CAPÍTULO 1 El inicio de la venganza

2069 Words
—Aquí estamos en vivo donde los cinco chicos de la banda Together están a punto de entrar al aeropuerto —decía una reportera con un vestido elegante de hojuelas. —El avión donde viajaron los chicos acaba de aterrizar y no tardan en entrar a la sala donde cientos de fans los esperan —anunció otra reportera un poco grande de edad quien con una sonrisa forzada daba sus diálogos. Las fans gritaban de emoción, unas cantaban y otras trataban de pasar a los guardias quien con mucho esfuerzo las mantenían alejadas de las rejas para prohibir el paso más adentro del aeropuerto pues ya había muchas personas dentro. Todo era un caos y nada podía calmarlas. —Aquí guardia Gutiérrez necesito refuerzos en la entrada —informó por radio un escolta quien no podía retener más a las chicas enloquecidas. —Solo son chicos —comentó Huerta un guardia que no hacía nada y estaba parado en las puertas por donde se suponía en unos minutos los chicos entrarían. —Son unas locas salvajes —dijo otro a su lado riéndose de la situación—, será mejor que ayudemos antes de que todo esté peor. —Locas —susurró el guardia Huerta ayudando a poner orden. ...  Los chicos podían escuchar los gritos de todas las fans quienes los esperaban con mucho amor y locura. A veces eso les ponía los pelos de punta ya que atravesar todo el pasillo hasta la salida y sin un rasguño era todo un reto. —Puedo oler el aroma del amor de las fans hasta aquí —dijo riéndose Alexis tomando su maleta. —¡Ah! Perdón fui yo, esos tacos me cayeron mal —respondió Lucas tocándose la pansa. Todos rieron ante el comentario de su amigo y tomaron su equipaje para salir. Caminaron hacia aquellas puertas donde del otro lado las chicas los esperan con impaciencia. Tomaron un respiro y murmuraron un "vamos" y abrieron las puertas armándose de valor donde cientos de gritos los aturdieron. —Esto me encanta... No termina la frase Uriel, cuando una gran explosión al fondo en la entrada del aeropuerto dejo a todos asustados y a otros los dejo aplastados. Cientos de gritos que eran de emoción pura, se convirtieron en gritos de desesperación y miedo. Los cinco chicos también se asustaron y se tiraron al piso por la explosión. —¡Todos a las salidas de emergencia! —gritó un guardia y todas las chicas olvidaron a sus ídolos corriendo por su vida a la salida de emergencia que se encontraba a un costado a varios metros. La entrada principal se llenó de escombros y el gran aeropuerto comenzó a tener fallas eléctricas pues las luces del lugar comenzaron a parpadear. La entrada, además de los escombros, se había comenzado allí un fuego amenazador y peligroso que abrazó todo a su alrededor muy rápido. —Todos salgan por la puerta trasera —decía una voz por las bocinas—, mantengan la calma. No corran, no empujen. Pero todas las personas hacían todo lo contrario a las indicaciones pues cualquiera que estuviera en una situación así, no le haría caso a una voz estúpida producida por el sistema. —¡Chicos, corran! Arturo, el mánager de unos cuarenta años alto, moreno y con músculos pronunciados, jaló del brazo de los 5 chicos de la banda Together y entre toda la gente espantada los condujo a la salida para ponerlos a salvo. Todos se empujaron unos a otros y el pánico fue en aumento y más cuando una segunda explosión ocurrió en la salida de emergencia provocando que fans y más personas quedaran aplastadas por los escombros. Los chicos gritaron con mucho miedo, las personas comenzaron a correr adentrándose a los pasillos del aeropuerto buscando una salida. Todo se convirtió en un caos, había gente corriendo de un lado a otro con múltiples heridas, otras estaban tiradas y muertas cerca de donde habían ocurrido las explosiones, otras personas gritaban y muy pocas