La chica llamada Avril había llegado a la pastelería después de exactamente dos horas, tomando su puesto de mesera una vez más, Sam muy aliviado regresó a su turno en la cocina, y Mary muy agradecida por el regreso de la muchacha se acerca a ella - Gracias a Dios estas aquí, Sam no sirve como mesero... debería permanecer encerrado en la cocina, lo mejor que puede hacer es no atender al público, es terrible... además siempre he pensado que no tiene buena presencia - Le comenta la chica con hostilidad desde la barra a la muchacha que estaba junto a ella esperando que llegara algún cliente, Avril achina sus ojos al escuchar el comentario de su compañera de labores - No exageres Mary, Sam es un buen chico, y no creo que tenga mala presencia, solo necesita mejorar su postura y mostrarse más confiado, aunque te aseguro que nadie puede ser peor que el gordo Henry... ese chico si era el rey de la mala presencia ¿te acuerdas lo apestoso que era? además su frente siempre estaba tan grasosa que podías freír tocino fácilmente sobre él - Ilustra con una mueca de asco en su rostro, Mary la observa con una expresión pensativa recordando al antiguo trabajador - Si... él era muy grotesco, pero hacia unas donas rellenas inigualables - Asegura relamiéndose sus labios, Avril comienza a reírse - Oh si... nadie se le puede comparar... ¿te acuerdas cuando...? - La chica se detiene cuando observa llegar a un hombre, la rubia sin pensarlo se acomoda su cabello al notar lo apuesto que era su nuevo cliente, después de reajustar su cola de caballo, camina con gracia hasta el sujeto llevando consigo el menú de la pastelería, Mary abre sus ojos por reconocer al nuevo cliente - Buenas tardes señor ¿desea comer aquí o se llevará su pedido? mientras decide, puede ver lo que tenemos en el menú, todos nuestros pasteles, donas y cupcakes son los mejores de toda la ciudad - Recita la muchacha muy entusiasmada sin dejar de mirar al hombre - ¡Es tan apuesto oh por Dios! sería tan dichosa si me llevara a la cama... ¿de qué tamaño será su pene? sin duda alguna debe ser más grande que el de mi novio... quiero verlo... soy tan pervertida ¿el será pervertido también? - Chilla la muchacha en pensamientos mordiéndose el labio inferior mientras que el cliente la observa con un rostro que solo refleja desilusión y desinterés al mismo tiempo.
***
- Es momento de llamar a Tad... debo decirle que no puedo ir a acampar - piensa Sam sacando el celular del bolsillo de su pantalón, agradecía enormemente estar de nuevo en la cocina, en ese instante estaba glaseando un pastel, pero se permite unos minutos para solucionar su pequeño problema - Leo, voy hacer una llamada, me tardaré solo unos minutos, ya regreso - Comenta a su compañero que ahora lo observa con una sonrisa socarrona - ¿con quién hablaras si se puede saber? puedes hablar aquí mismo sin necesidad de salir, a menos que sea algo muy íntimo... - Pregunta colocando las manos en sus caderas de forma afeminada mientras la sonrisa en sus labios se transforma a una más seductora con aires de complicidad, Sam carraspea su garganta - Llamaré a un amigo, y prefiero hacerlo afuera, creo que hay más recepción... ya regreso - Dice cortante, Leo se siente por un segundo decepcionado por lo poco explicito que fue el muchacho con él - De acuerdo... ve tranquilo, si aparece la obesa gruñona de Mary te cubriré - Asegura guiñándole un ojo a Sam, el cual le sonríe con gentileza - Gracias Leo, bueno... ya regreso - Se despide con su mano, regalándole restos de su sonrisa, camina hasta la puerta de servicio y cuando siente que tiene toda la privacidad que necesita, suspira para calmar los nervios que poco a poco comenzaban a crecer dentro de él, sería la primera llamada que le haría a Tad, todo un acontecimiento para su tranquila vida, y el muchacho, como si se tratara de una tarea de vida o muerte busca con decisión en sus contactos el número de teléfono, cuando lo encuentra traga saliva - Hola Tad ¿Cómo estás?... te llamaba para decirte que no podré ir a acampar, mi papá no me dio permiso y... - Sam se detiene por un momento, estaba practicando en voz mediamente baja lo que estaba a punto de decirle al muchacho - No puedo decirle eso... pensaría que soy un tonto - Piensa encogiéndose de hombros - Hola Tad ¿Cómo estás? estuve pensando y no puedo ir a acampar... tengo que estudiar para un importante examen mañana y... - El castaño vuelve a interrumpirse - ¡Eso tampoco! pensará que soy de esos chicos nerd odiosos - Especula en pensamientos chasqueando su lengua - Hola Tad... no quiero ir a acampar contigo - Susurra - Si... eso está mucho mejor, aunque... - Se dice a si mismo tocándose su labio inferior - ¡Pensará que no me gusta estar con él y nunca más me invitará a ningún lugar! - Grita en su mente mientras se cubre el rostro con sus manos, suspira con tristeza, no podía seguir así, simplemente le diría que no podía asistir, deseando que el muchacho no le pidiera explicaciones, llenándose de valor volvió a coger su móvil, marcando la opción de llamar, y a los pocos segundos podía escuchar los tonos de la llamada en espera por ser atendida, en el tercer repique Tad contesta.
