Capítulo 3.

1189 Words
 Astarot.  ¿Dónde estoy?  Mi mente despertó antes que mi cuerpo, todo era oscuridad ahí dentro; sentía miedo.  Tyron.  Un susurró me llevo a ese recuerdo, de ese hechicero. Sentía que habían pasado mil años. -Despertó.-una voz femenina hizo que mis ojos ansiaran por abrirse.  Lo primero que vi, fue el color celeste, del cielo, junto con unas nubes blancas y pomposas, que parecían pintadas; luego un rostro, una chica, su cabello naranja como el fuego brillaba, y sus ojos marrones me miraba con fascinación. -¿Te sientes bien?-su voz era como una melodía.  Trate de asentir, pero un dolor punzante recorrió mi cabeza haciendo que toda la energía que se encontraba en mi cuerpo desapareciera de un segundo a otro. -Oh, lo lamento.-la chica que se encontraba a mi lado poso un recipiente en mi boca- Toma un poco de esto, te hará bien.  No podía negarme, tenía un olor espectacular. Tragué y sentí como toda la garganta me picaba; una tos salió de mi boca haciendo que la chica riera.  Mis intentos de sentarme eran totalmente inútiles, mi cuerpo se sentía cansado y débil, eso no me gustaba mucho, pero la chica que tenía a mi lado no aparentaba tener malas intenciones. Decidí observarla mejor. Unas pecas casi invisibles recorrían su cara, parecía cansada, como si se hubiera quedado despierta toda la noche. Su cabello anaranjado hacia que pareciera frágil. Mire su ropa, el vestido celeste que llevaba puesto hacia que toda ella resaltara. -¿Cómo te llamas?-mi voz sonaba ronca y me dolía hablar. -Sadie.  Y ahí lo noté.  Estaba recostada sobre un suave colchón lleno de almohadas; el cielo que yo veía estaba cubierto por un cristal, si miraba hacia un costado podía ver todos los lujos que se encontraban en esa habitación. -¿Despertó?-una voz masculina me saco de mi mente.  Un señor de cabellos blancos nos observaba desde una de las puertas de la habitación. -Si padre, hace tan solo unos minutos.-Sadie se levanto casi de un saltó y dejo un espacio prudente entre su cuerpo y el mío. -Bien.-los pasos de ese hombre resonaron en todo el lugar haciendo que mi cuerpo débil se sintiera más pequeño de lo que era- Estuve esperando un buen rato para este momento.  Su mirada era profunda.  Sentí miedo. -Hija, hazme el favor de sentarla.-ordenó.  Sadie con cuidado me ayudo a incorporarme, mi cuerpo se quejaba a cada movimiento que hacía, pero no iba a demostrárselo. -Bien, ahora responde... ¿qué eres?-su voz era gruesa, pensé que si la elevaba un poco más tendría la fuerza de hacer añicos el cristal del techo.  Me quede en silencio, mi voz había desaparecido.  Mire a Sadie, sus ojos me mostraban compasión y pena. -Yo... yo soy...-mi voz temblaba, la mirada de ese hombre me ponía nerviosa.  Sus ojos tenían un brillo extraño, como si estuviera feliz de hacerme verme débil y temerosa.  No podía ocultarlo más, ellos lo iban a saber de una forma u otra. -Soy un demonio.-mi voz salió en un susurro lo suficientemente alto como para que lo oyeran, pero lo suficientemente bajo como para que quedara allí- Mi nombre es Astarot.-murmuré.  Pude ver como un rastro de conocimiento pasaba por los ojos de Sadie; la mirada de su padre cambio, sus ojos ya no tenían ese brillo, sino otra cosa. -Eres la diosa de la lujuria.-susurró la chica que tenía a mi lado.  Su padre se rasco la cabeza, parecía pensativo. -Es la primera vez que tocas el mundo real... ¿verdad?-pregunto luego de unos minutos donde el silencio parecía matar.  Asentí. Tenía miedo de hablar. -Bien, eres inofensiva, te puedes quedar.  Lo mire extrañada. No entendía que estaba sucediendo, necesitaba que alguien me explicara. -Te quedaras aquí, serás nuestra protegida.-hizo una pausa y me miro fijamente durante unos segundos que parecieron años- Te enseñare todo lo que necesites, pero debes prometer que cuando llegues a tu máxima sabiduría no nos traicionaras y estarás siempre de nuestro lado pase lo que pase.  Su mano derecha se levanto frente a mí. La mire; parecía una mano áspera y fuerte, se notaba que tenía años y años de peleas. Mi mano parecía débil y muy blanca al lado de la de él.  Trato finalizado.  Una voz resonó en mi mente, pero no le hice caso.  Tenía una segunda oportunidad para vivir, iba a aprovecharla al máximo. ◬◬◬ Tyron  Agua caliente.  Manos tocando mi cuerpo. -¿Tyron?-esa voz...  Mis ojos se abrieron rápidamente, el techo de mi habitación me recibió. -Despertó.-Alexa grito y unos pasos se escucharon a las afueras.  Mi corazón latía desesperado.  Astarot.  ¿Había sido un sueño?  Me incorporé con cuidado en mi cama, Halastor entró de inmediato junto con Iye, los seis ojos me observaban preocupados. -Estoy bien.-solté en medio de un gruñido.  Mi cuerpo había drenado toda la energía dejándome sin fuerzas. El nerviosismo cada vez latía más fuerte en mí. Estaba preocupado.  Astarot.  Una puntada en mi cabeza hizo que mis ojos se cerraran y una mueca de dolor alertara a las personas a mí alrededor. -¿Estás bien? ¿Qué paso? ¿Te duele la cabeza?-la voz de Alexa era muy rápida y muy aguda para mí en ese momento. -Para Alexa, no ves que el chico se siente mal.-Halastor alejó a su hija de mí y mi mente le agradeció, no me sentía con fuerzas de nada.  Iye se acerco con una taza de algo humeante. -Un té de hierbas nunca le hace mal a nadie.-me susurró mientras Halastor y Alexa discutían, luego de eso salió tan silencioso como un gato.  Mire mi taza, sentía como las palmas de mis manos se quemaban, pero no me importo, no sentía fuerzas ni para dejarla en algún lugar cercano.  Alexa salió de mi habitación hecha una furia y Halastor la observo con gracia. -Es tan fácil hacerla enfadar... me hace acordar a su madre-murmuró y soltó una pequeña risa melancólica.  Le sonreí. Halastor había perdido al amor de su vida cuando Alexa nació; Iye y él criaron la criaron de la mejor forma que pudieron, pero les dolía, les dolía verla y recordar. Cuando los conocí, Alexa recién tenía 5 años y yo 7, nos hicimos amigos de inmediato... pero luego todo cambió. -¿A dónde fuiste esta vez Ty?-su pregunta me trajo de nuevo a mi habitación y dejo el pasado detrás de mi tal como yo lo quería.  Suspiré y mire hacia otro lado. No tenía que saber donde estuve realmente. -A ningún lado impresionante, solo al bosque.-murmuré. -¿Y viniste tan mal herido? ¿Del bosque?-su voz... no me creía, pero tenía que hacerlo. -Me caí.-mi voz sonaba convencida, necesitaba que sonara así.  Asintió y me sonrió. Su mano acarició mi espalda y luego volvió a su postura de siempre. -Bien, mañana comenzaremos con los entrenamientos finales... y luego...-su voz cambio y pude ver como sus ojos se llenaron de orgullo- Te convertirás en mago, el rango más alto de todos.  Y a pesar de todo lo que mi futuro tenía en su camino... Astarot seguía en mi cabeza.
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