ayudaban a los que se habían quedado bajo los escombros. —¡Arturo por acá! —gritó Huerta, el guardia que minutos antes había estado ayudando a poner orden, les hizo una señal atrayéndolos a un pasillo largo del aeropuerto. Arturo empujó a los chicos hasta el lugar que indicaba el guardia. El guardia abrió una puerta e hizo que todos entraran a la sala. Los chicos entraron junto con exactamente seis chicas que se les unieron al no saber a dónde ir. Arturo fue el último en entrar y al hacerlo cerró la puerta detrás suyo, luego se volteó hacia los chicos para asegurarse de que todos estaban bien y sin heridas a la vista. Las chicas se veían asustadas y tres estaban sentadas en unas sillas mientras que las otras estaban de pie tratando de procesar lo sucedido. También había una reportera junto con el camarógrafo, una empleada del lugar, el guardia que se llamaba Huerta y Arturo, todos asustados. La oficina era un poco grande, había un escritorio y unas cuentas sillas. Las luces parpadeaban y eso hacia que todos se marearan. —¿Qué ha sido eso? —preguntó Santiago el colombiano, esperando una respuesta convincente. El chico respiraba con dificultad y le estaba costando mantener la calma. Él era alto, ojos oscuros, de piel bronceada, músculos marcados y era el más grande de los cinco chicos de la banda con 21 años. —Una falla eléctrica... —Falla eléctrica sus calzones —respondió Alexis el ecuatoriano de 19 años, al guardia—, las fallas eléctricas no provocan todo eso. —Mas bien parecía... —Una bomba —terminó la frase Ángel el cubano de ojos verdes de baja estatura y el menor de los integrantes de Together con 17 años. Lucas el brasileño de ojos miel y cabello chino de 20 años asintió en señal de que eso iba a decir. —¿Una bomba? Eso es una locura, muchacho —dijo Huerta burlesco. —Pues déjeme decirle que mi teoría de la bomba es mucho mejor que la estúpida suya de la falla eléctrica —respondió Lucas utilizando el mismo tono de voz que el guardia. —¡Mira muchacho...! —¡Los dos, basta! —les gritó Arturo y abrió la puerta—. Chicos, todos vengan conmigo y Lucas compórtate. Debemos salir de aquí, si hay bombas en el aeropuerto no podemos quedarnos encerrados aquí en esta oficina. Los chicos obedecieron sin rechinar y Lucas pasó a lado del guardia chocándole el hombro con indiferencia. Las chicas quienes no se querían quedar solas los siguieron y detrás la reportera y el camarógrafo aun en vivo ya que la cámara era inalámbrica. —Estamos dentro de las instalaciones del aeropuerto de Guadalajara donde hace unos momentos hubo una gran explosión y se cree que fue una bomba o una falla eléctrica. Arturo volteó los ojos al escuchar a la mujer que ni porque probablemente sus vidas corrían peligro dejaba de grabar y todo por ganarse un puesto mejor en la prensa donde trabajaba, eso si salía viva de ese lugar. —Chicos, la única salida es la trasera así que tenemos que volver. Siguieron a Arturo de cerca juntos y sin su equipaje ya que lo habían perdido cuando la multitud había corrido incluyéndolos a ellos. Se escuchaban llantos y gritos por todas partes y a lo lejos, pero no podían ver nada porque el polvo flotaba en el aire dificultando la vista y el fuego había aumentado en cuestión de minutos al igual que el humo. Pronto el lugar estaría consumido por las llamas y ellos igual si no salían pronto. —Ahí hay la salida —dijo Arturo al ver un espacio entre los escombros por donde entraba poca luz a una mediana distancia—, vamos. Sin pensarlo dos veces corrieron hacía ese pequeño espacio de esperanza, pero a solo unos metros otra explosión se hizo presente aturdiendo a cada uno de los presentes. Cayeron al suelo y Arturo quien estaba más cerca salió volando unos metros atrás golpeándose varias partes del cuerpo. Nadie escuchaba