Ella era una hermosa vista con el sol golpeando su rostro. Marco no era un gran admirador de la belleza femenina, no en sus particularidades, pero la belleza de Laura lo hechizaba.
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- Ven aquí hechicera.
- ¿Por qué me llamas hechicera?
- Porque ninguna mujer me tuvo en sus manos como tú.
- ¿En serio?
- Sí, tienes mi corazón, bebé.
Ella estaba más cerca y él la besó, todo ese contacto constante también era nuevo para él, nunca había estado tan cerca de una mujer. Su blusa estaba abotonada y él tiró de ella, todos los botones cedieron. Laura recogió los extremos de su blusa con una mano y la otra la usó para empujarlo por el pecho a él.
- ¿Por qué me impides llegar a ti?
Es pleno día, alguien puede verlo, me ha estropeado la camisa, no llevo sostén. Tenía toda la razón, él estaba
