bc

Cásate conmigo...¿Tú?

book_age16+
61
FOLLOW
1K
READ
family
HE
friends to lovers
sweet
kicking
city
office/work place
like
intro-logo
Blurb

Candy Santillán, una chica alegre, trabajadora y ligeramente caótica, acepta casarse por petición de su abuelo moribundo. Pero en plena boda descubre que su prometido, Lorenzo, se acuesta en el baño con su dama de honor. Humillada frente a todos, Candy anuncia que sí se casará, que no piensa cancelar la ceremonia, (a fin de cuentas, la familia de su novio le hizo pagar casi todo…por no decir todo), y elige impulsivamente a un mesero desconocido… sin saber que es Dante Morelli, un millonario joven, genio empresarial y misofóbico, que estaba huyendo de una cita a ciegas que su familia le obligó a tener.

Cuando Candy lo toma de la mano, Dante siente algo que jamás pudo sentir antes: no miedo, no repulsión, sino una extraña calma. Decide ayudarla.

Y así… dos perfectos desconocidos terminan casados.

Ella cree que él es pobre. Él cree que ella es adorable pero desastrosa. Los dos están equivocados.

Y el amor (y el caos) apenas empiezan.

chap-preview
Free preview
1. El novio sustituto
1. El novio sustituto POV Candy El reloj marcaba las seis de la tarde. Justo las seis. La hora en que se supone que mi vida debía cambiar… pero no de la manera en que imaginaba. Yo estaba ahí, plantada en el centro del salón más caro que pude pagar, envuelta en un vestido blanco que se sentía como una armadura de veinte kilos y con cientos de ojos clavados en mí. El aroma a rosas blancas mezclado con perfumes caros me giraba alrededor, casi tan mareador como la mezcla de nervios y rabia que tenía atravesada en el pecho. La música se detuvo. Los murmullos desaparecieron. Una quietud tensa se adueñó del lugar. —Lo siento mucho —dije, alzando la voz—, pero esta boda no va a continuar. El silencio fue tan profundo que casi pude escuchar caer un alfiler sobre la alfombra. Vi a los invitados abrir la boca, a mi tía persignarse, a mi prima cambiar el modo de su cámara como si fuera a grabar un documental. Y entonces lo vi a él. Leonardo. Mi “futuro no-esposo”, parado junto al altar con esa sonrisa que antes me confundía, pero que hoy solo me daba ganas de aventarle mi ramo a la cara. —¿En serio? —avanzó hacia mí con pasos arrogantes. —¿Vas a cancelar la boda? ¿Por qué? ¿Estás celosa otra vez? Sabes que Marina es solo mi mejor amiga. Mi dama de honor. La amiga que acababa de encontrar hace quince minutos con él en el baño, en una posición que requeriría yoga avanzado. —¿Celosa? ¿De tu mejor amiga? —repetí con una sonrisa temblorosa. —No. Amante le queda mejor. Los invitados dejaron escapar un pequeño coro de jadeos. Leonardo soltó una carcajada, como si acabara de escuchar el mejor chiste del año. —Candy, por favor. Los hombres tenemos necesidades y tú siempre fuiste… tan “mojigata”. ¿Cuántas veces te pedí que cumplieras con tus obligaciones? Con ese carácter, nadie va a querer casarse contigo. Y ahí estuvo. La frase que desató todo. El fósforo que encendió el incendio. Respiré profundo, sosteniendo el ramo con demasiada fuerza. —Pues qué crees, Leonardo. Ya que pagué este salón, la comida y la decoración… ¡me voy a casar! Pero no contigo. Un murmullo generalizado recorrió el salón como una ola. Las cabezas se giraron. Algunos invitados incluso se pusieron de pie para ver mejor el desastre en progreso. Y entonces lo vi. Un camarero. Bastante atractivo por cierto… Traje n***o impecable, postura recta, mandíbula firme, expresión tensa… demasiado elegante para servir bebidas. Tenía esa presencia que uno no olvida. Esa mezcla de seguridad y misterio que casi gritaba este hombre no pertenece aquí. Pero yo estaba desesperada. Caminé hacia él con paso decidido. —¿Tú? —solté, señalándolo como si hubiera encontrado al culpable del planeta. El supuesto camarero abrió los ojos con sorpresa. Detrás de mí, Leonardo