—Y estos son mis padres —anunció Soraya con un orgullo evidente en su voz—. Mi padre es Abdullah Al-Fayed, el Gran Muftí de Arabia Saudita. Al notar la expresión de asombro en el rostro de Nina, Soraya añadió con un dejo de malicia y soberbia: —Mi padre es el Gran Muftí. ―El… ¿Gran Muftí?―preguntó Nina sin saber que era eso. Soraya le hizo una pequeña sonrisa hipócrita diciéndole: ―Si, es la máxima autoridad religiosa del reino, querida. Sus dictámenes religiosos, guían a millones de musulmanes. Incluso la familia real saudí consulta con él antes de tomar decisiones importantes. Nina intentó disimular su asombro, pero sus ojos traicionaban su sorpresa ante la revelación. Soraya sonrió complacida al percibir el efecto que sus palabras causaban. —Crecí entre la realeza y los líderes

