"Hay lentitud, y luego tortura", murmuró Maggie y abrió los ojos mientras esos dedos atormentadores recorrían sus costillas hasta la cintura. Con los ojos abiertos, vio que sus ojos estaban fijos en sus pechos. Un calor ardía en sus ojos cuando los levantó lentamente para encontrarse con los de ella, y colocó las manos alrededor de sus costillas, con las palmas apoyadas en la parte inferior de sus pechos, levantándolos ligeramente.
"¿Prefieres rápido?" preguntó con su sonrisa torcida.
"Digamos que prefiero utilizar mi tiempo eficientemente", respondió ella a su broma.
"Algunas cosas están destinadas a durar más", deslizó un dedo perezoso entre sus pechos hasta la barbilla y se inclinó para besarla de nuevo. "Para prolongar el placer", murmuró, rompiendo a besarla suavemente. "Algunas co