soltó una carcajada venenosa. —¿Con ese tipo? —señaló, burlándose. — Candy, esta sí es la broma del día. El hombre frunció ligeramente el ceño, incómodo con toda la atención. —¿Eres casado? —negó…—¿Tienes novia? —volvió a negar…¿Eres gay? —negó desesperadamente…bueno, esa última pregunta estuvo de más, lo sé. —Disculpa —dijo con voz baja, profunda—, pero creo que hay un error. Solo estoy… —Por favor —susurré rápido, sintiendo el temblor en mi voz. —No me dejes en ridículo. Ayúdame. No te arrepentirás. Tragué saliva. —¿Quieres casarte conmigo? El salón entero contuvo la respiración. Él me observó. No como un mesero confundido, sino como alguien que estaba evaluando si estaba a punto de tomar la peor decisión de su vida… o la más interesante. Por un instante pensé que diría que no. Pero entonces una pequeña sonrisa —apenas un desliz en la seriedad de su rostro— apareció. Y extendí mi mano. —Está bien —dijo, mirándome directo a los ojos.—Me caso contigo… por ahora. Boom. El salón estalló. Aplausos dispersos (obvio por el lado de la novia). Murmullos incrédulos (del grupo de los estirados del lado del novio). Un tío borracho gritando “¡así se hace!”. Mi prima grabándolo todo en vertical y horizontal. Tomé su mano y sentí algo extraño. Calma. Como si tocarlo fuera… natural. Él tampoco la soltó de inmediato. Su mirada seguía fija en mí, con esa intensidad que me hizo preguntarme quién demonios era. Si yo hubiera prestado más atención, tal vez habría notado cómo su mandíbula se tensó mientras me aferraba a su brazo.Pero no. En ese momento solo era mi esposo improvisado. Más tarde, cuando el caos disminuyó, y la odiosa familia de ex novio se había marchado, él y yo terminamos sentados en una mesa apartada, con dos copas de vino. Se veía incómodo, como si todavía no procesara en qué lío se había metido. O en qué lío lo había metido yo. —Bueno… —dije, tomando aire. —Dime tu nombre, “señor esposo”. Hubo una pausa. Muy breve. Apenas perceptible para alguien que no estuviera realmente observándolo. —Alejandro —respondió finalmente. Pero su mano apretó la copa con un gesto muy sutil. Como si ese nombre… no le perteneciera del todo. —¿Alejandro? —pregunté, arqueando una ceja. —Alejandro. —Reforzó la mentira con voz firme. Reí. No pude evitarlo. Después del desastre del día, me parecía poético que mi matrimonio improvisado fuera con un mesero llamado Alejandro. —Pues, Alejandro… —sonreí con diversión—, esta será oficialmente la boda más loca de la historia. Él alzó su copa. —Por las locuras que valen la pena. Chocamos copas. El sonido resonó como una promesa. Y mientras brindábamos, él pensó —aunque yo no lo escuché—: No soy Alejandro. Soy Dante Morelli. Y no entiendo por qué acepté tomar tu mano… ni por qué no sentí miedo. Pero eso lo descubriría después. Mucho después. ***** POV Dante (Minutos antes del caos) La ansiedad se apodera de mí, recorriendo cada fibra de mi cuerpo hasta dejarme paralizado. No puedo quedarme aquí ni un segundo más. Mi única opción es escapar. Sin pensarlo, giro en redondo y avanzo hacia la salida, el corazón latiendo tan fuerte que parece querer salirse del pecho. Pero al llegar a la entrada, mi esperanza se derrumba. Hombres vestidos de n***o, con miradas duras y firmes, bloquean estratégicamente cada paso, como guardianes implacables que no permitirán que me vaya. Un instinto primario de supervivencia me obliga a retroceder y buscar otra ruta. Camino sin mirar atrás, las luces del pasillo reflejan mi ropa cara, demasiado llamativa en este lugar extraño. Sin dudarlo, me quito el saco y lo arrojo dentro de un cubo cercano, como si deshacerme de esa prenda pudiera hacerme menos visible. Mis pasos retumban en el silencio opresivo mientras avanzo, la desesperación crece al no encontrar una salida. Justo cuando siento que todo está perdido, una puerta entreabierta me invita a entrar. La empujo y esta