❀~✿ ANDREA ❀~✿
Todos los días me digo, soy valiente y optimista, nada debe hacerme decaer, es como un rema en mi vida. Mi padre y yo hemos estado solos, desde que mi madre partió a la otra vida, aunque sigue siendo una mujer que sigo admirando. Mi viejito trabaja hasta tarde para poder salir adelante, yo soy menor de edad, no me dan trabajo en ningún lado, estoy por terminar la secundaria y estoy a solamente una semana para cumplir mis quinceaños, me siento frustrada porque me faltan tres años para que me tomen en cuenta en algún trabajo. Todos los días le digo a mi padre que pronto lo ayudaré con los gastos, él siempre me regaña y me dice que mi deber es estudiar, que es la herencia que recibiré de él.
Aunque no tenemos nada, podría decirse que somos felices. Él viene tarde, a veces lo espero para no dejarlo cenar solo, otras veces me duermo por el cansancio, he notado estos días que él ha estado algo triste, no sé qué me ocultara. Él obtiene un beneficio excelente en la constructora; sin embargo, tenemos deudas, él se encarga de mantenerlas al día, aparte mis estudios, yo me esfuerzo para no hacerlo gastar demasiado. Deseo obtener mi propio dinero, dispongo de unos ahorros para preparar una comida especial el día de mi cumpleaños, y a lo mejor me ajusté para adquirir un pequeño pastel, de esa manera él no gastará su dinero.
—Bienvenido, papi, ¿cómo estuvo tu día?
—Hola, hija, hoy estoy molido, tuve un día muy pesado, mis pies son los que más sufren.
—Respire profundamente mientras cocino la comida, tu hija te atenderá como se lo merece el rey.
—Muchas gracias, hija, iré a enfriarme para bañarme y comer tu rica comida.
—Eso me dará tiempo para prepararla. —me da tristeza verlo cansado, viene mugriento de polvo y mezcla. Me dedico a hacer la cena, mientras él descansa.
Tras que mi padre salió bien bañado e ingiriendo un poco de la comida, yo recojo todo de su habitación, luego me siento junto a él y cenamos en silencio mientras degustamos con tranquilidad los alimentos. Esa es nuestra vida, mi padre es el mejor del mundo, varias veces le ha insinuado que se busque una mujer para que sea feliz, pero me sigue diciendo que aún no supera a mi madre, talvez más adelante se anima. Esas son sus palabras, por eso no le he mencionado de nuevo ese tipo de conversación.
—Hija, ¿cómo van las clases? ¿Tus profesores explican correctamente?
—Mi profesor de sociología me odia por no decir horrores de él, esa clase me está estresando.
—¿Por qué piensas eso? Nadie puede odiarte, eres tan dulce e inteligente.
—Para ti soy lo mejor, pero para ellos quien sabe. A ese docente no le entiendo nada y cuando le pregunto me dice que no le prestó atención, trato de decirle que mi mente a veces no procesa como yo quisiera.
—Busca en internet para que la mente se te despeje.
—Hablando de eso, papi necesito con urgencia una laptop, no quería decirte, pero siento que voy a reprobar si no consigo una.
—Este último veré si te la compro, aunque sea de segunda.
—No importa si es usada, no es lujo, es necesidad, mis compañeros tienen una y se les hace más fácil hacer sus tareas e investigaciones.
—Mi amor, este último te la compró, será tu regalo de cumpleaños.
—Gracias, papito. Verás cómo suben mis notas, te sentirás orgulloso de tu hija. —mi padre ríe a carcajadas, es algo que no suelo ver a diario, mientras este con él trataré de hacerle la carga menos pesada.
—Espero con ansias esas calificaciones.
Estoy muy contenta porque al obtener esa laptop mi vida universitaria será más sencilla, de esa manera dejaré de molestar a Orlando, mi amigo de infancia, hasta ya no recuerdo desde cuando es que somos amigos. Él es quien me ayuda a resolver mis tareas en línea, estaría acabada si no fuera por su ayuda, cuando trabaje le compraré una gorra, ya que he notado que le fascina.
Mi padre y yo después de cenar siempre vemos una película, después nos acostamos a dormir, bueno al menos yo, porque él se queda en la sala con un cuaderno sacando cuentas, no sé qué deudas tendrá, pero su dinero a cada final de mes ya tiene destino.
Me da pesar, nuestra casa tiene dos dormitorios pequeños, el de él y el mío, no es una casa tan grande, pero mi padre como es constructor me ha hecho un ropero bonito de concreto en el cual guardo cosas, ese está incrustado en la pared que no me ocupa espacio. Hay días que amanece dormido en el sofá, el cansancio lo vence que no logra llegar a su dormitorio.
