Pinocho

1768 Words
Nick Desperté y lo único que encontré coherente fue hacerme un café, no quería despertar a April ¡Diablos! Tantas cosas que pensar yo solo ¿Qué haría con una muchacha embarazada en mi departamento? En algunos meses iba a ocupar algunos metros más de él y sin duda alguna mamá y papá no tardarían mucho tiempo en venir, tendría que ocultarla, pero ¿cómo? Nunca había sido bueno ocultando cosas y ahora ocultaría a dos personas. April se veía muy linda durmiendo, era como si siempre hubiera deseado una siesta así. Tomé mi cámara y aún sabiendo que era ilícito lo que iba a hacer busqué el ángulo perfecto para tomarle una fotografía porque quería capturar ese momento, ella merecía alguien que la admirara con demasiado amor aún con el riesgo de parecer un trastornado mental o en versión resumida: acosador. Recibí un texto de Ethan en ese momento y decía algo así: "Hola Nick ¿Qué tal si llevo a unas cuantas personas a tu departamento y hacemos una fiesta todos juntos? Ha pasado un mes desde la última" No podía seguir con ese estilo de vida, April no tenía barriga ni nada por el estilo, pero era muy riesgoso que la vieran ahí, harían comentarios, porque yo nunca vivía con una chica y en ese momento estaba comenzando a vivir con una chica embarazada, decidí responderle: "No puedo, hablamos en una cafetería cercana a la que nos reunimos siempre, cambiare de cafetería por hoy, nos vemos ahí en veinte minutos. Será la que está a veinte minutos de la habitual" no solo se trataba de las preguntas que harían de ella sino que un ambiente así podría hacerle daño a ella, no quería que se acercara al cigarro, alcohol y a las otras sustancias de las que eran fanáticos mis amigos fotógrafos. La justificación para todo eso y más era que estaban en búsqueda de su musa pero no éramos más que un puño de muchachos caprichosos. Subí al auto que estaba aparcado en la planta baja del edificio, necesitaba tomar aire, pero no podía simplemente dejar a April sin siquiera decirle a donde iba. Le dejé comida hecha por si no tenía ganas de cocinarse algo, sabía que un sándwich no iba a hacer la diferencia, pero al menos no tendría el estómago vacío y se suponía que eso era crucial en un embarazo. Las calles estaban vacías lo cual era muy extraño ya que mi reloj marcaba las ocho de la mañana y según el reloj del auto también era la misma hora. Faltaban pocas calles para llegar a la cafetería, pero el tiempo de espera se me hacía eterno, no podía mentirles a mis amigos, pero tampoco podía decirles la verdad. Aparqué el auto en el estacionamiento y bajé corriendo con mi cámara en mano, por si las dudas, no sabía cuántos de la especialidad en fotografía vendrían, solo sabía que eran Ethan y algunos otros. Era una especie código entre camaradas: traer la cámara casi siempre que salimos, el lema es "uno nunca sabe dónde está la foto del millón" aunque yo aún no la encuentro. -Hey -dije alzando los brazos desde la entrada hasta la última mesa y llegando hasta ellos- lo siento chicos, no puede haber fiesta hoy en mi casa. Esperaba que no pidieran una explicación porque si se atrevían a hacerlo no iba a saber cómo responder, nunca había sabido cómo responder a las preguntas complicadas. - ¿Por qué? -preguntaron todos mirándome- ¿Qué pasa con el alma de la fiesta? Tal vez ya no sería más el alma de la fiesta, eso sucede. Al menos no por los próximos nueve meses a esa conversación y si el destino lo decidía, las próximas fiestas que daría tendrían jugo de manzana en cajitas y música infantil que me haría desear tener otra vida pero después de un sorbo de jugo me daría cuenta de que seguiría eligiendo esa vida una y otra vez. Una parte de mi me advertía que no debía imaginarme cosas demasiado rápido, April tenía demasiados problemas y yo estaba ilusionado pensando que todo sería perfecto como en una de esas comedias románticas que veía en la televisión cuando no quería hacer una tarea. -No puedo chicos, enserio -dije- tengo cierto compromiso en casa y no puedo atenderlos con una de sus alocadas fiestas, papá y mamá llegaron a casa y la están ocupando, es por eso que no puedo. Nadie dijo nada, todos sabían que cuando mamá y papá estaban en casa no podíamos hacer nada. Solo podíamos esperar a que se acabara el tiempo de visita. Pero no lo estaban, el detalle era que ellos no lo sabían y yo ni de loco se los iba a decir. Ninguno de los chicos protestó y como era viernes (no teníamos clases ese día) se fueron de la ciudad seguramente. Excepto David, él se quedó ahí. Aunque parezca falso los hombres también tenemos amigos y él era uno de esos, podía saber cuándo algo no marchaba bien, ese era su sexto sentido. -Nick -dijo David mi mejor amigo- ¿en serio no te pasa algo más? Si, estaba metido en un problema enorme que crecería con el paso de los meses y aún no sabía cómo resolverlo por mi propia cuenta, estaba con el agua hasta el cuello pero aún así me derretía de ternura imaginando cosas