Además de querer limar las asperezas con él para que estuviéramos en paz, la otra razón de peso por la que acepté venir al doctor es porque estoy más que segura de que no puedo estar embarazada. ¿Cómo voy a estarlo si he estado cuidándome? ¡Es imposible! Sin embargo, voy a darle el gusto nada más para que estemos bien. Deian ha conseguido una cita de última hora con un doctor del bullicioso Westminster, sector de Londres donde él tiene cosas por hacer, lo cual le viene muy bien. El doctor viene con muy buenas recomendaciones por parte de un amigo o conocido de Deian. No lo sé realmente. Nos sentamos en la sala de espera de la clínica y sintiéndome un poco nerviosa, miro alrededor. Todas las demás mujeres embarazadas tienen ese brillo del que todo el mundo habla. «¿Lo tendré? —me preg

