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Entre nosotros ¿Amor o maldición?

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Nathalya y Natasha han sido las mejores amigas desde niñas, siempre juntas, siempre compartiendo sus experiencias y emociones. Todo cambia cuando se enamoran del mismo hombre, Alex, para no opacar la felicidad su mejor amiga, Nathalya comienza a ocultar sus sentimientos y conflictos familiares, gracias a sus malas decisiones se hace acreedora a una mala fama, pero Ángel la rescata temporalmente ofreciéndole su amor incondicional que, más que amor es un capricho enfermizo. La historia da un giro inesperado cuando Alex descubre estar enamorado de Nathalya pero tiene que casarse con Natasha, sacrificando así, sus verdaderos sentimientos, propiciando una serie de eventos desafortunados que obligan a Nathalya a abandonar la ciudad al lado de un adinerado hombre que le ofrece su amor y protección incondicional a quien, luego, Alex debe enfrentar para ganarse el perdón de la mujer que ama. ¿Amor o maldición? ¿Nathalya sabrá perdonar a quienes la dañaron? Nada es lo que parece, secretos inesperados y decisiones que conllevan a consecuencias desastrosas... ¿Crees que la lealtad sobreviva al poliamor? Atrévete a descubrir el desenlace de esta historia recordando que todo queda entre nosotros...

