Narra Clara
Todos tenemos a un amigo que conocemos desde que tenemos uso de razón, pues yo no soy la excepción a eso, también tengo una amiga que es como mi hermana, solo que ella salió por una v****a diferente, su nombre Valentina Harrison, fuimos al mismo jardín, a la misma escuela y esperamos ir también a la misma universidad.
Valentina viene por la tardes a casa y me ayuda hacer mis tareas, cuidar de mis hermanos o incluso hacer nada, solo me sirve de compañía y de compañera de platica de mi abuelo; Valentina es hija de los dueños de un súper mercado que queda algo retirado de nuestra casa, pero no importa que tan cerca o lejos vivamos siempre buscamos la forma de estar juntas.
- ¿Ya le dijiste a tus padres? – pregunta ella mientras teclea algo en su móvil
- ¿Preguntar qué cosa? – digo sin saber a lo que se refiere
- Pues lo que hemos hablado el otro día, eso de irnos a Paris – dice dejando su celular en un lado
- No, no he hablado con ellos aún, esperaré hasta el día de mi cumpleaños que podamos estar todos reunidos, porque últimamente las cosas no van muy bien y solo me encuentro con uno de los dos en casa, ¿Ya tú le constaste al señor Harrison?
- Si, papá ya lo sabe y creo que me apoyará, no le gusta mucho la idea de que tenga que trabajar pero le dije que quiero aprender a ser independiente e intentar sobrevivir por mi cuenta y creo que eso le parece bien, mi madre no apuesta mucho por mí, dice que sabe que en cuestión de semanas regresaré, pero si me voy contigo no me voy a rendir tan rápido.
- Vaya, creo que tienes mucha suerte, por lo menos tienes la opción de rendirte y volver a casa pero para mí esa opción está vetada – terminando de lavar el ultimo plato
- No, realmente no espero rendirme ¡podemos hacerlo! – ella levanta sus brazos esperanzada y yo la copio.
- ¡Podemos hacerlo!
- ¿Has pensado en que podemos trabajar? No tenemos experiencia en nada – menciona bajando sus brazos ya derrotada
- No, la verdad no he pensado pero podemos mirar en esas páginas donde publican vacantes o mejor aún, podemos hablar con tu padre para que nos ayude a…
- No – dice interrumpiéndome
- ¿Por qué? Tu padre ha de conocer muchas personas, alguien nos puede dar un empleo
- Ya lo intenté y no funcionó, me dijo que si quería hacer todo por mi cuenta pues que también buscara por mis propios medios los lugares donde quería trabajar, donde iba a vivir y a estudiar.
- Vaya, ahora que lo mencionas así da un poco de miedo – me quedo en silencio unos segundos pensando en las palabras del padre de Vale, me siento a un lado de ella y ambas miramos hacia el infinito, como si en la pared pudiéramos encontrar una respuesta.
- Si podemos hacerlo ¿Verdad? – cuestiona ella y la verdad no tengo ni la menor idea
- ¡Oh! estas aquí Valentina – dice mi madre apareciendo en la cocina con unas bolsas en su mano
- Señora Lisa, ¿Cómo está?
- Muy bien, tu padre vino hace poco por el pedido que hizo de manzanas, ¿llegaste con él?
- Oh no, llegué antes, vine en mi bicicleta – responde ella sonriendo
- Deberías quedarte a cenar, prepararé unas pastas deliciosas
Mi madre siempre la invita y cuando no lo hace Valentina se invita sola, ella es un m*****o más de la familia.
- Esta vez, no podemos señora Lisa, es que Clara y yo quedamos con nuestros ex compañeros en comer en casa de una amiga que esta de cumpleaños
Miro a otro lado para no observar la expresión de mi madre, a ella le molesta cuando no le comento con tiempo
- ¿Por qué no me habías dicho nada? – dice de inmediato
- Es que lo olvidé
Realmente no quería ir, es vergonzoso ir sin llevar un detalle o algo para la cumplimentada y no estoy en condiciones de pedirles algo a mis padres.
- Es de demasiado tarde para prepararle por lo menos una tarta de manzana a esa chica
- ¡Oh! no se preocupe, ya he comprado un detalle para ella, también mi padre vendrá por nosotras y nos traerá de vuelta, no tiene de que preocuparse, no vamos a demorar ¿sí?
Vale se pone de pie y se pega del brazo de mi madre, le hace ojitos de perro regañado y ella sonríe, ¡eso es una buena señal!
- Esta bien, pero no tarden demasiado
Nos ponemos en marcha y vamos a la habitación para arreglarnos
- ¿Por qué no le habías mencionado nada? Me ibas a dejar sola, no puedo creer. Ya me pinto en casa de Britney teniendo que aguantar sola sus historias de desamor prematuras, no entiendo como esa chica tan joven se deja amargar la vida por un muchacho, ella es una tonta…
De a poco ignoro sus palabras, sin querer me pierdo en mis pensamientos, la verdad me siento algo frustrada por lo que le pasa a mis padres, cuando era más pequeña no lo notaba, pero con el paso de los días me hago más consciente de lo difícil que la están pasando.
Al paso de una hora ya estamos listas, yo llevo uno jeans oscuros ajustados, una camiseta blanca y una chamarra de color n***o, tenis blancos y mi cabello en ondas sueltas que llegan a mi cintura.
- Luces muy bien – menciona Vale poniéndose a un lado de mí, ambas nos reflejamos en el espejo, de verdad me gusta mucho como luzco. Algunas personas dicen que me parezco a mi madre y otras dicen que me parezco a mi difunta abuela. Soy de piel blanca, con una estatura promedio, no soy delgada, ni tampoco soy de contextura gruesa, creería que tengo un cuerpo normal; mi cabello es largo de color castaño claro, tengo ojos grandes de color verde, nariz fina, boca pequeña pero de labios regordetes.
- Siempre luzco bien – digo para reírnos un poco
Escuchamos la bocina de un auto y es la señal, ya han llegado por nosotras.
- ¡Niñas, el señor Harrison ha llegado! – grita mi madre desde la cocina, así que es hora de partir.