CAPITULO XLII. Ganando terreno

1683 Words
La mente de Ángel jugaba en su contra, además de la imagen de don Emmanuel convirtiéndose en su padre, la imagen de sí mismo le culpaba de todas las desgracias ocasionadas a personas muy cercanas, el estallo de su desesperación y demencia le hizo comenzar a gritar y aventar cosas para ahuyentar las imágenes de su cabeza, gritos que pusieron en alerta a todos los habitantes de la casa, quienes no dudaron no por un segundo en presentarse armados a la escena representada por Ángel pensando que había intrusos atacándolo. — ¡Señor! ¿Dónde están esos malditos? — preguntó Aldo furioso — ¿Qué no los ves, estúpido? ¡Están allí! — Ángel señalaba con su dedo índice justo frente a él, pero al no ver nada, Aldo se dió cuenta que su patrón se había vuelto loco y para no provocar su ira, intentó calmarlo — Señor, su esposa viene hacia acá, ¿desea hacer algo? — ¡Cállate, imbécil! ¡No me sirves para nada! ¡Dame tu arma! — Ángel le arrebató la pistola a Aldo y apuntó hacia donde había indicado — ¡Yo los maté y lo volveré a hacer de ser necesario!, ¿me escucharon? — gritó Ángel hacia sus enemigos imaginarios y comenzó a disparar hacia la nada, hasta que llegó su esposa — ¿Qué haces, cariño? — preguntó Ivania ocultando su temor a ser herida por las balas — Nany — dijo Ángel con voz lastimosa — diles que se vayan, ellos son malos conmigo, me quieren matar, ¡me quieren volver loco! — Oh, Ángel, te juro que yo misma les dispararía, si tan sólo pudiera verlos, carilo — Están justo enfrente de nosotros, ¡mira!, ¡se están riendo de mí! — Recuerda, querido, que sólo son envidias, porque quieren ser como tú, pero escúchame bien, nunca nadie podrá igualarte — Eso es cierto, Nany, nadie podría igualarme nunca, ¡nadie puede ser como yo! Ni siquiera yo mismo, ¡ja, ja, ja! — Es hora de dormir, anda, te ayudo a subir, verás que mañana se habrán ido Entre Ivania y Aldo, ayudaron a Ángel a subir a su habitación, realmente se había vuelto loco, no podían dejarlo pasar, conocían sus alcances y temían por sus vidas, tuvieron mucha suerte de que nadie resultara herido con tantas balas que disparó. Esa misma noche, Aldo llamó a un médico que don Emmanuel sugirió, para tratar la enfermedad mental de su patrón, una fuerte dosis de calmantes le fue administrada por vía intravenosa, ya que insistía en que estaba en óptimas condiciones de salud y se negaba a recibir atención a pesar de sus alucinaciones. Don Emmanuel mantuvo el contacto con Aldo, quería saber cómo evolucionaba su enemigo y pretendía dar el golpe final para terminar de denotar su locura hasta el punto de tener que internarlo en un hospital psiquiátrico. También hizo de su conocimiento que los socios de Ángel se habían molestado por el comportamiento de él durante la reunión, les había parecido una falta de respeto y sabía perfectamente que con esa gente no se jugaba, le dió indicaciones para que se pusieran en contacto con ellos y explicaran la locura de Ángel. A la mañana siguiente, Ivania tuvo que asistir con los socios, don Emmanuel estaba presente, contento de ver a su hija transformada en una mujer fuerte y tomando las riendas de su vida, ya luego buscaría la manera de sacarla de ese mundo turbio. Ivania se presentó ante los señores y todos estaban realmente impresionados con su actitud y belleza, del mismo modo como había logrado impresionar a don Emeterio. No estaban muy conformes con la aparición de Ivania, pues consideraban un desplante a los actos de Ángel y al no ser él quien se presentara a ofrecer disculpas, no les hacía cambiar de opinión, pero se mostró muy segura y siguió al pie de la letra los consejos de Aldo, que en realidad eran los consejos de su padre, don Emmanuel. — Comprendo perfectamente cómo se sienten, caballeros, pero les aseguro que mi esposo me ha explicado todo con detalle — Señora, no se ofenda, pero usted debería estar planchando las camisas de su marido — No me ofendo, ya que para eso tengo sirvienta, señor — Más respeto para la señora, a mí sí me gustaría escuchar lo que nos tiene que decir — dijo don Emmanuel — Es usted un caballero, don Emmanuel — don Emmanuel besó la mano de la hermosa dama que tenía frente a él y la dejó continuar — lamentablemente, mi querido esposo está muy enfermo, desde ayer comenzó a sentirse muy mal, por eso se retiró, tan mal que en estos momentos se encuentra completamente sedado y agradecería mucho que se pusieran en mi lugar, una recién casada que teme por la vida del único hombre en su vida — comentó ésto con afán de conmover a los oyentes, a lo que don Emmanuel puso el ejemplo de empatía — Comprendo su situación, señora, y por mi parte estoy dispuesto a apoyarla en lo que