Lo que Nina no sabía era que Salomón había instruido específicamente a Marwhan para que escogiera la abaya más sencilla posible. Era parte de su plan maestro: quería que Nina experimentara de primera mano la transformación completa, que sintiera en carne propia la diferencia abismal entre su estado actual y lo que él podía ofrecerle. Era una lección visual sobre el poder y la generosidad que ahora tenía a su disposición. Su cabello oscuro caía suelto sobre sus hombros y en sus pies llevaba las mismas sandalias gastadas que había traído desde la casa de la señora Nacira, las únicas que poseía, un recordatorio constante de la vida que había dejado atrás. Sin embargo, para Nina, quien estaba acostumbrada durante años a ropa de segunda mano y vestidos gastados, esta abaya sencilla aún repres