imposibles y fotografiando personas dormidas. -No -dije nervioso mientras intentaba mantener mis expresiones a raya- no me pasa nada ¿Qué me podría pasar? Solo tengo a los viejos en casa y ya sabes que intentar hacer una fiesta con ellos ahí es cercano a la tercera guerra mundial. Todos los que vivimos solos hemos experimentado lo tedioso que puede ser tener a nuestros padres en casa husmeando por aquí y por allá, los míos no eran tan molestos como el resto; los padres de David por ejemplo solían abastecerlo de comida como para tres meses y luego metían desconocidos a la casa bajo el pretexto de que les estaban dando alojamiento temporal; sinceramente pocas personas creímos eso, cada vez que recogían a alguien se sentía como si lo hicieran en búsqueda de la aprobación social. -Amigo sabes que puedes confiar en mí -dijo dando una palmada en el mi hombro- te noté un poco distraído y por eso pregunté. Gracias por conocerme tan bien, pero ese día no tendríamos tanta confianza como otras veces, lo sentía mucho. Eso con lo que cargaba se iba a ir conmigo hasta el fin de mi ahora completa existencia. -No me pasa nada David -mentí- me molesta que las fiestas no me puedan incluir mientras tengo a los viejos en casa, pero ya sabes, ellos pagan todo. Se los debemos. Me paré porque no estaba dispuesto a soportar su interrogatorio, me conocía tan jodidamente bien que sabía que terminaría diciéndole la verdad, pero no podía, no en ese instante, eso ya era bastante complicado para mí. Necesitaba un break, algo que pudiera hacer que me distrajera, creí que lo más estresante que iba a tener eran los finales del semestre, pero me equivoqué, con ella en casa era seguro al cien por cien que los finales iban a ser la cosa más ligera que tendría. Tal vez debía hablar con Amelia, mi tía, ella en serio me ayudaba a despejar la mente y pensar claro, tenía razón cuando decía que solía precipitarme en todo. April era buena idea en casa (siempre y cuando no me descubrieran mis padres) ya que la mantenía limpia y no es que exigiera un salario, lo único que me saldría caro seria la hospitalización a la hora del parto y el hecho de esconder eso de los estados de cuenta de mi tarjeta dorada. El tráfico era insoportable, ni siquiera sabía con exactitud cuando se iba a acabar el embotellamiento. Pensé que mi viernes ya estaba bastante arruinado, pero no, aun le faltaba más a mi día. Resulta que no se quedaría como una mentira inocente lo de mis padres de visita ya que en cuanto llegué yo al edificio, también lo hicieron mis padres. Sentí la manera en la que mi sangre se me iba a los talones. -Hola querido -dijo mamá al verme subir por el ascensor- te hemos echado muchísimo de menos. Querida madre, siempre que te veo es por algún propósito que ni siquiera sabemos hasta que lo dices. No me imaginaba la razón por la que habían ido al edificio. - ¿Qué hacen aquí? -pregunté sin detenerme mucho a pensar en lo que salía de mi boca- no recuerdo haberme metido en problemas. Esperaba que no me hubieran reportado por inasistencia a un par de clases durante el semestre porque no tenía una excusa para eso y seguramente amenazarían con cancelar mi tarjeta, esa bonita con la que pensaba pagar los gastos médicos de April. -Te dije que siempre lo olvida -dijo papá de manera juzgona ¿ahora qué olvidé? No lo sé- estamos aquí porque los eventos para la boda de tu prima están por empezar y no has aparecido. A ver, tenía escuela; podrá ser mi prima y todo lo que deseen, pero eso no le restaba importancia al hecho de que mi estudio era más importante que esa reunión, bien podía llegar solo a la misa y nadie notaría mi ausencia, excepto Amelia porque ella siempre estaba al pendiente de mí. -Tengo escuela -respondí- así que probablemente no asista. Error de mi parte haberles comentado eso en un lugar cerrado, el viaje en elevador se me hacía eterno; nunca me había puesto a pensar cuanto duraba subiendo del estacionamiento a mi departamento, pero tampoco el tiempo se me había hecho tan largo como en estos momentos. -Te recuerdo -dijo mi madre- que todos somos familia, para nosotros es demasiado importante la unión; tu tía Amelia estaría decepcionada de saber que estás faltando a los valores familiares por perseguir tu sueño, esas cosas son demasiado americanas. April iba a estar igual de confundida que yo, al menos eso me servía de consuelo para lo que se avecinaba, me sentía encerrado, era como pinocho, pero en vez de que mi nariz creciera mis mentiras se volvían reales, me iban a descubrir y no podía arriesgarme a eso. Pero no había nada que pudiera hacer. Abrí la puerta pensando en que 1) Iba a encontrar mi desastre y 2) a una chica embarazada. Señoras y señores, la tercera guerra mundial iba a estallar en mi departamento y no podía hacer nada para cambiarlo, debo proteger con cualquier cosa a April porque definitivamente Vicky Napolitano no se detiene ante nadie.
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