necesite — Gracias, señor Veleta, mi esposo le estará muy agradecido, a usted y a todos los que compartan su decisión — Cuente conmigo, señora — respondió uno de los oyentes — Estoy a sus órdenes — dijo otro — No quiero ser el aguafiestas, así que también cuente conmigo — Mi marido ya me había dicho que ustedes eran personas inteligentes y créanme, confiar en mí ha sido una excelente inversión de tiempo y dinero. Aldo, por favor, acérquese, muéstreles el nuevo modelo de trabajo — Los señores se incomodaron por la presencia de Aldo — Señora, ¿su marido no le explicó que estas reuniones son privadas? — Desde luego, pero soy mujer y como comprenderá, tengo que cuidarme, ¡no vaya a ser que algún imbécil quiera propasarse! Pero si le molesta, nos vamos — Por favor, no retrasé más ese magnífico plan, ayer su marido se retiró antes de mostrarnos la idea y la verdad, él parecía muy seguro del nuevo modelo, yo quiero conocerlo ya — injirió don Emmanuel y todos los demás se mostraron interesados en conocer la propuesta de Ivania — Continuo explicando, entonces, este es el plano donde se marcan los puntos exactos donde para la entrega de la mercancía, lo verde es la nueva red de distribución, como pueden ver, son puntos que no están en el mapa, de difícil acceso y por donde no pasan ni las moscas, lo marcado en color rosa son las propiedades privadas a donde la policía no puede entrar sin una orden judicial y para cuando la consigan, nosotros ya estaremos muy lejos — Y si no me equivoco, esta propiedad es suya, don Zacarías — adjudicó don Emmanuel — Eso es cierto — afirmó él — Esta de acá es mía — mencionó don Genaro — Estas tres de aquí son mías — presumió don Gilberto — Pues, todo ésto de aquí es mío — Ivania no quiso quedarse atrás con tanta presunción — Y ésto es lo mío — injirió don Emmanuel Ellos continuaron hablando de sus planes para optimizar la eficacia de sus negocios, los señores estaban realmente fascinados con Ivania, quien mostraba amplio conocimiento de los negocios y contribuía con grandes ideas, además mostraba ambición y eso a ellos les gustaba, las personas ambiciosas sioles hacían ganar más dinero. Al concluir la reunión, Ivania y Aldo regresaron a casa, Ángel continuaba sedado, aunque el efecto pronto pasaría y debían ser muy inteligentes para no provocar su ira, el desplazarlo del negocio podría acarrearles serios problemas con él. El médico había regresado para revisar a Ángel, quería hablar con él sobre las alucinaciones, pero él se negaba, aunque se mostraba nervioso a pesar de sus intentos de fingir lo contrario y el médico tuvo que recetarle más calmantes. Don Emmanuel sugirió a Aldo que permitieran que Ángel continuara su vida normal, la idea era alterarlo tanto y que poco a poco, ningún medicamento lograra controlarlo y así como tal, Aldo le hizo la recomendación a Ivania, quien aceptó de inmediato. Cuando Ángel pudo retomar su vida normal, Ivania, nuevamente, se mostró como la esposa amorosa que siempre había sido y le ofreció su ayuda incondicional para acabar con sus enemigos. Ángel le confío a su esposa todo lo que le estaba sucediendo, las alucinaciones que lo perseguían, lo mucho que le atormentaban las palabras de su padre y de don Emmanuel y el gran temor que lo acechaba. Ella tuvo que contarle que se había reunido con sus socios, para evitar represalias en su contra, Ángel se sorprendió mucho con esta novedad, todo se esperaba, menos que su esposa tuviera las agallas de enfrentarlos y presentarse frente a don Emmanuel, su padre, aunque ella seguía sin recordarlo. — Don Emmanuel se portó caballeroso conmigo — ¿Ah, sí? — preguntó Ángel, tratando de obtener más información — Sí, es un tipo raro, y no te sientas mal, pero creo que me estaba coqueteando — ¿En serio? — ¿Puedes creerlo?, qué descarado, después de haberme secuestrado piensa que le podré corresponder, ¡qué estupidez! — Lamento mucho que tuvieras que verlo de nuevo, Nany — Aunque ahora que me cuentas que él te atormenta, quizá podría usar eso a mi favor, ¿no lo crees? — No entiendo cómo, pero reconozco ese brillo en tu mirada cuando tienes una idea diabólica — Él nos hizo mucho daño, cariño, ¿porqué no vengarnos? — ¿Y cuál es el plan? — Es obvio, le gusto, puedo fingir que estoy interesada en él y ya que lo tenga comiendo de mi mano, buscar que el resto de los socios le pierdan la confianza para que lo eliminen de una vez por todas — ¡Te lo dije! Sé reconocer ese brillo Ángel no sospechaba ni tantito que ese plan que Ivania le había mencionado era exactamente el mismo que estaba llevando a cabo en su contra para liberarse de él para siempre, al contrario, estaba encandilado.
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