- Hola Sam ¿Qué tal? - Contesta el pelinegro haciendo que el corazón del castaño comenzara a latir con mucha fuerza.
- ¡H-hola Tad!... estoy bien ¿y-y tú? - Saluda Sam mientras sostiene el teléfono con ambas manos por temor a que este se deslice entre sus temblorosos y sudorosos dedos.
- Estoy bien... ¿a qué se debe tu llamada? aun no son las 8 pm, aunque es acertada porque me tienes que decir el lugar donde te voy a buscar ¿estás en tu casa? - Pregunta el joven con curiosidad.
- No... no estoy en casa, a-ando en mi trabajo - Responde tragando saliva, no debía continuar alargando la conversación, debía llegar al punto importante cuando antes.
- Oh okey, ¿Dónde trabajas? puedo pasar buscándote - Propone el pelinegro amablemente.
- Eh... trabajo en Cake's Factory, salgo a las... - Explicaba el muchacho pero Tadzio le interrumpe.
- ¿Trabajas ahí? ¡Me encanta ese lugar, voy todo el tiempo! nunca te había visto... bueno en fin, ¿Cuál es tu hora de salida? - Se ofrece y pregunta el guitarrista con entusiasmo.
- Salgo a las ocho de la noche Tad... - Dice Sam cabizbajo pensando que Tadzio nunca lo había visto ¿tan invisible era? incluso él lo había atendido como mesero en varias ocasiones, sabia a la perfección lo que el chico pedía todo el tiempo, y la mesa donde se sentaba en las ocasiones que decidía quedarse, por alguna razón reconocer que el chico nunca había notado su presencia le dio algo de tristeza.
- Oh perfecto, entonces pasaremos por allá, iremos un grupo de personas que...- Explica el muchacho, pero en ese instante Sam le interrumpe.
- ¡No iré, no iré a ver la lluvia de meteoritos! - Exclama con palabras rápidas impregnadas de desesperación y nerviosismo, al terminar Sam suspira aliviado callando a Tad por unos segundos.
- ¿Por qué no irás? - Pregunta sin rodeos, el pelilargo frunce su boca, esa era la parte de la conversación que más temía.
- P-porque... yo-yo... eh... - Balbucea en susurros - Porque no puedo escalar. - Agrega encogido de hombros.
- ¿Por qué no puedes escalar? no entiendo - Responde el muchacho desde la otra línea, se podía escuchar un grado de molestia en su voz.
- ¿No entiendes por qué no puedo escalar? - musita Sam asumiendo que Tad estaba siendo sarcástico en ese instante, incluso le parecía algo cruel.
- Así es, no entiendo... supongo que simplemente eres un perezoso, eso es todo - Asume el joven con seguridad.
- ¡No soy perezoso Tad! es que... no puedo esforzarme mucho... mi rodilla no se encuentra muy normal que digamos, por eso no puedo escalar... lo siento - Musita el castaño cabizbajo.
- Oh, es eso... - Farfulle sin mucho interés - ¿Entonces porque aceptaste nuestra invitación si conocías de antemano tus limitaciones? - Pregunta el pelinegro con un tono de voz serio.
- Lo lamento, no lo pensé en el acto... yo solo me dejé llevar, realmente quería compartir contigo y tus amigos, ver las estrellas y todo eso, además son pocas las veces que me invitan a lugares sin pensarlo demasiado, quizás por eso fue que me emocioné tanto, lo siento mucho Tad - Se disculpa el muchacho asumiendo que su interlocutor se encuentra molesto, Sam en ese instante quiere llorar pero lo impide tragando saliva intentando en lo posible que su voz no se fuera a quebrar.
