El desayuno fue bastante bueno. No sé si fue porque tenía bastante tiempo sin comer, o porque estaba tan cansada de estar agobiada que decidí dejar de atormentarme por un rato, al menos mientras comía. Sebastián comenzó a levantar los platos e hice lo mismo. Y, aunque Sebastián insistió que no debía hacerlo, yo hice mi parte. No estaba acostumbrada a que hicieran mis quehaceres, así que me levanté de la mesa, tomé mis trastes y los llevé a la cocina donde los lavé bajo la vigilante mirada de los tres restantes. —Mami, ¿por qué haces los deberes de Sebastián? —preguntó Mari acercándose curiosa a mí. —Yo no estoy haciendo los deberes de Sebastián —informé—, estos son los platos de mi desayuno, por eso los lavo yo. Mari se veía bastante sorprendida y curiosa al mismo tiempo. » ¿Cuáles so

