—Estaba aquí hace un momento —insistió Marlene, con su voz subiendo varios tonos—. La saqué para mostrarte el nuevo mecanismo de cierre. Soraya frunció el ceño, sus ojos entrecerrados recorriendo la habitación hasta posarse en Nina. —Vacía tus bolsillos —ordenó con una calma escalofriante. —Señora, yo no... —comenzó Nina, pero la mirada gélida de Soraya la silenció instantáneamente. Con dedos temblorosos, Nina introdujo sus manos en los bolsillos del elegante vestido, su corazón detenido en un latido de terror cuando sus dedos tocaron algo metálico. Con horror absoluto, extrajo una delicada pulsera de diamantes con un cierre de esmeralda. El silencio que siguió fue como el vacío previo a una explosión. —¡Eres una ladrona! —exclamó Marlene, arrebatándole la joya de sus dedos paralizad

