—Fui un tonto y abrí los ojos demasiado pronto, y cuando los cerré de nuevo no me besaste —dijo con tristeza—. Sentí cómo me revisabas todo el cuerpo antes de intentar moverme, cosa que no hiciste hasta que estuviste completamente segura de que podías hacerlo sin peligro. Recuerdo que soportaste la mayor parte de mi peso mientras me tambaleaba de vuelta a casa y la sensación de tu hombro huesudo contra mi costado y bajo mi brazo cada vez que sentía que iba a caerme. Recuerdo cómo me torturabas desvistiéndome, sentándote en el suelo y quitándome los vaqueros, viéndote como la mujer más sexy que jamás había visto. Recuerdo tu pelo mojado cayendo sobre tus hombros —hizo una pausa y bebió un sorbo mientras ella lo miraba boquiabierta, completamente atónita por la precisión con la que había des