- Entiendo... ya, no te preocupes por eso - Asegura apacible escuchándose como el joven emitía un suspiro - Bien, debo irme, nos vemos al rato Sam - Concluye colgando la llamada.
Sam después de escuchar las últimas palabras de Tad deja escapar su sollozo contenido - ¡No querrá hablarme nunca más! - Murmura con su llanto silencioso, suspira en un intento por calmarse limpiándose la nariz y las lágrimas con la manga de su camiseta entrando nuevamente a la cocina.
***
- ¿Dónde está Sam? el chico que atendió a mi hermano y a mi hace unas horas - Pregunta el hombre viendo con curiosidad hacia las puertas que llevaban a la cocina ignorando completamente a la nueva mesera que abre un poco su boca por la impresión, Mary que estaba muy atenta escuchando todo decide entrar en la conversación - ¿Sam? Umm ¿Para qué pregunta por él señor? si se puede saber claro - Indaga la muchacha con curiosidad riéndose de forma incomoda, el hombre suspira fastidiado - Quiero que él me atienda, y además deseo que me acompañe en la mesa - Ordena el sujeto con una sonrisa seductora que embelese al par de muchachas por unos segundos, pero Mary entrecerrando sus ojos vuelve a la realidad - C-creo que eso no es posible señor... ¿Cuál es su nombre disculpe? - Pregunta con timidez, el hombre hace una mueca en su rostro - Llámame William... - Responde volteándose por un momento para revolotear sus ojos y que ambas chicas no le vieran, ya se estaba comenzando a hastiar con la conversación - ¿y bien?... Mary - Dice viendo el nombre de la muchacha que estaba anotado claramente en un broche dorado sobre su uniforme - ¿Por qué no es posible que Sam pueda atenderme y acompañarme? - Cuestiona con una enorme sonrisa sexy acercándose un poco a la chica, esta traga saliva - Eh... e-es que... no se puede... e-él es un trabajador y según las reglas de la pastelería, de no podemos socializar demasiado con los clientes... además en este instante él está en su turno en la cocina - Explica la joven algo nerviosa, Avril ayuda a su compañera - Así es, Sam solamente me cubrió por un par de horas... no podemos saltarnos nuestros turnos... y además... - William les interrumpe, no se iba a dar por vencido tan fácil - Entiendo, entiendo - Espeta intentando lucir tranquilo - ¿Qué les parece si arreglamos este "inconveniente" más rápido? - Musita sacando su billetera - Quiero el pastel más costoso de su menú, además, les daré como una contribución por sus esplendidos servicios diez mil dólares, solamente si traen a Sam aquí permitiéndole que se siente conmigo - Ofrece el pelinegro con una sonrisa cómplice sacando su tarjeta dorada, los rostros de las muchachas se deforman por las expresiones de impresión que ahora reflejaban - ¿E-está hablando en serio? - Pregunta Mary con incredulidad en un hilo de voz agudo, William asiente con su cabeza de forma tranquila - Si... y puedo darles una noble contribución a ustedes por su colaboración... - Aclara sacando varios billetes, Avril frunce el ceño - ¿Nos está sobornando para intentar alquilar a Sam? esto no es una casa de citas señor - Pregunta la chica incisiva, William arquea una ceja - Que inteligente eres... Avril - Alaga el escritor viendo el nombre de la muchacha en su broche - Y no quiero alquilar a Sam... eso no se escucha muy bien, simplemente deseo pasar el resto de la tarde con él, nadie saldrá perdiendo... ¿quieren billetes de 100 o de 500? - Pregunta William pasando una mirada rápida a ambas chicas que siguen con sus rostros sorprendidos observándolo.
