Sam ya se encontraba en su trabajo, en ese instante estaba frente al horno viendo detenidamente en posición de descanso como se horneaban los cupcakes que había preparado, pensando que aún no le había notificado a Tadzio que no iría a la montaña, debía decirle tarde o temprano, pero aún no tenía el valor para hacerlo, quizás con su negación comenzaba a cavar la tumba para sepultar su reciente amistad, y seguramente el chico ya no tendría ganas de invitarlo a ningún otro lugar jamás... podría ser que estaba exagerando, pero el muchacho castaño no se esperaba menos, luego en ese instante una de sus compañeras de trabajo aparece algo apresurada - ¡Sam, necesito que me hagas un gran favor! - pide la chica de forma teatral, el pelilargo se levanta de su posición de descanso para prestarle atención a la muchacha - ¡Claro! ¿Qué necesitas? - se ofrece el joven, la muchacha le sonríe suspirando aliviada - necesito que tomes mi turno por dos horas, le pedí permiso al jefe, debo salir por un momento para buscar a mi hermanita a sus clases de ballet, luego llevarla a casa y después regresar al trabajo otra vez, porque nadie en mi casa puede hacerlo, por favor Sam cúbreme - suplica la chica juntando sus manos de manera lastimera, Sam asiente con la cabeza - está bien... ¿en qué puesto estas hoy? -pregunta el pelilargo mientras se limpia sus manos que aún estaban llenas de harina, en aquel trabajo todos los chicos se rotaban, a veces estaban en la cocina, otras en la barra, o de meseros, también se turnaban para la hora de la limpieza, el turno que menos le gustaba a Sam era el de meseros, se cansaba demasiado y aunque era amigable en el fondo detestaba socializar con los clientes, los cuales en ciertas ocasiones, algunos eran mezquinos.
La muchacha ya estaba casi lista para salir, se soltaba su cabello mientras se acomodaba su bolso - Hoy me toca ser mesera... solo son dos horas Sammy, estaré aquí a las 6, bueno... ya me voy - Dice dándole un besito en la mejilla a Sam, este ni siquiera le da tiempo para reclamarle o decirle algo, porque la muchacha sale prácticamente corriendo del lugar, este suspira derrotado, y en ese momento llega otro muchacho que también trabajaba y estaba en el turno de la barra - ¿no me digas que aceptaste cubrir a Avril? - Pregunta el muchacho cruzado de brazos con una sonrisa burlona, Sam lentamente asiente con la cabeza, el joven emite un bufido - ¡No debiste haberla ayudado! puedo asegurarte que la excusa que buscará a su hermanita en no sé dónde, es mentira... ella se va a encontrar con su novio, la he visto - confiesa susurrando la última parte, Sam frunce su boca - ¿en serio? - Pregunta con duda y el chico asiente con la cabeza muy seguro - Estos hermosos ojos miel la han visto en acción - asegura señalando sus ojos, Sam vuelve a suspirar - entiendo... bueno solo son dos horas... - responde con desanimo volteándose para ver sus cupcakes horneándose, luego al poco tiempo aparece otra muchacha con algo de sobrepeso - ¿Quién está cubriendo a Avril? ¡Tenemos un par de clientes, que van a comer aquí! - exclama la chica viendo al par de muchachos, el joven que le comentaba a Sam sobre las verdadera razón del permiso de Avril, señala al pelilargo - ¡Es él... a mí no me veas, yo estoy horneando pastelitos! - dice caminando hasta el horno mientras silba un poco, la muchacha revolotea los ojos caminando hasta donde está Sam sujetándole el brazo - ¡Vamos, no podemos hacerlos esperar más tiempo, luego se van a ir... y si se van, quedará filmado en las cámaras y luego el jefe nos formará un lio - comenta la chica mientras continua arrastrando a Sam, este se deja llevar y cuando observa a los clientes abre su boca de la impresión agachándose inconscientemente tras la barra, la chica lo observa de forma extraña - ¿p-puedes cubrirme Mary por favor?... le debo dinero a uno de los señores y no tengo para pagarle... son 396 dólares - susurra Sam escondido de cuclillas en la barra, uno de los clientes se trataba de William, este el día que el muchacho lo retrató en vez de pagarle los 4 dólares que el joven cobraba, le había dado cuatro billetes de 100, Sam asumía que se había equivocado, pero