En el rostro de Deian hay una felicidad y satisfacción que no había nunca antes. Es como si hubiera conseguido aquello tan anhelado que había estado tratando de obtener por mucho tiempo y que le había conllevado muchos sacrificios.
Una parte de mí, aunque asustada por este gran cambio que ha llegado de golpe a poner mi mundo patas arriba, se siente feliz de ver su reacción y por saber que soy yo la causante de esa felicidad y por poder darle algo que él desea, después de todo lo que me ha dado. Sin embargo, la otra parte, quizá un poco mayor que la otra, se siente abrumada, angustiada y hasta decepcionada, porque no era lo que yo quería y, además, hay algo que burbujea en mi interior, en lo más profundo, algo parecido a la desconfianza, como si intuyera que algo no está del todo bien, per
