Las escalinatas de mármol de la Academia Internacional de Dubái se habían transformado en un anfiteatro improvisado donde decenas de estudiantes se habían detenido en sus charlas de amistad, formando pequeños grupos susurrantes mientras observaban con fascinación mal disimulada la escena que se desarrollaba frente a ellos. —¿Ese no es Salomón Al-Sharif? —murmuró una estudiante a su compañera, con sus ojos agrandándose por la sorpresa. —Sí, pero ¿quién será ese chico que viene con él? —respondió otra voz entre la multitud creciente de curiosos. —Creo que él no tiene hijos, su sobrino es el gordo Samir, pero ese no es —observó un estudiante mayor, claramente impresionado por presenciar algo histórico en la rutina de la academia. —Debe ser alguien importante para que el señor Al-Sharif lo

