Pensamientos Prohibidos

1034 Words
Capitulo 2 Cuando se alejaron, corrí hacia la Sala Común de Slytherin. Atravesé los pasillos sin detenerme hasta llegar a mi dormitorio, cerrando la puerta tras de mí. Me dejé caer sobre la cama, sin poder creer lo que acababa de hacer. Una locura. ¿Todo eso… por Davina? Y aun así, había algo en ella que no podía quitarme de la mente. Una conexión inexplicable. ¿Habría sentido ella lo mismo? Mientras reflexionaba, escuché voces del otro lado de la puerta. Blaise, Gregory... y Crabbe, como siempre, siguiéndolos como sombra. Fruncí el ceño. Era la primera vez que pensaba tanto en una chica, y ese simple hecho me ponía de mal humor… aunque, para mi sorpresa, también me hacía sentir feliz. Una sensación que detestaba admitir. Tocaron la puerta con fuerza. Reconocí al instante sus voces. —¡Ya voy! —respondí con frialdad, intentando ocultar la emoción que me provocaba recordar su nombre: Davina. —Voy a tirar la puerta si no abres —amenazó Blaise, visiblemente molesto. —Hazlo si quieres. Igual no hará que abra más rápido —respondí mientras me acercaba—. Recuerda quién soy. Abrí la puerta y me encontré con los rostros fruncidos de Blaise y Gregory. Suspiré para no perder la paciencia. —¿Qué pasa? —pregunté, sin dar importancia al evidente enfado de Blaise. —¿Te ocurre algo, Draco? —preguntó Gregory, con cierto tono de preocupación. —No. Todo está bien —respondí, mirando a Blaise con firmeza—. ¿Y tú, Blaise? Él intercambió una mirada con Gregory. Se traían algo entre manos. —A ver, díganme qué está pasando. ¿Para qué me buscaban? —dije, ya sintiendo la molestia escalarme por el pecho. —Nos enteramos de que no le hiciste la broma a Potter —dijo Blaise, con tono acusador. —Exacto —añadió Crabbe, apareciendo detrás de Gregory. —¿No me vieron? Claro que lo hice —mentí, con frialdad, intentando que no notaran el verdadero motivo por el que usé la poción. —Raro que no viéramos a Potter ni enojado ni llorando… —Blaise me miró, intentando encontrar una señal de nerviosismo. —¡Vamos ya! —interrumpió Crabbe, empujándonos a todos como si quisiera que nos abrazáramos. Algo que, por supuesto, no haría. Caminamos juntos hacia la sala común. En el trayecto, vimos a Pansy y Astoria conversando. Al notar nuestra presencia, Pansy vino corriendo hacia mí como era de esperarse, mientras Astoria se acercaba con pasos lentos y una mirada ligeramente molesta. —¡Draqui! ¿Ya le hiciste la broma al tonto de Potter? —preguntó Pansy con ansiedad. —Por supuesto que sí —respondí, manteniendo la mentira para no quedar mal frente a ellos. —Menos mal… ya me estaba preocupando de que no la hubieras hecho, mi Draqui —dijo, visiblemente aliviada. —¿Dudas de mí, Pansy? —repliqué, fingiendo ofensa. —¡No, no! Solo estaba preocupada, nada más —se excusó, abrazándome como si le fuera la vida en ello. Me quedé quieto, dándole apenas una palmada en la cabeza. La conversación se desvió a otros temas. Aunque había mentido, no podía permitir que pensaran que me estaba ablandando por una chica. Eso sería impensable para un Malfoy. Poco después, nos dirigimos al Gran Comedor. Al pasar por los pasillos, los estudiantes de otras casas nos miraban, pero ninguno se atrevió a decir nada. Nos sentamos en la mesa de Slytherin, y aunque la cena estaba deliciosa, mi mente estaba en otro lugar. Davina. No podía sacarla de mi cabeza. Quería verla otra vez. ¿Pensaba en mí también? ¿Recordaría el rostro de Blaise… o mejor dicho, el de “Zeus”? Me angustiaba no saber si era sangre pura o mestiza. Si mi familia lo descubría y no era lo que esperaban… las consecuencias podían ser peligrosas. Y aun así, no podía dejar de pensar en ella. —¿Estás bien, Malfoy? —preguntó una voz detrás de mí. Era Astoria. Me di cuenta de que llevaba un buen rato mirando fijamente al vacío. —Sí, estoy bien —mentí una vez más. —Te noto raro —insistió ella. —Está raro porque está pensando en mí —intervino Pansy, aferrándose a mi brazo. —No creo que esté pensando en ti —replicó Astoria con tranquilidad, mirándome fijamente. Astoria… ella siempre tenía esa forma tan extraña de leerme sin esfuerzo. Pansy, en cambio, era como un molesto perfume demasiado fuerte. Me sofocaba. —¡Ya basta, Pansy! ¡Suéltame! —grité, harto, y me levanté de golpe. Caminé rápido hacia la puerta del comedor. Necesitaba aire. Necesitaba estar solo. No me importó que todos me miraran. Estaba molesto. Asfixiado. No me di cuenta de que Astoria me había seguido hasta que habló desde atrás. —¿Quieres hablar de algo, Malfoy? —preguntó con suavidad. Me giré, sorprendido por su expresión comprensiva. Nadie me ofrecía hablar… no así. —No. Solo necesito estar solo un momento —dije, incómodo, pero sin rabia. Ella no respondió. Se quedó a mi lado en silencio. Se sentía extraño. Afuera. Sin Pansy. Sin amigos. Solo con Astoria. —¿Sabes, Malfoy? —dijo finalmente—. No todos los de Slytherin son iguales. —Lo sé —murmuré, sin añadir nada más. No podía decirle lo que realmente pensaba. Que la presión de ser quien era, el peso de mi apellido, era como una cadena que me arrastraba. Que pensar en Davina me hacía sentir libre, aunque solo fuera por un momento. Astoria me sostuvo la mirada y asintió con una leve sonrisa. Una sonrisa sincera. Algo raro en mi mundo… pero de algún modo, reconfortante. —Para lo que necesites, Draco… puedes contar conmigo —me dijo Astoria antes de alejarse. Le devolví una breve señal con la mano, agradeciéndole en silencio. Ella me sonrió con una tranquilidad que no supe cómo interpretar. Me quedé allí, contemplando el vacío. Davina apareció en mi mente como un susurro persistente. Había algo más que simple curiosidad. Algo que se me estaba metiendo bajo la piel. No podía esperar más para verla otra vez.
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