Salomón negó con la cabeza, seleccionando un uniforme de mantenimiento manchado estratégicamente con aceite y pintura. —No. Quiero hacerlo personalmente —declaró, con aquel tono que indicaba que la discusión estaba zanjada. Hassan suspiró, conociendo demasiado bien los caprichos ocasionales de Salomón. —Bien, que necesitas… Ahmed —concedió Hassan. —El Chevrolet del 83 que tenemos en el garaje trasero —respondió Salomón, comenzando a desvestirse—. Sin placas. Y necesito una peluca, la rizada larga. También un tapabocas y lentes de contacto marrones. Ahmed esta vez es más distinto. Hassan mirando a su amigo que ya estaba empezando a caer en su obsesión por Nina, le respondió: ―Ok… llamaré a Ricardo para que prepare a… Ahmed. Mientras Hassan salía para hacer los preparativos, Salomón

