El instinto y la sombra

1023 Words
Capitulo 14 —¿A dónde iré? —susurra, sintiendo cómo el sol le quema la piel. Se resguarda bajo la sombra de una sombrilla de restaurante. No tiene anillo protector para caminar a la luz del día, y no sabe dónde encontrar a la maga que podría ayudarla con el ritual. Camina torpemente, cubriéndose, intentando no llamar la atención. En ese instante, Liam regresa a la casa. Al notar su ausencia, una rabia silenciosa lo invade. —¿A qué juegas, muñequita? —murmura con tono siniestro. Sin perder tiempo, corre por la ciudad, protegido por su anillo solar. Finalmente, la encuentra: Davina se oculta en la sombra de una escuela, intentando pasar desapercibida. Sin previo aviso, Liam le lanza un pedazo de fierro que atraviesa una parte de su ropa y la inmoviliza. Se acerca silbando, con paso relajado y una sonrisa maliciosa. —Nos vamos, querida —dice, alzándola sobre su hombro, mientras ella forcejea. —¡Bájame ya, Liam! —grita Davina, golpeándolo con los puños. —Si te bajo, vas a tener que alimentarte de sangre humana para sobrevivir —responde él con tono burlón, dándole una palmada en el trasero. —¡Qué...! —exclama ella, confundida y molesta. —Está bien rica... —se ríe Liam mientras ella patalea furiosa. —¡Estás loco! ¡Déjame! —le grita Davina. —Ya —responde él, soltando la presión. —¿De qué sangre vas a alimentarte? ¿De humanos, animales... o de la mía? —pregunta, ahora con una voz grave y seductora. —Estás enfermo si crees que me alimentaré de personas inocentes. Y de tu sangre, menos. Prefiero la de los animales, aunque... me duele —responde Davina, con tristeza en su voz. La melancolía se instala entre ambos, mientras la tensión sigue creciendo, entre la lealtad, el deseo, el dolor... y el peligro que se avecina. —Entonces vamos —dijo Liam, llevando a Davina hasta la entrada del bosque. La bajó con cuidado mientras ella observaba todo con asombro. —Aquí vamos a entrar hasta que te acostumbres —agregó con una sonrisa ligera. —Aquí vamos a entrar hasta que te acostumbres —agregó con una sonrisa ligera. —¿Acá vamos a cazar animales? —preguntó Davina mirando a Liam con una mezcla de inquietud y duda. —Sí. Pero si no soportas el sabor de la sangre animal, tendrás que alimentarte de mí —susurró Liam cerca de su oído, provocando un escalofrío en ella. Se adentraron entre los árboles, corriendo, saltando, deslizándose entre las ramas hasta que Liam alzó una mano. Davina comprendió que era momento de cazar. Observó con tristeza al animal indefenso, pero sabía que debía aprender a sobrevivir. Entrenar con Liam no era fácil. Él insistía en que bebiera su sangre, mientras que ella lo evitaba. Sin embargo, al cabo de unos días sin alimentarse, no tuvo otra opción. Liam se convirtió en su banco de sangre improvisado. —Liam, ¿me vas a enseñar en serio o no? —preguntó Davina, frustrada. —Si no te gustan mis métodos, podés ir a vagar como un perro rabioso por la ciudad. Saludos a los muertos de mi parte —respondió Liam con sarcasmo, lanzándole un beso en el aire. Davina le tiró una rama, con una puntería certera. —¡Auch! ¡Eso dolió! —se quejó Liam, exagerando. —Tranquilo, que si me das tiempo, realmente te va a doler —replicó ella. —¿Y quién va a entrenar a esta criatura salvaje si estoy herido? —bromeó él, entre risas. —¡Maldito! —bufó Davina, girándose para alejarse. —Si fueras maga, podrías desaparecer en un segundo —dijo Liam, burlón. —¿Qué dijiste? —preguntó ella, girándose en seco. —Lo que escuchaste —respondió él, con una sonrisa torcida. —¡Tú fuiste quien me convirtió en esto! ¡Desgraciado, cucaracha! —gritó Davina, con rabia e impotencia. —No estoy de humor para tus explosiones, Davina —respondió Liam con frialdad. —¡Responde ahora mismo! —exclamó ella con tal intensidad que empezó a marearse. —Parece que llegaste a tu límite, muñequita —dijo Liam, con una sonrisa. —¡No sabes nada! —protestó Davina, pero su cuerpo la traicionaba. Liam se hizo un corte en la mano y se la ofreció sin decir una palabra. Davina bebió de inmediato. Liam cerró los ojos, estremeciéndose ante la sensación. —Oh... diablos —murmuró entre gemidos, disfrutando del momento. Cuando ella se detuvo, él presionó su mano contra sus labios. —¿Por qué paraste? Apenas estaba empezando a disfrutarlo —dijo, jadeando. Ella lo miró, confundida, mientras él, sin decir nada, le hizo un pequeño tajo a su mano. —Ahora es mi turno —murmuró con voz grave. Liam bebió su sangre, su expresión cambiando a una mezcla de deseo y concentración. Davina sintió un estremecimiento recorrerle el cuerpo, sus sentidos se alteraban, y una corriente eléctrica la sacudió desde dentro. Su respiración se aceleró, su cuerpo reaccionó con intensidad, pero antes de que la situación se desbordara, ella retrocedió un paso, temblando. —¿Estás bien? —preguntó Liam, más serio, bajando la intensidad. Ella asintió con la cabeza, sin poder articular palabra. —Creo que... es suficiente por hoy —dijo Liam, acariciándole la mejilla con una expresión inusualmente suave. Sin decir más, la tomó en brazos y la llevó a una pequeña cabaña entre los árboles. La recostó con cuidado. —Liam... lo que pasó... —susurró Davina. —Se queda en el bosque —respondió él, antes de darle la espalda. —Gracias por entender —dijo ella en voz baja. —Descansa. Voy a salir a cazar —anunció Liam. —No, mejor te acompaño. Así... entreno... digo —respondió Davina, tratando de ocultar su nerviosismo. Él se giró, la miró un segundo, y luego asintió con una sonrisa leve. —Como quieras, muñequita. Pero esta vez, vas al frente. Y juntos, desaparecieron entre las sombras del bosque, donde lo salvaje y lo humano ya no podían distinguirse.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD