Valeria se quedó observando a Lucca mientras se retiraba y sus ojos se humedecieron producto de las lágrimas que empezaron a salir. Alondra la sostuvo firme y con una voz que sonó más fuerte de lo que le hubiese gustado y expresó: — ¡No se le ocurra llorar aquí! Y tampoco seguirlo. Alce su frente, írgase como si fuese una reina y camine con elegancia, que nada la perturbe y mucho menos permita que el señor Lucca la vea llorando y sufriendo por él ¿Me entendió? —Valeria se quedó observando a Alondra sorprendida por sus palabras. —Hace un momento estabas regañándome a mí y estabas de parte de tu suegrito querido—habló con sarcasmo. — ¡Pues sí! Porque usted fue quien falló primero y siempre me gusta estar del lado de la justicia, pero ahorita, después de verlo y oírlo, le aseguro que mi sue

