La huida

1033 Words
capitulo 7 Salí de la habitación cerrando la puerta suavemente. Me senté en el sofá, con la cabeza llena de preguntas, pensando en cómo ayudarla y en cómo volver a Hogwarts sin levantar sospechas. Mientras tanto, en Hogwarts, Pansy se despertó y notó que estaba sola en la habitación. Comenzó a buscar a Draco por toda la escuela, preguntando a sus amigos y conocidos, pero nadie sabía dónde se encontraba. La preocupación fue creciendo en ella, pues conocía el temperamento de Draco y temía que se hubiese metido en problemas. Finalmente, después de varias horas de búsqueda sin éxito, Pansy regresó a la sala común de Slytherin y se sentó, inquieta, esperando por su Draqui. Por otro lado, Crabbe y Gregory se encontraron con Blaise en la biblioteca. Le preguntaron si sabía algo de Draco. Blaise, algo inquieto, comentó que había notado que Draco se comportaba de forma extraña últimamente, como si estuviera distraído o lidiando con algo más grande que él. Los tres coincidieron en que los rumores tal vez no eran la causa y comenzaron a sospechar que Draco ocultaba algo más. Mientras tanto, lejos del castillo, Draco dormía sin darse cuenta de que Davina, con delicadeza, lo había cubierto con una manta. Ese pequeño gesto lo conmovió profundamente al despertar. En Hogwarts, la situación se tensaba. Crabbe y Gregory, desesperados, interrogaron a fantasmas y profesores sin obtener pistas del paradero de Draco. Su búsqueda fue tan intensa que incluso Harry Potter notó su extraño comportamiento. En lugar de seguirlos, Harry fue a informar a Ron y Hermione. Tras debatirlo, decidieron que lo mejor sería hablar con Dumbledore. En la mansión Malfoy, Davina deambulaba por la habitación, mientras Draco intentaba organizar sus ideas. Quería protegerla a toda costa. Se le ocurrió llevarla a Hogwarts, donde podrían ocultarla con mayor seguridad. —¿Dormiste bien? —le pregunté a Davina con timidez, evitando mirarla directamente. —Sí, muchas gracias —respondió, observándome con una mezcla de dulzura y curiosidad. —Gracias por cubrirme con la manta... no tenías que hacerlo —añadí, algo avergonzado. —De nada, Draco —respondió ella, sonriendo con calidez. En ese momento, el elfo doméstico apareció para anunciar que el desayuno estaba listo. Bajamos juntos, y mientras comíamos, Davina volvió a agradecerme. —Gracias por todo —me dijo, una vez más. Cada vez que lo hacía, sentía algo en mi pecho moverse. —De nada. Pero cuéntame de ti —le dije, un poco más directo de lo que pretendía. Davina bajó la mirada. —Vengo de una familia de sangre pura... pero eso ha traído complicaciones. Por eso decidí vivir sola —dijo con un matiz de tristeza. —Tranquila, acá estás a salvo —le aseguré. De pronto, el elfo doméstico volvió, visiblemente nervioso. —Señor Draco... sus amigos han llegado. Le pedí a Davina que terminara de desayunar mientras yo atendía el asunto. Entré al salón donde Crabbe y Gregory esperaban. —¡Draco! —exclamaron al verme, abrazándome. —¿Qué hacen aquí? —pregunté, soltándome del abrazo. —Estamos preocupados por ti —respondieron con seriedad. —Volvamos a Hogwarts —sugirió Gregory. —No puedo —dije con firmeza. —¿Por Pansy? —preguntó Crabbe. —No, no es por ella —aclaré. —¿Entonces por quién? —insistieron. —Por alguien que necesita mi ayuda más que nunca —respondí, bajando la mirada. —¿Quién es? —preguntó Gregory. —Davina —susurré. Hubo un silencio. Sabían lo que implicaba ayudar a alguien desconocido, especialmente si su estatus de sangre era incierto. —Cuenta conmigo —dijo Crabbe, tras unos segundos. —¿Y tú, Gregory? —pregunté. —También. Pero... ¿cómo es Davina? —preguntó con curiosidad. —Es de sangre pura. Proviene de una familia muy antigua y prestigiosa —les dije. Vi cómo sus rostros se relajaban. El elfo doméstico nos informó que Davina ya había terminado de desayunar. Nos dirigimos al comedor y la encontramos recogiendo su taza. Le pedí que nos acompañara a una sala más privada. Allí les expliqué el plan: llevaríamos a Davina a Hogwarts disfrazada como una estudiante de intercambio. Así, podría quedarse en la sala común de Slytherin y estar a salvo. Nosotros nos encargaríamos de su seguridad y de mantener la discreción. Davina parecía sorprendida, pero aceptó. Sabía que era la mejor opción. Nos prometió ser cuidadosa y no poner en riesgo a nadie. Después de hacer los arreglos necesarios, emprendimos el viaje a Hogwarts. Davina, con una nueva identidad, fue instalada en nuestra sala común. Nos aseguramos de que nadie sospechara. Por ahora, estaba a salvo. Y eso era lo más importante. Mientras tanto, Pansy, cada vez más preocupada, decidió buscar respuestas por su cuenta. Fue a la habitación de Draco y encontró allí a Crabbe y Gregory. —Chicos, ¿dónde está Draco? —preguntó con ansiedad. Los dos intercambiaron una mirada. —Está ocupado, Pansy —dijo Gregory con un tono calmo, intentando evitar problemas. —¿Pero dónde está mi Draqui? —preguntó Pansy nuevamente, cada vez más preocupada. —Tranquila, estás en Hogwarts —respondió Crabbe, lo que dejó a Pansy aún más confundida. —Draco no quiere que te digamos dónde está —añadió Gregory, mirando hacia el suelo con incomodidad. De repente, apareció Blaise, quien abrazó a Pansy para intentar calmarla. —¿Qué está pasando acá? —preguntó Blaise, observando con atención a todos. —¡Que no me dejan ver a mi Draqui! —se quejó Pansy, al borde de un ataque. Blaise soltó a Pansy y se llevó a Crabbe y Gregory a un rincón para hablar en privado, fuera del alcance de los oídos de Pansy. —Si no quieren decirle dónde está Draco, díganle simplemente que él la buscará cuando se sienta mejor —sugirió Blaise. Los dos amigos asintieron de inmediato. Volvieron con Pansy y, al mismo tiempo, le explicaron que Draco no se sentía bien y que él mismo la buscaría cuando estuviera listo. Aunque molesta, Pansy asintió, sin más opción que aceptar, y se marchó. Blaise, Crabbe y Gregory se quedaron observándola, algo sorprendidos por lo fácil que se rindió.
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