Sus pasos apresurados la llevaron en dirección opuesta a Nina y Emir, perdiéndose en uno de los múltiples pasillos del edificio. Hassan, tras un momento de vacilación, salió corriendo tras ella, pasando junto a Nina y Emir como si fueran invisibles, toda su atención centrada en alcanzar a su hija. Emir, con los ojos muy abiertos, observó la escena con una mezcla de asombro y algo parecido a la vindicación. Se volvió hacia Nina, comprimiendo sus labios en un gesto reflexivo antes de comentar: —Ese señor tiene a una hija loca. Vi cómo le pegó —su voz contenía una nota de desaprobación que revelaba valores morales sólidamente arraigados a pesar de su corta edad. Nina, apretando suavemente el hombro de su hermano, asintió con expresión grave: —Se nota que le gusta pegarle a todo el mundo —

