CAPÍTULO XV. El quinto día.

1005 Words
Nathalya pudo entregarse a su esposo, su nerviosismo no había podido arruinar ese momento y como tenía un mal presentimiento sobre el día siguiente, quería disfrutar al máximo la compañía de Alex. Parte de la noche transcurrió tranquila entre besos y caricias de estos amantes, Nathalya se rehusaba a dormir, por lo que intentaba entablar una larga conversación con el amor de su vida, hablaron de planes a futuro, experiencias que les gustaría vivir, el número de hijo que tendrían, los posibles nombres que éstos tendrían, el número de mascotas y un montón de objetivos que querían alcanzar, platicaron un poco de todo hasta quedarse dormidos. Al amanecer, los rayos del sol iluminaron la desnudez de sus cuerpos que yacían entre las sábanas blancas y Nathalya despertó rápidamente para prepararse, se bañó y se arregló para salir antes de que su amado despertara, sin hacer ruido alguno le besó la frente y alguno bajó al primer piso y se aseguró que nadie la viera salir de la casa. A lo lejos, el hombre de seguridad la seguía sin que ella lograra percatarse de ello, Nathalya se dirigía a la casa donde se había reunido con Ángel la última vez con la esperanza de que allí siguiera viviendo, en el camino recibió una llamada de él para darle la nueva dirección. De inmediato hizo que el taxista cambiara de rumbo y se apresuró a pedirle al chofer que la esperara. - Señor, quisiera pedirle un favor - Dígame, señorita - Solamente voy a entregar unos documentos, no tardaré ni 10 minutos, ¿Es posible que usted me espere? - Pues… - Le pagaré por su tiempo, por su puesto, y además suelo ser muy generosa con quienes me ayudan. - Está bien señorita. - Le agradezco… y un favor más, si en media hora yo no saliera de allí, por favor llame a la policía. El taxista se preocupó un poco por la última petición, se asustó, pero decidió quedarse por si acaso, luego pensó que se trataba de una broma. Nathalya bajo a reencontrarse con su atacante, él la recibió sin premura, alegre por su visita y buen desempeño ayudándole, la miraba diferente, pero ella no lograba deducir el porqué. - Me alegra tu visita, Nathy - Aquí está lo que pediste – Nathalya intentaba regresar al taxi, pero él la detuvo - Espera, ¿Ya te vas? ¿Tan rápido y sin hablar conmigo? – dijo sarcásticamente - No tenemos nada de qué hablar - Claro que sí, tenemos un hijo, ¿lo recuerdas? – él sostenía en su mano fotos recientes del pequeño Emmanuel que amenazantemente le mostró a Nathalya - ¿Qué haces con ésto? – ella le arrebató las fotos - No importa, quédatelas, puedo conseguir más – él se reía de sus propias palabras - ¡Ya te ayudé como querías! ¡Ahora vete! ¡Aléjate de mi vida! - ¿Y dejarte ser feliz con el engreído ese? – dijo en modo burlón – ¡jamás! – su expresión se transformó drásticamente, ahora parecía más un enfermo mental - ¡Tú eres mía, Nathalya! ¡Mía! ¿Entendiste? – preguntó apuntando su dedo índice a la cabeza de Nathalya – mía - Me tengo que ir – ella intentaba zafarse de él - No has entendido, tú de aquí no te vas – él forcejeaba - Por favor, déjame ir - pedía ella llorando, pero sin perder el control de sí misma - Nunca En ese momento Ángel la golpeó en la cabeza contra la pared haciéndola perder la consciencia. El taxista recibió una llamada de emergencia y tuvo que irse, por lo que ahora Nathalya no obtendría la ayuda que requería, estaba sola e inconsciente con el infeliz que la había violado y su vida corría peligro. Al despertar, Nathalya se encontraba desnuda en la cama y al lado de ella, el desgraciado de Ángel, ella pensó lo peor, que estando inconsciente él se había atrevido a abusarla sexualmente. - ¿Qué me hiciste, Ángel? – preguntó entre llanto y desesperación - Nada que no quisieras, cariño - ¡No, por favor, dime que no es cierto! - Quería que lo disfrutaras tanto como yo, pero no pude esperar a que despertaras – mencionó él tratando de acariciarla - ¡No me toques! - No grites, no fue para tanto Nathalya se vistió y se fue, llorando por la calle caminó hasta que encontró otro taxi, estaba aterrada por lo que acababa de suceder, pero debía encontrar la manera de sobreponerse rápido, ya que nadie en su casa debía saberlo, Ángel ya había obtenido lo que quería y ahora sí, podría irse lejos a donde nunca pudiera volver a dañarla ni acercarse de nuevo a su hijo. Encontró consuelo sabiendo que su hijo no tendría ningún contacto con ese infeliz y solamente así, pudo regresar a su casa sin levantar sospechas. - Mi maldición, ¿Dónde estabas? – preguntó Alex preocupado - Salí, necesitaba pensar un poco – respondió Nathalya evitando la mirada de su esposo - ¿Estás bien? - Sí, voy a descansar un poco, con permiso Alex se quedó muy extrañado por la actitud de su esposa, pero Natasha le aconsejó que esperara para que ella se sintiera mejor para poder hablar con ella. Nathalya entró al baño, con ropa se metió en la regadera y lloró lo más que pudo, sabía que el agua no borraría la suciedad que sentía en el cuerpo por lo que le había hecho Ángel, pero sentía la necesidad de hacerlo, además, no podía llorar delante de los demás porque comenzarían a interrogarla y no quería hablar de nada, se sentía tan estúpida y tan humillada, cómo pudo permitir que ese hombre volviera a tocarla sin su consentimiento, se culpaba así misma por no haber actuado con más astucia y el dolor le nublaba los pensamientos, cerca de ella estaba un rastrillo, tomó la navaja de éste y lo acercó a la vena de su mano izquierda para cortarse.
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