—Tú, Abiram —continuó Hassan, inclinándose ligeramente hacia el hombre tembloroso—, tienes un bebé de dos años. ¿Se quedará sin padre? ¿Crees que tu esposa Selina podrá criarlo sola cuando descubra que papá murió por traicionar al hombre equivocado?
El terror que cruzó los ojos de Abiram al escuchar el nombre de su esposa fue exactamente la reacción que Hassan había anticipado. Era el miedo específico, personal, íntimo, que rompía las defensas más sólidas con mayor eficiencia que cualquier tortura física.
Maximus Lion, imponente en el centro de la sala con su presencia que parecía absorber toda la luz del ambiente, observó la reacción de Abiram con satisfacción clínica. Su máscara dorada, no solo ocultaba su rostro, sino que amplificaba su presencia hasta convertirla en algo sobrenatural