Cada amanecer siento que se acerca mi cumpleaños, para ser exacta en tres días, ¡Dios como pasa el tiempo!, mis compañeras me dicen que soy muy madura a la edad que poseo, yo digo que simplemente me gusta ser precavida con ciertas cosas. Con mis ahorros estaré comprando lo que necesitaré para la comida, vamos a descartar el vestido para poder comprar el pastel y una vela. Me gusta regatear con los vendedores hasta que me bajan el precio de las cosas que deseo. Voy directo a la parada de buses y de casualidad veo a Orlando, mi eterno amigo.
—Te ayudo Andrea, se ve pesado. —él es un amor conmigo, es bueno tener un amigo incondicional.
—Gracias, la verdad pesan mucho, quiero llegar antes que mi padre a la casa, se llevara una gran sorpresa, estos últimos días ha estado distraído y cansado.
—Tienes suerte de encontrarme, ya te imaginas si fuera tu novio, las cosas que haría por ti, no tendrías que pasar trabajo.
—Ni lo sueñes, únicamente seremos amigos, no siento otra cosa por ti. Es más, te quiero como mi hermano mayor.
—Mejor novio que yo, nunca encontrarás. Te estás perdiendo esta gran oferta.
—Lo sé, pero me arriesgaré a perderte. Te juro que ya empiezo a sufrir haberte rechazado, me duele el corazón. —bromeo al respecto, él hace una mueca en su rostro fingiendo dolor.
—Nada más espero que algún día te des cuenta del partidazo que estás dejando ir.
—Lloraré, eso tenlo por seguro. —Nos subimos al bus. Me burlo de él.
Él sabe que me gusta molestarle, al llegar a la casa me aseguro de que él no haya llegado, por suerte mi padre aún no ha llegado, colocamos las cosas en la mesa del comedor, mi casa es pequeña, la sala está cerca del comedor y la cocina. En eso mi celular sonó repetidas veces, al ver que es un número desconocido, no le tome importancia, seguía en lo mío, sabía que mi padre venía en camino. Al ver la insistencia decido contestar, sin imaginarme que al contestar mi vida se desmoronaría a pedazos.
—Con la hija del señor Yelko Rodríguez.
—Si ella habla. ¿En qué le puedo ayudar?
—Señorita, necesitamos que venga a la morgue.
—¡Morgue! ¿Por qué yo iría a una morgue?
—Señorita, necesitamos que venga a reconocer el cadáver de su padre, tuvo un accidente y ha perdido la vida, necesitamos que venga a reclamar el cuerpo. —¿Qué dijo ese hombre? Estoy escuchando mal. Sentí que todo daba vueltas, me sostuve en la pequeña mesa que tenemos en el comedor.
—¿Qué ha dicho? No puede ser. —el celular se me resbalo de las manos, caí sentada en el suelo. Orlando, al verme, me levanta y me sienta en el sofá.
—¿Qué pasa, Andrea? ¿Por qué estás en shock?
—Es mi padre, ¡Dios!, dicen que está muerto. No sé si escuche mal lo que me acaban de decir, eso no puede ser cierto, ¿Verdad Orlando? Eso es mentira.
—¿Estás segura de que eso te dijeron?
—¡Acompáñame a la morgue para aclarar las dudas, en el trayecto marcaré el celular de mi padre! —deseo con todo mi corazón que sea una mentira, no quiero que esto sea real, no es mi papá, mis lágrimas salen como mares, no quiero ni imaginarme que él ha fallecido.
Orlando obtiene un Uber, nos subimos, tengo la sensación de que camino sobre las nubes, esto no puede estar sucediendo, debe ser una mentira, una mala broma de alguien. Llamo y llamo a mi padre, ni siquiera repica el celular, esto hace que mi corazón se acelere.
—Llegamos a la morgue, Andrea. —mi amigo me habla sacándome de mis pensamientos tormentosos.
—Orlando, tengo miedo, si es mi padre, me muero, esto no puede estar pasándome. Ruego a Dios que se hayan equivocado de persona. —lloro sin consuelo, mi corazón niega que sea él.
—Tranquila, entremos a preguntar, espero no sea él. —no es él, no es mi padre, mi viejito debe estar llegando a casa a celebrar mi cumpleaños, debo ser positiva.
Entramos a ese sitio tenebroso y helado, cuando dije el nombre de mi padre, un hombre me guio por otro pasillo, entramos a un cuarto frío, donde hay cadáveres con sabanas encima, nos detenemos en una de esas frías camillas, respiro hondo, ese hombre lo destapa.