Empujo mi pie hacia abajo y oprimo el acelerador suavemente para que el coche se mueva con lentitud. Girando mi rostro atrás, contengo el aliento y lo voy soltando de a poquito mientras el coche se mueve de retroceso para que pueda dar la vuelta y salir del terreno de la granja.
Ha pasado una semana desde que Deian se fue y me lo regaló aún en contra de mi voluntad —Bueno, quedamos en que no sería un regalo, sino un préstamo, aunque sé muy bien que al final él se saldrá con la suya y terminará siendo un regalo—, y es la primera vez que lo voy a manejar sin tener a alguien que me supervise y me pueda salvar de no matarme.
Tengo el susto atorado en el pecho, pensando que voy a cometer un error y terminaré cayendo en algún barranco o estrellándome contra un árbol, o, peor aún, llevándome a