bien por la explosión tan solo se veían unos a los otros entre todo el polvo queriéndose levantar. —¡Arturo! ¡Arturo! —Santiago fue el primero en llegar y ayudarlo a levantarse con dificultad. —¡Vamos hay que llevarlo a la oficina! Alexis y los otros amigos ayudaron también a levantar a su mánager y entre los cinco lo llevaron de regreso a donde habían estado primero. Una de las chicas se adelantó y fue quitando el escombro más grande para que los chicos pudieran avanzar más rápido. Ella abrió la puerta y en cuanto todos entraron la cerró. —¡Arturo! —Ángel, el menor de los chicos, le tomó el pulso y dejó escapar un suspiro de alivio—. Está bien chicos. Los demás se vieron más relajados al saber que su amigo estaba vivo. El hombre despertó y todos lo abrazaron emocionados. —¡Dios! Nos has pegado un susto —dijo Uriel, el mexicano de 18 años de piel clara, ojos oscuros y cabello n***o que no había dicho nada hasta se momento. En eso comenzó a toser debido al humo que estaba entrando por debajo de la puerta. —¡Tenemos que salir de aquí! El fuego se expandirá —dijo Huerta abriendo la puerta haciendo que una gran cantidad de humo entrara. Todos comenzaron a toser y el guardia volvió a cerrar la puerta. Arturo se puso de pie y se acercó a una de las chicas que no paraba de llorar, tenía alrededor de doce años. —Hola, oye ¿Cómo te llamas? ¿Dónde están tus padres? ¿Viniste con ellos? —Me llamo Guadalupe, sí vine con mis padres —respondió temblando—, pero se quedaron fuera del aeropuerto. —Bien —es lo único le respondió Arturo algo apenado, él tenía que proteger a los chicos, a la banda Together porque eran su responsabilidad y no podía hacerse responsable de lo que le pudiera pasar a esa niña o las otras presentes. —Tenemos que apagar el fuego —dijo una chica morena clara de unos dieciséis años, tenía ojos cafés, el cabello n***o y largo hasta la cintura con ondas y un copete de lluvia. —No seas tonta niña —le respondió Huerta que estaba recargado en la puerta. —¡Hay personas allá fuera! —exclamó la chica—. Necesitan ayuda y además, si no apagamos el fuego también saldremos perdiendo nosotros. —Tiene razón —apoyó Arturo ya de pie y con algunos raspones—, si no apagamos el fuego este lugar se vendrá abajo y quedaremos bajo los escombros o quemados por el fuego. No podemos esperar a que alguien de afuera entré para apagarlo. —¡Están locos!  —exclamó Huerta abriendo la puerta y saliendo, cerrándola detrás suyo. —Ese hombre no me agrada —comentó Lucas, el brasileño, quien había tenido la discusión con guardia sobre si era una bomba o una falla eléctrica. —Ya está —dijo Arturo juntando las manos—, tenemos que buscar extinguidores ¿Cuál es tu nombre? —Madeley —respondió la chica morena que había sugerido apagar el fuego. —Madeley tú y las chicas vallan por el pasillo izquierdo a buscar extinguidores —dijo Arturo tomando el papel del líder—, ustedes vengan conmigo. Los chicos fueron con Arturo todos con una prenda en su rostro para cubrirse del humo, Alexis llevaba su suéter, Santiago su playera que se la había quitado dejándose una blanca que traía debajo, Ángel su bufanda, Lucas su chaqueta y Uriel con su bandana. —Una... Dos... ¡Tres! ¡Ahora, ahora! Todos salieron con el corazón latiéndoles con fuerza y con los nervios de punta. —Ahora todos se separan —dijo la reportera frente a la cámara—, cosa que siempre sucede en las películas de terror Apagó la cámara y los dos salen corriendo de la oficina, hasta parecía que no les importaba que sus vidas estaban en peligro. —¡Corre, Rony! Tenemos que grabar todo lo que está a punto de suceder. El chico que no debía de tener más de veinte años siguió a su amiga reportera con emoción y una sonrisa de oreja a oreja.   
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