Finalmente, seleccionó cuidadosamente un thobe grueso de seda beige que brillaba suavemente bajo las luces empotradas del vestidor. La prenda era una obra maestra de la sastrería árabe: incrustaciones de piedras de ámbar auténtico formaban patrones geométricos intrincados a lo largo del pecho y los puños. —Me pondré esto. Algo sencillo para la ocasión —declaró con vanidad. Nina lo observó mientras él extendía la prenda para admirarla, y no pudo contener su sarcasmo: —Sí, esto es sencillo —dijo con una sonrisa burlona que no pudo reprimir—. Tienes muchisima ropa. He limpiado muchos closets en mi vida, pero este parece literalmente un centro comercial de lujo. —Así es —respondió él con un orgullo evidente, claramente complacido por su admiración incluso cuando venía disfrazada de sarcasm

