¿Donde estas Tyron? ¿A done fuiste esta vez?
Regresa. Temo por ti. Tu cuerpo se siente lejano y asustado.
¿Qué es lo que ves?
Te necesito.
Vuelve a mí.
◬◬◬
Las hojas de los árboles bailaban con el viento y soltaban pequeños murmullos que se perdían en la oscuridad del bosque. El frío no mejoraba, y el pequeño demonio que se encontraba a mi lado, temblaba a cada paso que hacíamos.
El silencio se había formado entre nosotros casi tan rápido como la lluvia que apareció de repente en el bosque. Gotas gruesas caían sobre nuestra cabeza y no ayudaban para nada con el frío.
Tome al demonio de su brazo y corrí; si, no fue lo más inteligente que pude haber hecho, pero necesitaba encontrar un lugar techado con rapidez, antes de que terminara enfermo.
Astarot paro de correr, haciendo que mis piernas de detuvieran al instante.
-¿No ves que puedo caer?-mi pregunta casi no se escuchaba con el ruido de la noche, pero hice que mi voz sonara enojada.
Sus manos guiaron mi cabeza hacia ella y sus labios susurraron en mi oído.
-No podemos detenernos.
Solté una carcajada sarcástica y el odio comenzó a correr por mis venas, ¿acaso no pensaba en nadie más que ella?
-Claro, y yo te haré caso.-murmuré con gracia fingida.
En que me había metido; maldecía la parte de mí que era caritativa y tenía sentimientos.
-La noche está cayendo con rapidez, si nos escondemos ahora, las puertas se cerraran más rápido de lo que puedo contar.-volvió a susurrarme.
Su aliento chocaba en mi mejilla y me daba escalofríos.
-Yo no quiero enfermarme, así que iremos a resguardar nuestros queridos cuerpos aunque sea por unos minutos.-intenté separarme de ella, pero un ruido, unos metros a la distancia de nosotros, hizo que mi cuerpo se quedara en la misma posición.
Dejamos de respirar. Quería que mi corazón dejara de latir, se escuchaba fuerte y rápido. Trate de escuchar el corazón de Astarot, pero me sentí estúpido al recordar de que ella es un demonio y no tenía corazón.
No fui consciente de la cercanía que mantenía con ese demonio hasta ese momento. Su cabello me hacia cosquillas en la mejilla y sentía como de ella irradiaba un calor inusual.
El calor de la lujuria.
Mi mente me susurró. Mi corazón latió aún más.
En mi cabeza el ruido había desaparecido, la lluvia ya no me mojaba, solo sentía como algo en mi comenzaba a cambiar. Deje de mirar al frente, solo para mirarla a ella, a esa chica que se encontraba a mi lado. Su boca estaba entre abierta y me entraron ganas de besarle apasionadamente, de tocar cada centímetro de su piel y hacerla gemir de placer. Quería... no, necesitaba que me mirara, que dejara de preocuparse por lo que podría estar allí, y disfrutara conmigo esto que estaba sintiendo. Me sentía extasiado. Necesitaba su cuerpo, ya.
Sus manos dejaron de tocarme.
Mi cabeza se puso en blanco.
¿Qué mierda acaba de pasar?
Me sentía perdido, confundido, no entendía a donde estaba realmente. Me sentía incomodo.
-¿Estás bien?-preguntó el demonio que tenía a mi lado.
Asentí, todavía perdido. No recordaba lo que había pasado hacía minutos atrás.
-¿Por qué nos detuvimos?-mi pregunta pareció descolocarla.
Sus ojos violetas me miraron extrañados. Cada vez estaba un poco más fuera de mi eje.
-Porque escuchamos un ruido.-el sonido de su voz era suave, muy bonito para ser un demonio.
-¿Un ruido?-cada vez que trataba de recordar, me perdía un poco más.
-¿Qué te pasa? Me estas asustando con tus jueguitos, ya deja de hacerte el estúpido y ayúdame a encontrar alguna puerta.-Astarot me ordenó, en su cuerpo no quedaban rastros de una voz suave y comprensiva, ahora había llegado el demonio mandón.
◬◬◬
¿A dónde estás? Me dijiste que vendrías conmigo.
¿A dónde fuiste? Necesito encontrarte ya.
Siento tu cuerpo mojado y eso... ¿eso que sientes es excitación?
¿Donde estas?
¿Qué hacen contigo?
Vuelve a mí. No me dejes.
◬◬◬
5 horas, 5 horas caminando sobre el bosque, 5 horas caminando con un demonio buscando una puerta que era muy poco probable de encontrar, 5 horas desperdiciadas.
-Nunca me dijiste tu nombre.-Astarot rompió el silencio.
-¿Para qué querrías saberlo?
Mi pregunta funcionó para que el silencio se volviera a formar. Estaba aburrido, cansado, hambriento y helado, no quería hablar con ella, pero...
-Tyron.-murmuré. Me odiaba a mí mismo.
-¿Qué dijiste?
-Que mi nombre es Tyron.-mi voz sonó enojada mientras mi orgullo me regañaba.
Observe el rostro del demonio y vi como una pequeña sonrisa se formaba en él. Rodé los ojos y volví a poner mi vista al frente. Quería volver al silencio de mi habitación, donde nadie me molestaba y nadie me hacía preguntas que no quería responder.
Pensé en Halastor ¿qué habrá pensado?
Pensé en Alexa ¿qué estará haciendo?
Sabía que no se preocuparían por mí, no era algo raro que desapareciera así, de la nada; ellos sabían que encontraría el camino a casa, pero nunca me había tardado tanto en volver.
Mi mente se cayó cuando mis ojos vislumbraron una luz algo oscura, que se asomaba a lo lejos, en la profundidad del bosque.
-La puerta.-el susurro de Astarot me lo confirmó.
Un olor rancio llego a mis fosas nasales.
-Veo que llegaste.-una voz profunda resonó en la oscuridad. Sentí como el cuerpo de Astarot se endurecía a mi lado.
Un cuerpo femenino apareció entre las sombras, la sangre goteaba de su barbilla y su sonrisa brillaba.
-Pero tarde querida.-a lo lejos, en las montañas, pude ver como una claridad comenzaba a aparecer, y un miedo se apodero de mí.
Astarot iba a morir.
Tanta caminata, tanto frío, para nada.
-Déjame en paz Leviathan, todavía me quedan unos minutos.-el demonio que se encontraba a mi lado comenzó a correr hacia la luz, cuando se fue, el calor que sentía, desapareció.
Otra sombra apareció desde un costado e impactó con fuerza contra Astarot.
-Bien hecho Yekun, Lucifer no quiere verte Astarot, nunca más...
Yekun.
Ese nombre...
La voz de mi cabeza era la de...
Mire su cuerpo inmóvil, tirado sobre la hierba y algo nació en mi.
Yekun y Leviathan parecieron darse cuenta de mi presencia en el lugar y me miraron con intriga.
-¿Quién eres tú?-la voz oscura de Yekun llego a mis oídos, pero no pude oírla bien.
Sentía como un poder externo se iba colando en mi cuerpo, no podía controlarlo.
Una bola de fuego se hizo en mi mano, haciendo que los dos demonios parados frente a mí, se rieran.
-¿En serio?-se burlo Leviathan-¿No tienes algo mejor... brujito?-la burla de su voz me dio asco.
Me enfurecí.
Grite por la llama de poder que nacía dentro de mí y solté esa bola de fuego, que se dividió en cuatro y estalló en los cuerpos de aquellos demonios.
Mi mano temblaba.
Mi cuerpo también lo hacía.
Y mi alma gritaba de poder.
Y luego...
La nada.