaba recibiendo, procurando que los niños no salieran de casa para que este malandro no los viera, Natasha estaba muy indignada por la persistencia de ese tipo, afuera, le pidió a Matilde que de favor le ayudara a desechar el regalo, entre las dos lo llevaron al depósito de basura que estaba muy cerca, el tipo se apareció de pronto tras ellas, en su mano derecha traía un arma y apuntaba a Natasha, ambas lo miraban con angustia y trataban de llegar a un arreglo con él. — ¡Por favor, déjanos ir! Te prometo que te daré una oportunidad si lo haces — No, muñequita, sé nuy bien que llamarás a la policía si las dejo ir — ¡Te juro que no! — Dame un beso para creerte — Está bien, si quieres puedes dejarla ir a ella y yo me quedo contigo para comenzar con lo nuestro — El beso primero Natasha se acercó para besar al hombre que amenazaba su vida, Matilde intentó escapar de él para pedir ayuda, pero el tipo le disparó de inmediato. — ¡Matilde! ¡No! ¡¿Qué hiciste?! Natasha reaccionó rápido y le quitó el arma, corrió para ver si Marilde tenía signos vitales, pero lamentablemente no, entonces vio al tioo intentando huir y sin pensarlo dos veces apuntó el arma hacia él y disparó tanto como pudo hasta que lo vió caer. Los disparos se habían escuchado por toda la colonia y los vecinos ya habían llamado a la policía, Natasha estaba allí, junto a Matilde suplicando por ayuda, lloraba desesperada hasta que la ambulancia llegó. Los policías, al ver a Natasha con el arma, la detuvieron, el cuerpo de Matilde yacía allí, donde ella estaba, y el cuerpo del obsesivo pretendiente a unos cuantos metros, los paramédicos habían determinado que él seguía vivo y lo trasladaron de inmediato al hospital, mientras que Matilde fue llevaba por la unidad forense para practicar la necropsia de ley. El error de Natasha fue haber tomado el arma, sus huellas estaban por todas partes y habían borrado las de su atacante, dejándola como única culpable de los delitos. Natasha fue llevaba a la fiscalía para tomar su declaración, los empleados de don Emmanuel le habían avisado de lo ocurrido y rápidamente Alex y él se trasladaron para conocer la situación de Natasha y de Matilde. Don Emmanuel recibió la terrible noticia que su esposa estaba muerta, y le pidieron paciencia para recibir los resultados de la necropsia, tardaría un par de días, pues estaban atrasados con el trabajo. Alex había llamado a un abogado para ayudar a Natasha, ella había declarado todo tal cual sucedió, pero las evidencias apuntaban en su contra y sólo quedaba esperar. La noticia ya estaba por todos los medios, Ivania se enteró a través de la radio, Ángel estaba presente cuando eso ocurrió, ella para disimular su impresión, fingió un leve desmayo, Ángel la llevó a su habitación para que reposara, ella debia encontrar la manera de avisarle a Aldo y de salir de casa, entonces recordó que aún no me mostraba sus resultados a su marido. Cuando pasó un rato después de su desmayo fingido, le preguntó comentó a Ángel que debía salir, él supuso que ella recogería los resultados y no puso objeción alguna. Ya en el auto, le contó a Aldo la noticia, entonces se dirigieron a la fiscalía para estar cerca. Aldo estaba muy preocupado por Natasha, quien estaba tras las rejas, dom Emmanuel estaba devastado por la muerte de su esposa, sabía que Natasha era inocente de su muerte, pero en ese momento no tenía cabeza para ayudarla, Ivania se acercó a él para brindarle su apoyo, inesperadamente, ella sintió que estaba abrazando a su padre, su mente no podía recordarlo, pero su corazón y su esencia sí, y allí se quedó un largo momento consolando a su padre, él lloraba desconsolado y ella junto a él sin poder entender el porqué. Alex y Aldo hablaron de Natasha, el abogado les comentaba que la situación era complicada, Aldo estaba dispuesto a decir toda la verdad con tal de sacar a su esposa de la cárcel, pero el abogado no le vio caso, eso no resolvería nada en absoluto, quizá complicaría más si se descubría que el verdadero admirador secreto era él, aunque era verdad que el hombre herido había colocado una cámara en la habitación de Natasha y la había acosado en varias ocasiones, eso no resolvía que el arma solamente tenía las huellas