como no vio el dinero en el acto no se dio cuenta, el pelilargo mantuvo el dinero por un par de semanas, pero al ver que hombre nunca más regresó se los gastó... aun así él se sintió culpable por haberse gastado el dinero, y tenía pensado pagarle si lo llegaba a ver otra vez, pero en ese instante no tenía dinero, quizás el hombre lo reconocería, la muchacha arqueo una ceja al ver el estado de miedo que tenía el pelilargo, y sin contemplación lo jaló con fuerza para que se levantara - No me interesan tus deudas extrañas... anda a atender a los clientes, si te cobran diles que pasen el lunes, que se yo... ¡Apresúrate, no hagas esperar más a esos tipazos! - Exclama empujando a Sam para que salga, el chico se voltea rápidamente cuando el acompañante de William estuvo a punto de verlo, tragando saliva coge tres menús a la carta y con uno de ellos se cubre el rostro caminando con dificultad hasta la mesa - B-buenas tardes... aquí tienen sus menús... c-cuando se decidan que van a pedir me llaman, disculpen la tardanza - recita Sam mientras se cubre el rostro con uno de los menús, la chica que estaba en la barra observa la escena asesinando con la mirada a Sam, Nicolás que estaba al lado de William pudo reconocer al acto la voz del muchacho, pero por otra parte el escritor estaba tan entretenido con su celular que ni siquiera escuchó al mesero - ¿Por qué te cubres el rostro? - pregunta Nick seriamente, la muchacha que estaba en la barra decide intervenir, mientras que Sam cierra sus ojos con fuerza por la vergüenza - E-es es que... yo... - balbucea y en ese instante aparece la muchacha jalando a Sam fuera del lugar - Por favor señores, discúlpennos un segundo, no duden en llamarme cuando decidan su orden - dice la muchacha muy amable con una sonrisa falsa, al terminar de hablar arrastra a Sam dentro de la cocina, Nicolás observa el caminar irregular del muchacho en el proceso achinando sus ojos, y William después de apartar su atención del teléfono, de forma aburrida sostiene el menú que estaba sobre la mesa - Debimos pedir algo para llevar... no me gusta este lugar - se queja el escritor, viendo sin mucho interés los postres que estaban en el menú.
***
- ¡Compórtate, no seas estúpido, si hubieses visto la forma cómo el cliente te estaba viendo! seguramente pensó que eras un retrasado, vas a salir otra vez, y pedirás disculpas por tu torpe actitud... y ni se te ocurra recibir propinas ¿de acuerdo? - Reprende la muchacha suspirando un poco para calmarse, Sam encogido de hombros asiente con la cabeza - Lo lamento Mary, no volverá a suceder... - se disculpa en un hilo de voz acomodándose sus lentes, la muchacha vuelve a revolotear los ojos - Okey... creo que ya se decidieron... ¡muévete! - ordena empujando al muchacho para que salga a atender al par de hombres, en esta ocasión Sam traga saliva caminando hasta la mesa, sus piernas le flaqueaban pero pensaba que seguramente el hombre no le reconocería, a fin de cuentas, él no era importante y mucho menos interesante para que alguien le recordase, además William lucia como un hombre adinerado, quizás tenía tanto que por eso se había equivocado... ¿pero si realmente los necesitaba, y aquel dinero estaban destinados para algo importante? Sam al pensar aquello hizo que sus nervios regresarán, pero aun albergaba la esperanza que el hombre no le reconociera, pensando en ese detalle importante suspiró para que de esta forma su ansiedad se redujeran un poco, el muchacho notó que el acompañante de William no le quitaba la mirada de encima, y esto solo hizo que sus nervios aumentaran el doble, ya que el sujeto era igual de apuesto que William, y como en aquella ocasión, su mirada también le pareció familiar al punto de hacerle estremecer - ¿ya decidieron que van a pedir? - Pregunta en su mejor tono de voz calmado, William ahora que estaba en total atención, también notó la voz del muchacho, y al acto se volteó reconociendo a Sam, este de la impresión se levantó de la mesa - ¡Sam! ¿Qué haces aquí? - exclamó con una sonrisa tonta, luego procesó su pregunta, la cual fue estúpida al ver que el chico tenía el uniforme del lugar... el castaño trabajaba ahí.