***
- ¡Sam, ven aquí rápido! - Exclama Mary corriendo hasta el muchacho que estaba rellenando con dulce de leche varios biscochos, cuando está a su lado lo jala del brazo con mucha fuerza - ¡Uno de los clientes que vino hace unas horas quiere tener una cita contigo, apresúrate! no debes hacerle esperar - Exclama ahora quitándole el gorrito que tenía el joven en su cabeza mientras lo peina un poco, Avril aparece corriendo de la misma forma desesperada como entró la otra muchacha, se dirige hasta donde se encuentra Sam arrebatándole el delantal - Deberíamos maquillarlo... ¿crees que se dará cuenta si acentuó sus mejillas con rubor? - Propone la rubia inspeccionando de pies a cabeza a Sam - ¡quítate esos lentes! - Exclama Avril, Sam sin entender demasiado lo que estaba sucediendo se aparta un poco de las garras de ambas chicas que continuaban acomodándolo - ¿Una cita? ¿Con un cliente? ¿¡Qué les sucede!? - Pregunta con alteración, las muchachas al unísono emiten un bufido molesto - ¡No preguntes demasiado, solo muévete! - Exclama Mary empujándolo hasta la salida, Leo que veía toda la escena extrañado se acerca a Avril cuando Mary ya se ha encargado de arrastrar al pelilargo fuera de la cocina - ¿Un cliente quiere tener una cita? ¡¿Y CON SAM?! - Pregunta estallando en una risa que mitiga con su mano, la rubia asiente con la cabeza - Así es, un hombre increíblemente apuesto estaba solicitando a Sam, Mary y yo somos las "doctoras amor", decidimos emparejarlos... ¿no es tierno? - Comenta la muchacha agudizando su voz en la última frase, no pretendía decirle al muchacho que William les había entregado a ambas 2 mil dólares en efectivo, sin mencionar que realmente pagó los diez mil dólares con su tarjeta de crédito para la tienda, solamente para estar con el castaño que para su juicio no se merecía aquel arrebato de locura, pero a las jóvenes no les importó las razones que tenía el hombre por hacer tal acto, simplemente veían esos hermosos billetes verdes que ahora se encontraban plácidamente descansando en los bolsillos de sus pantalones en ese instante - ¡Deja de preguntar tanta tontería y prepara el mejor pastel que vendemos... ¿Qué estas esperando? ¡No me mires así ¡no pierdas el tiempo! - Exclama la muchacha mientras que Leo no le queda de otra que seguir las órdenes.
Cuando el chico está en el recibidor de la tienda observa a William que está sentado esperándole, Sam emite un pequeño quejido silencioso - ¿Ese es el cliente? ¡No puedo tener una cita con él Mary! ¿Esto es una broma... cierto? - Pregunta Sam mirando de una manera desesperada a la joven, la cual niega con la cabeza - No es una broma... ahora escúchame bien cuatro ojos - Susurra escondiéndose junto al pelilargo en un lugar donde William no puede verlos, cuando asume que está en un punto ciego para el cliente, lo sujeta por su camiseta, y así de esta forma puede quedar cara a cara con Sam de forma amenazante - Vas a sentarse como un buen chico en la mesa junto a ese hombre, asume que es parte de tu trabajo... si no lo haces, me encargaré de hacer tu vida en la pastelería un completo infierno hasta que decidas renunciar ¿de acuerdo? le prometí a ese ricachón que tendría una cita contigo, y tú sabes a la perfección que cumplo todo lo que me propongo... - Susurra con una mirada asesina mientras que sus labios sonríen, Sam traga saliva asintiendo con la cabeza - d-de acuerdo iré... - Asiente, y al instante la chica lo suelta acomodándolo un poco más - Perfecto... - Dice Mary muy sonriente.
William algo fastidiado por la espera se voltea para ver por qué las chicas tardan tanto, sabía que sus acciones eran exageradas, pero no se podía contener ni siquiera un día, o un par de horas hasta que Sam terminara su trabajo, debía verlo, lo necesitaba y haría cualquier cosa por lograrlo, en ese instante observa como aparece su chico junto con una de las muchachas que había sobornado detrás de él, William notaba la desigualdad del muchacho al caminar, mientras jugueteaba con los dedos de sus manos, parecía nervioso y al sentarse a su lado le regaló una sonrisa claramente incomoda, el escritor se sintió un poco mal al notar el estado de nerviosismo de Sam, sin duda alguna estaba forzando toda la situación, así que era su deber alivianar la ansiedad de su chico, cuando se disponía a comenzar una conversación, Sam se adelanta - ¿Esto es una broma? ¿Está jugando conmigo? porque si es así... no es gracioso - Musita el muchacho sin hacer contacto visual, William abre sus ojos como platos - ¡No estoy jugando contigo Sam, y tampoco es una