de ella. El hombre herido postrado en la cama de un hospital no podía declarar lo que pasó, estaba inconsciente y los médicos no sabían si despertaría o no. Le identidad del individuo había sido revelada al fin, era un joven de nombre Luis Roberto Aranda, joven de 17 años de edad, estudiante de preparatoria, al ser menor de edad lo complicaba todo aún más. Natasha conservaba la esperanza de que se demostrara su inocencia en la muerte de Matilde, aunque no le importaba pasar algunos años en la cárcel con tal de que ese tipo nunca más volviera a molestarla. A fin de cuentas, sólo serían unos cuantos años, cinco a lo mucho ya que no tenía antecedentes y con una excelente conducta quizá lograría salir antes, se ponía de ejemplo a Nathalya, quien llevaba ya más de cinco años sufriendo por culpa de Ángel, a estas alturas estaría saliendo de la cárcel si lo hubiera matado la noche en que la violó. Max esperaba que el abogado le ayudara para poder ver a su esposa, aunque fuera sólo un par de minutos, él quería verla y brindarle su apoyo. El abogado consiguió un permiso especial moviendo unas influencias y Max pudo acompalar a su mujer, ella volvió a impresionarse al verlo, pero luego se acercó a él para tocar su rostro, ambos lloraron un poco y se besaron, Natasha esperaba una explicación, pero no él no tenía mucho tiempo, solamente alcanzó a decirle que él estaba protegiendo a Nathalya, así como Alex la protegía a ella, y así se quedó con esas palabras. Natasha pensó que todo este tiempo él había acompañado a su mejor amiga en esta lucha y se puso a llorar, tenía muchos sentimientos encontrados y en ese lugar le sobraba tiempo para llorar, pensar y analizarlo todo, recordó que Alex le había dicho que quizá Aldo no era lo que parecía, de un tiempo a la fecha, Alex se mostraba más tranquilo respecto a Nathalya, incluso ellos dos se llavaban muy bien, como hermanos, era obvio que Alex se había enterado de la verdadera identidad de Aldo y no se lo había dicho, pero insistía en que debía conocerlo bien, muchas coincidencias y sucesos que antes no entendía y ahora todo encajaba perfectamente. Ivania y Aldo debían regresar al lado de Ángel, querían evitar sospechas y continuar sus planes, aunque don Emmanuel no podría ayudar por un tiempo. Ivania volvió con un sobre en sus manos, se mostraba nerviosa frente a Ángel y le explicó. — Ángel, necesito que hablemos — él estana ansioso por saber lo que le sucedía — Hace días comencé a sentirme mal y, bueno, fui al médico, la verdad es que sigo asustada pensando en lo peor — Pero, ¿te dijo algo el médico? — Él me mando a hacer estudios y hoy por fin tengo los resultados — ¿Y qué es lo que tienes? — Aún no lo sé, me dio mucho miedo abrir el sobre sola — Entiendo — ¿Te importaría abrirlo? — Desde luego — Ángel lo abrió y leyó el contenido en su mente, luego le explicó a Ivania — Puedes estar tranquila, Nany, no es grave — ¿De verdad? ¿No me voy a morir? — No, pero necesitarás algún tratamiento para la anemia que tienes Ivania lo abrazó y él a ella, ahora estaban tranquilos de saber que todo estaría bien. Las citas al médico para adquirir el tratamiento y darle seguimiento serían una gran oportunidad de seguir viviendo a Alex, siempre y cuando convenciera a Ángel de no acompañarla, pero ya pensarían en algo. Esa noche fue triste para don Emmanuel, llegar a casa y saber que su esposa ya no estaría más allí le deprimía, sus nietos lo abrazaban y su consuegro intentaba reconfortarlo, pero don Emmanuel no podía con la pena y para no abrumar más a su familia, subió a su habitación, allí lloró hasta que el cansancio lo venció. La imagen de Matilde llegaba a su mente, era ella quien había venido a regalarle su mejor sonrisa, estaba tan hermosa como siempre y le estaba diciendo algo que él no lograba entender, entonces ella le hizo una seña con el dedo índice apuntando a su cajón y después de ello se desvaneció junto con la noche. Don Emmanuel entendió que ella había venido a despedirse de él y a darle un último regalo que guardaba en el cajón, se armó de valor y abrió el cajón, observó detenidamente lo que había allí y se tumbó en el piso a llorar de nuevo.
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