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1. El ángel.
Hay amistades que nacen para ser refugio, y la de Nathalya y Natasha era así. No crecieron entre lujos ni comodidades, pero compartían algo mucho más valioso: la certeza de que siempre podrían contar la una con la otra. Se conocían de memoria, sabían cuándo callar y cuándo bastaba una mirada para entenderlo todo. En medio de sus sueños adolescentes y las pequeñas batallas de cada día, no imaginaban que el amor, ese que parece tan inofensivo al principio, estaba a punto de ponerlas frente a una prueba que cambiaría su historia para siempre. Todas sus conocidas cumplían la preciada edad, por lo que les esperaban muchas fiestas. En esta región eran muy comunes los grupos de música tipo banda, duranguense o regional, los grupos locales solían poner el ambiente en cada fiesta. Como Nathalya y Natasha tenían diferentes amigas, había eventos en los que no podían acompañarse como quisieran. Nathalya tenía que asistir a la fiesta de su amiga de la secundaria, en un salón conocido, aunque lejos de su casa, por lo que su mamá la acompañó para evitar cualquier peligro. En el evento tocaron un par de grupos de la ciudad. El primero era el favorito de su mamá, así que bailaron juntas, riendo y disfrutando el momento. Pero todo cambió cuando subió el segundo grupo: uno nuevo, con integrantes jóvenes, llamado Grupo Toscano. Desde el primer acorde, Nathalya sintió algo distinto. Entonces lo vio: Alexander, el vocalista, un joven de mirada profunda, ojos oscuros y sonrisa hipnotizante. El corazón le dio un salto tan fuerte que casi olvidó respirar. La música seguía sonando, pero ella solo podía verlo a él. Sus risas, sus gestos, cada nota que salía de su voz parecía hablarle directamente. Bailaba entre la multitud cuando, sin buscarlo, quedó justo frente al templete. Por un instante, creyó que sus miradas se cruzaron, y en ese momento supo que estaba perdida. No había explicación, solo esa certeza que pocas veces se siente, amor a primera vista. Al día siguiente, corrió a contarle a Natasha sobre el guapísimo hombre que había visto, no pudo dar detalles del joven porque el papá de Natasha iba llegando y no podían contar esas cosas delante de los demás, mucho menos del papá de su mejor amiga. Fue una semana muy compleja con múltiples dificultades y desafíos escolares, por lo que casi no pudieron convivir las amigas, para cuando pudo compartir la experiencia completa de conocer al guapísimo hombre que parecía un ángel, ya había olvidado ciertos detalles. Se la pasaba suspirando por él, aunque no sabía su nombre, ella solía escribir las letras NyA encerradas en un corazón, como referencia al guapísimo hombre que acababa de robarle el corazón, ella decidió llamarlo "Ángel", por no saber su nombre. Era el último año de secundaria y sabían que debían prepararse para entrar a la preparatoria, aunque la situación era difícil, tenían esperanza de poder seguir estudiando. Un año pasa rápido, aunque estuvieron tristes por no poder realizar su fiesta como todas sus conocidas, no permitieron que eso les afectara, siguieron yendo a fiestas y disfrutando de la vida como normalmente lo hacían, además, seguían soñando con su príncipe azul, aunque ahora, el de Nathalya tenía un rostro angelical. Durante ese año, Nathalya no logró recordar el nombre del grupo en el que cantaba su ángel guapo para intentar volver a verlo, sólo en su imaginación, pero así no podía presentárselo a su amiga ni conocer su verdadero nombre. El fin de semana siguiente, Nathalya debía acompañar a su madre a casa de unos familiares lejanos, por lo que no pudo acompañar a Natasha a una fiesta. Parecía un simple cambio de planes, pero el destino tenía otros planes para ellas. Aquella noche, la música sonaba fuerte y las luces iluminaban el patio lleno de gente. Natasha no esperaba nada especial, solo divertirse un rato con sus primas. Pero entonces los vio: los integrantes de Grupo Toscano subían al escenario. El murmullo de la gente creció, y cuando Alexander tomó el micrófono, el mundo se le detuvo. No sabía si era por su voz, por su sonrisa o por esa forma de mirar al público como si buscara a alguien, pero sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Su prima Susana, emocionada, le dijo que lo conocía y prometió presentárselo. Natasha intentó disimular los nervios, aunque el corazón le latía con fuerza. Cuando por fin lo tuvo frente a frente y le estrechó la mano, el tiempo pareció detenerse. Sus dedos temblaban, y él le sonrió con esa naturalidad que desarma. En ese instante, Natasha comprendió lo que su amiga Nathalya había intentado describir días atrás, aunque aún no lo sabía, ese tipo de mirada que no se olvida, ese tipo de amor que parece caído del cielo. Ahora Natasha era víctima del amor a primera vista, como su amiga, y podía comprender a la perfección lo que ella sentía. La emoción le carcomía el alma y moría por contarle a Nathalya todo lo sucedido, desde que lo miró por primera vez y el instante en el que su corazón sintió el flechazo, hasta el momento en el que su prima Susana se lo presentó y pudo tocar su mano. Al día siguiente corrió a contarle a su amiga todo lo ocurrido, había muchos grupos en la ciudad por lo que Nathalya no sospechó ni por un segundo que se trataba del mismo chico encantador. Ahora ambas suspiraban por el mismo hombre. Ya tenían quince años y era tiempo de ingresar a la preparatoria. No estaban en el mismo salón, pero caminaban juntas cada día y compartían las mismas materias, así que podían seguir compartiendo conocimientos y confidencias. Su rutina había mejorado mucho, y ahora tenían más oportunidades de estar juntas. Cada una hizo nuevas amistades por separado, pero eso no era un problema para ellas; su vínculo seguía siendo inquebrantable. Durante ese año continuaron asistiendo a fiestas. El Grupo Toscano ya era muy popular, por lo que coincidían con frecuencia en casi todos los eventos. Nathalya se dio cuenta al instante de que se había enamorado del mismo hombre que su mejor amiga. La adoraba demasiado como para poner en riesgo su amistad, así que decidió fingir que su “ángel” era otro, inventando que se había salido del grupo y que ya no lo había vuelto a ver. Alexander, por su parte, admiraba la belleza de Natasha, algo que Nathalya percibió de inmediato. Sin celos, decidió convertirse en su cupido: consiguió su número de teléfono y lo entregó a Natasha sin ninguna intención de conquistarlo, movida únicamente por su lealtad y cariño. Pronto, Natasha y Alex comenzaron a hacerse amigos. Siempre se enviaban mensajes y coordinaban para ir a las mismas fiestas. Natasha, tímida para expresar lo que sentía, pidió a Nathalya que le ayudara a escribir pequeñas cartas de amor. Nathalya, experta en poesía, le escribía los versos más hermosos y los adjudicaba a su “ángel perdido”, aunque en realidad eran para Natasha. Alex los adoraba, aunque como cantante era tímido y no se atrevía a declararle su amor; además, sentía que la diferencia de edad —19 él, menos de 18 ella— era un riesgo, así que decidió esperar. Durante todo ese año, Nathalya se esforzó por mantenerlos cerca. En las fiestas, fingía interés por distintos chicos, generando rumores que la etiquetaron injustamente como “chica de cascos ligeros”. Pero Natasha sabía la verdad: su amiga conservaba la inocencia y el sueño del verdadero amor. Las habladurías nunca lograron empañar lo que ella realmente era. El año avanzó y llegaron nuevos estudiantes a la preparatoria, entre ellos Ángel, un cantante de otro grupo. Había tenido que dejar sus estudios en el último año de secundaria, pero ahora estaba decidido a terminar la preparatoria. Estaba en el último año, uno más que Nathalya y Natasha. Para Nathalya, la llegada de Ángel fue conveniente. Natasha no dudó en pensar que se trataba del guapísimo cantante que había robado los suspiros de su amiga, y Nathalya simplemente asintió, sin revelar demasiado. Ángel era diferente de Alex en muchos aspectos: audaz, directo, y acostumbrado a no dejar pasar ninguna oportunidad con las chicas. Su presencia representaba un riesgo para Nathalya, quien debía fingir interés por él. Pero era buena actriz y pronto decidió hacerse pasar por la chica tímida ante sus avances. Sabía que su reputación no ayudaría, pero estaba dispuesta a manejar la situación. El destino, como siempre, parecía jugar con ella. Justo en un receso, tropezó y estuvo a punto de caer al suelo, pero un estudiante la salvó, Ángel. — Gracias por salvarme, aunque estoy muy apenada por lo sucedido. — No pasa nada. — Él tenía una voz grave, como de locutor, de esas voces que te erizan la piel desde el primer instante, aunque le llamaba la atención, no era amor lo que sentía por él, pero por su bien, aunque tal vez lo intentaría. — Debo irme, con permiso. — ¡Espera! Se te cayó tu... toalla — Al verla, Nathalya se puso completamente roja — ¡No es mía! — salió corriendo de inmediato. El chico nuevo había encontrado su toalla femenina mientras la llevaba al sanitario. Acababa de vivir la vergüenza más grande de su vida y lo último que quería era volver a cruzarse con él. Desde ese momento, decidió evitarlo a toda costa. La incomodidad era tan intensa que ni siquiera se atrevió a hablar del incidente; no lo contó ni a Natasha, prefiriendo guardarse aquel bochornoso momento para sí misma.

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