Nina se sintió nerviosa mientras Céline trabajaba, viendo caer mechones de su cabello al suelo, pero confió en la experiencia de la profesional. El resultado fue espectacular: un corte elegante que enmarcaba perfectamente su rostro, dándole un aire de sofisticación madura que contrastaba hermosamente con su juventud natural.
La maquillista, una artista libanesa llamada Neelam, aplicó un maquillaje sencillo pero expertamente ejecutado que realzaba la belleza natural de Nina sin ocultarla bajo capas innecesarias. Un toque de sombra dorada que hacía juego con la abaya, un delineado sutil que agrandaba sus ojos marrones, y un labial nude que resaltaba la forma perfecta de sus labios.
—Tienes una cara preciosa —comentó Neelam mientras aplicaba los toques finales—. Ya veo por qué el señor Al-S