cede sin resistencia. Adentro, un grupo de hombres más o menos de mi edad me observa con sorpresa y desconfianza. —¡Eh, tú! ¿Eres el nuevo? —me dice uno, con voz brusca— mejor date prisa, la boda está a punto de comenzar. Me lanza un bulto. Lo desenrollo y veo un chaleco igual al que llevan los demás. El asco casi me hace regresarle la ropa, pero logro contenerme. —¿Habías trabajado en esto antes? —me pregunta con tono burlón. Niego rápidamente, sintiendo cómo se burlan de mí. —Míralo, solo es un niño bonito —se ríe otro— seguro nunca ha trabajado en su vida. ¿Eres de esos tipos que les gusta que los mantengan? La palabra me golpea con fuerza. Sí, técnicamente siempre he vivido a costa de la fortuna de mi familia. Pero no puedo permitir que lo usen para humillarme. —Creo que es mudo —se burla alguien más. Respiro hondo y respondo con voz firme, a pesar del miedo: —No soy mudo. ¿Qué debo hacer?. —Digo quitándome el saco y colocándome el chaleco del uniforme. Una sonrisa cómplice cruza el rostro del que parece el líder. —No les hagas caso... —me dice con una sonrisa ladeada, esa mezcla entre burla y advertencia— todos aquí están celosos de tu aspecto. Este lugar está lleno de mujeres dispuestas a pagar lo que sea con tal de estar con un hombre joven y atractivo como tú. Si tienes suerte, quizás esta noche sea el comienzo de algo grande para ti. Pero yo no quiero nada de eso. No busco favores ni atenciones falsas. Solo quiero salir. Encontrar la manera de escapar antes de que este lugar, con sus luces y sus muros, termine por convertirse en una jaula de la que no pueda salir. Con manos temblorosas me coloco el chaleco. Cada fibra de mi cuerpo está en tensión, pero intento absorber sus palabras mientras mi mente solo grita: Sal de aquí. Ahora. —¿Cómo funciona esto? —logro preguntar con la voz seca y casi sin fuerza. Sé que no esperan una respuesta, pero necesito hacer algo, fingir interés para no levantar sospechas. El líder me observa, una mezcla de diversión y desprecio en su mirada. Me dedica una sonrisa socarrona antes de responder: —No hay mucho que explicar. Estamos contratados para servir bebidas en uno de los salones. Allí hay una boda, ¿no te lo dijeron? —Asiento negando, tratando de no lucir tan sospechoso. —Serás uno de los que circulan por el salón —me dice, guiñándome un ojo como si eso fuera suficiente para convencerme— con tu buena apariencia podemos conseguir buenas propinas. Yo apenas logro mantener la compostura. Sin embargo, mi mente ya trabaja frenéticamente: ahí, entre esa multitud y ese bullicio, debe haber alguna puerta, alguna oportunidad para desaparecer sin que nadie lo note. Disimuladamente toco mi teléfono, guardado en la parte trasera del pantalón. Debo comunicarme con Remis, mi asistente. Seguro ya está preocupado por no haber recibido noticias mías. No puedo perder más tiempo. Sin hacer más preguntas, los sigo. Nos conducen por un ascensor de servicio, el viaje se siente eterno mientras subimos dos pisos más. Al salir, nos asignan un área específica y nos entregan una bandeja cargada con copas. El murmullo lejano de la fiesta y los tintineos de cristalería llenan el aire. Pero ¿qué podía saber yo en ese momento del caos que se estaba gestando? De la tormenta que se desataría en pocos minutos, arrastrándome a un torbellino en el que, sin querer, me vería atrapado, y terminaría siendo el novio sustituto de una boda que cambiaría mi vida.

editor-pick
Dreame-Editor's pick

bc

30 Days to Freedom: Abandoned Luna is Secret Shadow King

read
313.0K
bc

Too Late for Regret

read
303.7K
bc

Just One Kiss, before divorcing me

read
1.7M
bc

Alpha's Regret: the Luna is Secret Heiress!

read
1.3M
bc

The Warrior's Broken Mate

read
142.1K
bc

The Lost Pack

read
423.1K
bc

Revenge, served in a black dress

read
150.8K

Scan code to download app

download_iosApp Store
google icon
Google Play
Facebook