broma! - Exclama el pelinegro, Sam decide verlo - Oh okey... -Susurra bajando su mirada, asumiendo que el hombre sin duda alguna se estaba burlando de él, pero en un intento de no pasarla tan mal, decide dejarse llevar por la cita ficticia sin pensar demasiado en los detalles que solo le deprimirían en gran manera, solo esperaba que al final el hombre no le fuera a humillar con algún comentario despectivo, o aparecieran de la nada un montón de cámaras escondidas como en los programas de televisión, porque si eso llegaba a suceder sin duda alguna iba a llorar mucho, lo cual aumentaría su vergüenza el doble y terminaría de sepultar su escasa autoestima - Prometo pagarle dentro de dos semanas señor... - Murmura Sam viendo de reojos a William, este arquea una ceja - ¿Pagarme? - Pregunta sin entender demasiado, Sam asiente con su cabeza - Si... le debo 396 dólares, el día que le hice su retrato, usted me dio 400 dólares, cuando debieron ser 4... y yo... - Se detiene un momento pasándose una mano por su cabello - Me gasté el dinero, lo siento, pero prometo pagárselos en dos semanas, aun no cuento con esa cantidad, por eso debe esperar dos semanas hasta que reúna el dinero - Aclara el muchacho esta vez viendo a William, pero nuevamente baja su mirada al notar como el pelinegro lo veía sin pestañear mientras se reía por lo bajo - No me debes nada, quise dártelo, creí que 4 dólares era muy poco dinero a cambio del hermoso dibujo que un talentoso artista como tu creó para mí, ese retrato es lo más preciado que conservo hasta los momentos - Comenta apaciblemente, Sam abre sus ojos mientras su rostro se sonroja - O-okey entiendo... aunque evidentemente está exagerando, no soy tan talentoso como usted dice - Farfulle riéndose muy bajito, William se acerca un poco - No exagero en mis palabras Sam, es la realidad, eres talentoso... quisiera que me dibujaras todas las veces que fuera posible - Propone con una voz tan suave como la seda, el muchacho cuando se disponía a responderle aparece Avril con el pastel que el mayor había ordenado, esta lo coloca en el lugar donde estaba Sam, el cual observa a la rubia alarmado - Eh Avril no... esto no es para... - William le interrumpe - es para ti Sam, espero lo disfrutes, sé que te gusta el chocolate - Aclara con una sonrisa y el chico lo observa impresionado, el escritor percibiendo la expresión desconcertada en el rostro de Sam procesa una vez su comentario, encontrando el error - Quiero decir - Se corrige carraspeando su garganta - ¿a quién no le gusta el chocolate? es por eso que pedí el pastel de chocolate de mejor calidad de la pastelería exclusivamente para ti, es lo menos que te mereces - Recita el escritor aun con su sonrisa, Avril y Sam observan a William hipnotizados - G-gracias... - Murmura el muchacho con sus mejillas muy ruborizadas cogiendo la cucharilla de plata para comer un trozo de pastel, Avril se aleja de la mesa suspirando, mientras que el mayor se dedica a mirar en completo silencio a Sam, viendo como el muchacho comía el pastel con timidez, detallando sus movimientos y todos sus gestos al masticar, cuando lo miraba de reojos, en la manera como intentaba sonreír, William deseaba tanto en ese instante besarlo, abrazarlo ¿de qué forma podía hacer que el chico lo recordara? ¿Sería buena idea hacerlo? ¿O debía seguir fingiendo que era un desconocido? - ¿Usted no va a comer nada? - Pregunta el pelilargo a William que niega con su cabeza - Por los momentos no tengo hambre - Dice muy sonriente, el joven también sonríe detallando a su "cita," aunque sin duda alguna era un completo extraño, su rostro y el resto de su complexión le resultaba familiar, podía asegurar que en algunas ocasiones había soñado con alguien muy parecido a él, aunque su rostro siempre estaba algo difuso en sueños, era tan extraño verlo, por esa razón Sam se dedicó a comer su pastel que estaba realmente delicioso, tratando de no analizar la situación, que sin duda alguna era extraña - Discúlpame Sam... todo este escenario en el que te he puesto, debe estar incomodándote en gran manera, lo lamento mucho, no sé qué puedas estar pensando de mi en este instante, es solo que... deseo compartir contigo lo más que pueda, pero quizás esta no es la mejor forma de comenzar - Confiesa el mayor encogido de hombros, porque mientras miraba al menor asumía que todos sus actos seguramente no estaban siendo bien recibidos por el muchacho, Sam deja a un lado el pastel a medio terminar para prestarle atención a William, no todo el tiempo este tipo de situaciones le sucedían - ¿Quieres... ser