—Eres un maldito, ¿por qué nos hiciste eso? —exigió Nina, con su voz temblando por la rabia apenas contenida. A su lado, Emir la miraba con los ojos muy abiertos, sorprendido por la intensidad de su reacción. Salomón, dandole una calada a su cigarrillo contestó mientras observaba a Dubái a través de su ventanal panorámico. —Por eso, por tu boca sucia —respondió con un deje de diversión que contrastaba con la crueldad de sus acciones. Nina cerró los ojos por un momento, sintiendo cómo la rabia amenazaba con ahogarla. Emir, notando su expresión, le tocó el brazo con preocupación, pero ella apenas lo registró. —Más sucio eres tú, jugando con las personas que no te han hecho nada. ¿Pero sabes que? ¡solo espero que te vaya bien mal y que te salgan granos en el culo! —escupió las palabras s

