La visión mental era demasiado poderosa: Salomón Al-Sharif, el poderoso León de los Emiratos, cuya presencia hacía temblar a jeques y políticos, huyendo torpemente de una habitación destartalada para proteger su identidad secreta, como un superhéroe de cómic en una situación comprometida. Así que, Hassan, que había estado haciendo un esfuerzo sobrehumano por mantener la compostura, finalmente se rindió. Tragó el agua de un tirón, como quien se prepara para una inmersión profunda, y liberó una carcajada que resonó en las paredes del comedor como un trueno en una catedral. —¡AAAJAJAJAJAJA! —el sonido, completamente impropio del decoro que normalmente mantenían incluso en privado, escapó de su garganta con fuerza incontenible. —Sí, búrlate —respondió Salomón, con una dignidad herida que so