mi amigo? - Indaga con duda, el mayor asiente con la cabeza - Es lo que más deseo - Responde sin pensarlo demasiado, Sam traga saliva observándole con una expresión de completa sorpresa - ¿Por qué? - Pregunta en un hilo de voz, por alguna razón sentía un nudo en su pecho, quizás por el temor que toda la situación se tratara de una broma, o un pasatiempo para aquel hombre que claramente a simple vista no necesitaba tener amistad con un chico como él - Porque yo te... - William se detiene suspirando con desanimo, pero luego vuelve a recuperar su postura frunciendo sus labios - Porque quiero ser parte de tu vida, no preguntes la razón de mis actos, solo permíteme acercarme a ti, déjame ser tu amigo... por favor Sam, no me alejes de ti - Suplica el hombre mirando al muchacho con una mezcla de tristeza y agonía reflejada en sus ojos verdes, Sam percibe claramente los sentimientos que albergaban las palabras y la mirada de ese hombre que tenía frente a él, más allá de todo lo externo, pudo sentir por un segundo una conexión y magnetismo que lo unió al mayor, su corazón comenzó a latir con tanta fuerza que inconscientemente llevó una de las manos a su pecho asintiendo lentamente con su cabeza mientras algunas lágrimas ya se acumulaban en sus ojos ¿Por qué se sentía de esa forma? era un sentimiento nostálgico, triste y otro que no entendía, todos unidos producían una extraña composición angustiosa en su pecho, tragó saliva limpiando una lagrima que ya se deslizaba por su mejilla - E-está bien... seremos amigos - Contestó y al decir aquello su piel se erizó, los labios de William se iluminaron por la enorme sonrisa que este formó al escuchar la respuesta del muchacho, sin importarle nada, sujetó una de sus manos apretándola con mucha fuerza, y sin más, la acercó para besarla - Gracias...- Musitó con sus ojos cerrados aun con sus labios sobre la mano del castaño, este observaba la situación con asombro, ese hombre le estaba besando su sudorosa , sucia y horrible mano como si fuera lo mejor del mundo, con suma lentitud intentó apartarla de los labios de William sin ser descortés ¿Qué debía decir ahora? no tenía palabras, su corazón latía tan fuerte ¿Qué era toda esta situación? todo era demasiado extraño para ser cierto, simplemente no podía creerlo - ¿Qué debo hacer ahora...? - Piensa el chico de gafas mordiéndose el labio viendo a William que regresaba a su postura normal - Termina tu pastel Sam... - Ordena el mayor de un momento a otro con una sonrisa encantadora, Sam asiente con su cabeza cogiendo otro pequeño trozo obedeciendo a la orden que le había dado William.
Luego un par de horas William y Sam continuaron con su cita, el muchacho conversaba y contestaba todas las preguntas que le hacia el pelinegro, y el mayor contestaba las preguntas que le hacia el muchacho con naturalidad, conforme el tiempo transcurría se olvidaron de su entorno concentrándose en conocerse mejor, William se dio cuenta de lo poco que había cambiado Sam, seguía siendo el mismo sin duda alguna, la única diferencia era que... ahora no le recordaba.
- No, no me gustan los días nublados, los prefiero soleados y cálidos - Comenta Sam achinando sus ojos por la sonrisa que adornaba su rostro, luego en ese instante aparece Mary muy sonriente hasta la mesa - Sam.… tu turno en la pastelería ya se terminó - Dice la joven al castaño que abre sus ojos por la impresión de la noticia ¿tan rápido había pasado el tiempo? - Oh... debo irme - Asegura levantándose de su asiento, William hace lo mismo - Te acompañaré hasta tu departamento - Se ofrece el escritor, Mary y Sam observan sorprendidos al mayor - N-no es necesario William... yo puedo irme... - El pelinegro le interrumpe - Insisto, por favor déjame llevarte - Suplica William acercándose al joven, y en ese instante todos escuchan el sonido de la pequeña campana que tenía la puerta cuando la abrían, Mary suspiró fastidiada, ya que pensaba que si no venía nadie más podía cerrar, Sam abre un poco su boca impresionado - Tad... - Musita aun ensimismado viendo como el chico se acercaba a él con una sonrisa -Hola Sam, me dijiste que no podías escalar, y por eso no podías venir, conozco otro lugar que es fácil llegar, traje mi camioneta para llegar con mayor facilidad, si aun tienes ganas de ver la lluvia de meteoritos - Recita el muchacho señalando la salida, Sam aún seguía con su boca entreabierta escuchando las palabras del chico - ¿Este día es un sueño? - Piensa Sam cerrando su boca sin dejar de ver a Tad, mientras que William observaba al intruso con el ceño fruncido.