Sam se encogió de hombros achinando sus ojos - ¡nooo, me reconoció seguramente me va a reclamar por el dinero que me dio por error! - Pensó el muchacho cerrando sus ojos de forma avergonzada - T-trabajo aquí señor William... - murmura con timidez, William sonríe al ver que Sam recordaba su nombre, y Nicolás observa todo con el ceño levemente fruncido - Queremos dos tortas con chocolate y fresas, para llevar por favor - Contesta Nicolás fingiendo poco interés en Sam, mientras que William observa a su hermano con molestia - quiero comer aquí... si quieres te puedes ir Nico, me encanta este lugar - Miente con una sonrisa, y Sam continua de pie observando a ambos hombres - No podemos quedarnos... por favor Sam empaqueta los postres - ordena Nico, y William niega con la cabeza - No... solo empaqueta uno, mi hermano al parecer tiene prisa, yo me comeré mi postre aquí - Ordena William con el ceño fruncido viendo fijamente a Nicolás, este suspira - Empaqueta los postres, no le hagas caso a William... él también tiene prisa - Pide amablemente el mayor, Sam comienza a tornarse confundido - ¿Se los llevarán entonces? - ¡Si, No! - Exclama Nick en forma afirmativa y William en negación al unisonó, Sam se muerde el labio inferior suspirando, y en ese instante el escritor se levanta de su asiento - Sam... ya escuchaste me quedaré a comer... sirve el pedido de mi hermano para llevar - ordena de forma apacible el escritor viendo con una sonrisa cálida al muchacho, Sam asiente con la cabeza observando la mirada que el hombre le estaba dedicando, no pudo evitar pensar que era hermosa, acto que solo hizo que sus mejillas se tornaran muy rojas, porque quizás nadie lo miraba de esa forma tan aguda, el hombre parecía desear tocar su rostro, pero Sam decidió apartarse de aquel de aquel extraño magnetismo, cuando escucho un fuerte carraspeo de garganta proveniente de su compañera de trabajo que parecía estarlo vigilando, este entrecerró sus ojos para apresurarse por los pedidos - D-dos tortas de chocolates con fresas... una para llevar y otra para comer aquí - se repetía muy bajito mientras caminaba hasta la cocina.
¿Se puede saber que pretendes? no podemos acercarnos a Sam... vámonos de este lugar William por favor - murmura Nicolás con molestia muy cerca de su hermano, William revolotea los ojos por el comentario de su hermano - No me quiero ir... quiero ver a Sam una vez más... - asegura en susurros desviando su mirada hacia la cocina donde había entrado el castaño, Nicolás esta vez al punto más alto de su molestia sostiene el brazo de su hermano con mucha potencia - Muy bien, contigo no funciona la amabilidad, nos largamos- masculle sacando de su billetera varios billetes para pagar lo que no iban a comer, se levanta de su asiento jalando a William para que se levante empujándolo con suma fuerza, el molesto escritor intenta impedirlo, pero al ver que algunos de los pocos clientes los estaban observando decide calmarse - Okey está bien... déjame, yo puedo caminar solo, no necesito hacer una escena - asegura molesto sin ánimos que comenzar una pelea - Ahora sé dónde trabaja Sam... perfecto - Piensa el escritor con una pequeña sonrisa mientras ambos salen del establecimiento, y la muchacha que no se había dado cuenta en el momento que los hombres se fueron, corre hasta la mesa, suspira aliviada cuando observa el dinero que dejaron, pero frunce el ceño asumiendo que, quizás se habían ido por el mal servicio, al poco tiempo aparece Sam con el pedido, y la muchacha con enfado se acerca a él - Los clientes se fueron por tu culpa, los atendiste muy mal seguramente jamás los veremos por aquí... llévate eso otra vez a la cocina... estúpido cojo cuatro ojos - dice con ira susurrando la ofensa, ya que la joven al ser la encargada de la tienda se molestaba en gran manera cuando las cosas no resultaban como debería, esta camina a la barra una vez más mientras Sam se encoge de hombros - Pero... yo no hice... - se detiene pensando que quizás la chica tenía razón, era un pésimo trabajador, ahora además de no poder compartir con Tadzio, había atendido mal a William y a su extrañamente familiar acompañante, por todo esto no podía evitar sentirse terriblemente mal y estúpido al mismo tiempo.